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Salud infantil

Claves para evitar que tu hijo necesite una ortodoncia

No todo consiste en una buena higiene bucal


13 de mayo de 2021 - 17:38 CEST

La  salud  y la estética son las dos motivaciones que  suelen llevar a los padres a visitar al dentista con sus hijos . Desgraciadamente, más lo segundo que lo primero. Así lo confirman los datos del Consejo de Dentistas de España, que nos dicen que  el 31% de los niños menores de 6 años tiene caries y si tienen menos de 3 años , el 75% de ellos ni siquiera ha pasado por un dentista. Las visitas a un especialista se dejan, por lo general, para más adelante y cuando los daños ya no pueden ser ni prevenidos ni revertidos tan fácilmente.

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La mayoría de estos problemas comienzan desde bien pequeños, con el uso prolongado de los chupetes o tetinas, que pueden tener consecuencias fatales en el desarrollo del niño. Pero muchos tienen que ver, por ejemplo,  con la propia alimentación  (darle solo purés a un niño tampoco está bien en este sentido) o con  haber iniciado una higiene bucal demasiado tarde . Y es que no hay que esperar a que se le caigan los dientes de leche para comenzar.

“Antes de los 6 años podemos corregir anomalías y evitar que el niño necesite, por ejemplo, aparato. Después de esta edad será mucho más complicado”, así lo advierte la odontóloga especializada en Rehabilitación Neuro-oclusal y Posturología, Eider Unamuno, en su libro Cuida los dientes de tu hijo (Amat Editorial). Con ella hemos querido hablar para que nos cuente cómo evitar que nuestro hijo termine por necesitar una ortodoncia o un aparato.

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1. Utilizar un cepillo adecuado a su edad

Desde su primer diente. Sí, su primer diente de leche. No es necesario esperar a que estos se caigan para enseñarle cómo realizar una higiene bucal adecuada. Para ello, nos aconseja: “no hay que olvidarse de levantar el labio superior del bebé para limpiar bien, desde el principio, los incisivos, pues las caries también pueden comenzar en esa zona ”. El mejor ejemplo es que los propios padres muestren cómo se realiza un correcto cepillado para que nuestros hijos nos imiten y se vayan familiarizando con este hábito.

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2. Dejar a los bebés que se arrastren, gateen y aprendan ellos solos a caminar, sin darles la mano continuamente

Aunque no te lo creas, “esto también tiene un efecto directo en el buen desarrollo de sus bocas. Cuando interferimos en este proceso, algunos reflejos primitivos no se integran ni se forman los caminos neuronales necesarios para hacer movimientos voluntarios en etapas posteriores de la vida”. En el cuerpo, nos dice, “todo está relacionado”. Por eso, la integración adecuada de algunos de estos reflejos -como caminar o gatear- asegurará una adecuada función de la lengua y del trigémino (un nervio cerebral con parte motora y parte sensitiva).

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3. Una alimentación adecuada para prevenir las caries y otras dolencias

En este aspecto, de nuevo, es fundamental implicar a los padres en la dieta de los pequeños. Desde que nuestros hijos son bebés tienen la capacidad de comer sólidos . Lo mejor es optar por alimentos sanos, duros, secos y fibrosos. Así, nos cuenta nuestra experta, “les proporcionaremos la gimnasia oral necesaria para que sus bocas crezcan sanas”.

Además, evitar azúcares añadidos y consumir regularmente alimentos que aumentan la inmunidad de los dientes como son las zanahorias, los lácteos y las legumbres. Prioriza, en la medida de lo posible, las vitaminas A, D y K2, el calcio y el fósforo.

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4. Uso del chupete y sus fatales consecuencias para el paladar

“El chupete vino para hacernos la vida más fácil a los padres y no a los hijos”, nos dice la experta. Es una herramienta que satisface una necesidad de succión que tienen los bebés que, por diversos motivos, no podemos satisfacer siempre. Por tanto, “se puede usar sin abusar”, ofreciéndoselo al bebé en un momento en concreto y tranquilizarle, pero no hay que dejárselo nunca a mano . Y es que, como nos explica Eider Unamuno, “el chupete ocupa un espacio entre los dientes que provoca que la lengua se sitúe muy abajo y, después, es difícil corregir esa postura”.

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5. Reforzar los estímulos paratípicos y buscar una buena posición

“Todo lo que puede corregirse de mayor, se puede corregir de niño y, además, de una manera mucho más sencilla”. El problema, si lo dejamos, solo irá a más. Por eso, la experta nos comenta que “todo dependerá de la gimnasia que hagamos con nuestra boca”. No todo viene escrito en los genes, pues, en este caso, hacen falta muchos estímulos paratípicos (los que hacemos cuando comemos, dormimos o respiramos, por ejemplo) para desarrollarla. Si no corregimos una mala posición de la mandíbula o de los dientes, no habrá un correcto crecimiento.

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6. La lactancia materna y el \'Método Kassim\'

La lactancia materna es el único momento en la vida en el que “la mandíbula del niño tiene un movimiento de atrás hacia delante de manera pura, creando una ruta neurológica de respiración nasal con un sellado completo”. En el momento de la succión, el niño realiza mucha gimnasia y desarrolla mucho su correcto crecimiento de la boca.

En el caso de la lactancia artificial, esto se pierde, pero tenemos métodos para crear estos estímulos y buscar el correcto crecimiento de la mandíbula. La experta nos recomienda el Método Kassim, en el que el biberón se coloca de manera horizontal, la leche no cae por la gravedad y el bebé debe esforzarse en conseguirla.

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7. La postura del niño cuando duerme

Otro punto importante que influye, de nuevo, en la futura mordida del niño, por ejemplo. Como sabemos, el cráneo está sin formar y su desarrollo determinará los posibles problemas de mandíbula, como una mordida cruzada. “Es importante que alternemos la postura del bebé mientras duerme y que la boca no quede siempre aplastada por el mismo sitio , pues su maxilar no crecerá de manera uniforme”. Al igual que si dejamos que se meta la mano en la boca o coloca su muñeco favorito sobre un lado del maxilar.

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8. Otros factores, como el parto natural o por cesárea

En este caso, no depende de los padres, pero “hay diferencias si nuestro hijo nace por parto natural o por cesárea”. En el caso de hacerlo por cesárea , la cabeza no recibe el masaje que necesita por el canal del parto y, generalmente, se le limpian las fosas nasales con unas sondas que les irritan y provocan una rinitis muy precoz, lo que puede llevar al niño a respirar por la boca, con muchas consecuencias para su salud bucodental.