Es una de las discusiones que más controversias ha generado en los últimos años: ¿cuál es el método más apropiado para dormir a mi bebé? Hay dos corrientes muy diferentes. La primera es la que defienden todos los expertos que se postulan a favor de la crianza con apego y se basa en atender al niño todas las veces que nos reclame , mientras que la segunda propone educar con una técnica que consiste, básicamente, en dejarle llorar . En España, viene encabezada por Eduard Estivill, recibe el nombre de método Ferber y es el que más críticas recibe. Te contamos en qué consiste, cuáles dicen ser sus ventajas y desventajas y, a partir de ahí, tú eliges.
¿Qué es el método Ferber?
El método Ferber fue impulsado por el pediatra Richard Ferber, fundador del Centro Pediátrico para los Trastornos del Sueño en el Hospital Infantil de Boston (Estados Unidos). Durante más de 20 años estudió el sueño de muchos niños y publicó su investigación en 1985 bajo el título Solucione los problemas de su hijo, donde explicaba su método.
Así, se convirtió en una de las técnicas que más se utiliza para conseguir dormir a un bebé y consiste, básicamente, en dejarle llorar . Toma como base la idea de que los bebés asocian dormir con algo que tú haces, como mecerlo hasta que se duerma. De esta forma, tu bebé no se dormirá nunca hasta que encuentre ese hábito que le diga “es hora de descansar”.
El proceso es el siguiente:
- Acuesta a tu bebé en su cuna, dale las buenas noches con un cuento, una canción o con lo que suelas hacerlo y sal de su habitación.
- Si empieza a llorar, déjale que lo haga, al menos durante 5 minutos la primera vez. Si persiste, puedes acudir a consolarlo, sin levantarle en ningún momento (esto es vital) y después, vuelve a salir de su habitación.
- Si llora de nuevo, en vez de esperar 5 minutos, aumenta este tiempo hasta los 10 minutos. Después a 15 minutos y así sucesivamente.
La idea es repetir el proceso tantas veces como sea necesario, aumentando los tiempos según avancen los días y buscando que tu hijo aprenda a calmarse por sí solo y autorregularse, sabiendo en todo momento que, en realidad, no está solo. Ferber explicaba que, a partir de los 3 o 5 meses, un bebé ya estaba preparado para dormir en su habitación y podría comenzarse con este método.
A favor del método Ferber
Uno de los grandes seguidores de este método en España es el Dr. Eduard Estivill, pediatra y especialista en sueño infantil, quien propone educar el sueño del niño a partir de esta técnica. Asegura, junto a otros expertos, que “ el niño no tardará más de una semana en asociar la cuna con quedarse dormido ”. Para ello, hay que seguir las instrucciones al pie de la letra. En su libro, Duérmete Niño (1997), te ofrece hasta una tabla de tiempos en la que te indica los lapsos que deben pasar entre uno y otro llanto: desde el minuto de la primera vez, pasando por tres y cinco minutos, etc.
Además, uno de los beneficios que asegura tiene este método, es que se consigue crear una rutina de sueño previa (un baño relajante, la lectura de un cuento, por ejemplo), que les acompañará en toda su etapa infantil y que “se basa en un vínculo afectivo con su cuna o cama”.
Para Ferber, el Dr. Estivill y los que apoyan este método, se puede lograr que el bebé descanse mejor, que adquiera el hábito de dormir solo a una edad temprana y que no tenga dependencia de sus padres para estar tranquilos. Sin embargo, ya advertía Ferber “que no se trata tampoco de dejar que el bebé llore desconsolado demasiado tiempo”. Un argumento que utilizan los que prefieren prescindir de esta técnica.
En contra del método Ferber
Por otro lado, están los que critican este método, como el Dr. Carlos González, también pediatra y autor de varios libros, entre ellos, Bésame mucho. Cómo criar a tus hijos con amor (2013), que descarta esta opción en favor de lo que se llama la crianza del apego . Siguiendo el método Ferber, “se puede dañar el sentido de seguridad del niño”, además de crearle episodios de estrés y romper el vínculo de cariño fraternal en un futuro. Para él y quienes desaconsejan el método Ferber, “el debate ya no está en torno a cuestiones de la efectividad de un método u otro, sino más bien en el bienestar de los niños en esas primeras edades y las consecuencias que tiene a medio y largo plazo”.
El llanto es instinto y “una conducta normal de los niños durante los primeros años de vida”, afirma el doctor, y acudir a esta llamada, en realidad, contribuye a que los bebés se conviertan en personas más autónomas y seguras de sí mismas, a saber “expresar sus necesidades a otras personas y a que consideren como normal que les atiendan”. Si el niño llora es porque tiene una necesidad que entiende como importante. Así nos lo explicaba la pediatra Lucía Galán Bertrand, “ellos no saben comunicarse de otro modo, es su manera de hacerlo; lloran ante un estímulo que no conocen y necesitan consuelo”.
Tanto para ellos, como para todos los que desaconsejan este método (muchos firmaron una Declaración sobre el llanto de los bebés , poniendo el acento en el sufrimiento de un bebé cuando llora y es abandonado), promueven, además de acudir a esta llamada, cogerles y quererles, una correcta higiene del sueño con las siguientes pautas:
- Tener unas horas establecidas de acostarse.
- Los momentos previos deben ser “amables y placenteros”.
- Nada de exposición a pantallas, ni siendo bebés ni siendo un poco más mayores.
- Luz tenue en las horas previas a dormir.
- Prepararle un baño si eso le relaja.