Mejoran la memoria visual, ya que se basan en unir piezas y copiar una imagen inicial. Aunque la intención es que miren el menor número de veces posible, al principio, es mejor que lo tengan delante todo el tiempo que necesiten. Ganarán confianza y destreza.
Desarrollo de la capacidad de concentración, que les lleva a abstraerse del entorno y poner toda su atención en las piezas. Además, trabajan la paciencia y la gestión de la frustración.
Desarrollan la motricidad fina, esos pequeños movimientos que realiza el cuerpo y que, después, se utilizará en adquirir otras habilidades como la lectoescritura .
Así, viendo todos sus beneficios, lo único que nos queda a los padres es saber elegir qué puzle es el más adecuado para, sobre todo, la edad de mis hijos. Pues, para los más pequeños, los mejores son los cubos de rompecabezas, mientras que los más mayores, pueden enfrentarse ya a desafíos de miles de piezas.
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Para los bebés más pequeños
A esta edad, los niños no están capacitados para montar puzles complejos, pero sí para apilar cubos de rompecabezas. El objetivo no es otro que trabajar la capacidad de hacer pinza con las manos, la coordinación ojo-mano a lo que llamamos grafomotricidad y que podemos desarrollar con actividades como esta. Esta torre de cubos de Janod se ajusta a lo que buscamos, con tan solo cinco bloques de madera de diferentes tamaños para que sea más fácil poner uno por encima de otro.
Para niños entre 1 y 2 años
En este caso, ya podemos pasar de los cubos a piezas que sean muy fáciles de manipular y con formas que les sean familiares, como pueden ser los animales. Para ello, un puzle como este de Vertbaudet es perfecto. Tiene gruesos botones para que sus pequeñas manos puedan agarrar las piezas de una manera sencilla y con las siluetas de los animales sobre una bandeja, así sabrán dónde encajar y ubicar cada uno de los animales. Promueve el desarrollo motor y, sin duda, la coordinación.
Para niños a partir de 2 años
Entre los 2 y 3 años, es mejor que empiecen a realizar puzles que no superen las cuatro piezas. Tendrás que desmontarlo y que lo repita mucho. Para que no se aburra, puedes elegir a sus personajes favoritos. En este caso, lo hacemos con los de la factoría Disney de Educa Borras, que todos suelen conocer ya a esta edad. Van desde las tres a las cinco piezas, todas ellas gruesas y fáciles de manipular. Con ellas, estimulamos la fijación de la atención, así como el desarrollo de la psicomotricidad e, incluso, la curiosidad.
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Para niños a partir de 3 años
Podemos darle cierto volumen a las piezas y pedirles ya, además, que aprendan a ordenar las piezas. Para hacerlo, lo más sencillo es utilizar las letras del abecedario o los números, marcando siempre la figura (aún no están preparados para reconocer por sí solos las cifras). Los rompecabezas como este de Vertbaudet, fabricado en madera, con las cifras del 1 al 20, que comienza a estimular la memoria del niño, además de promover el aprendizaje de las formas de los números.
Para niños entre 3 y 4 años
En esta franja de edad, seguiremos trabajando las mismas habilidades, pero podremos pasar ya de las cuatro a las doce piezas en cada puzle. Para ello, hemos escogido este de Clementoni que, aunque es de cubos y no de piezas, el número ya es elevado y permite crear muchas imágenes, potenciando la memoria visual. Estimula, además, el razonamiento lógico, pero también la creatividad.
Para niños a partir de 4 años
Cuando nos acercamos ya a los 4 años, es recomendable que vayan más allá de las formas y dibujos y que comiencen a familiarizarse con las letras del abecedario, los números o a reconocer ambientes, como la selva, el espacio o el océano. Para ello, los puzles como este de Educa Borras son perfectos, porque tienen piezas aún bastante grandes y fáciles de encajar, con una temática concreta y, además, muy divertidos. Al final, si queremos utilizar le juego como método de aprendizaje no debemos olvidarnos de esto.
Para niños entre 5 y 7 años
A partir de los 5 años, ya podemos ir aumentando poco a poco la dificultad de los puzles, desde lo más sencillo hasta algunos más complejos, pero siempre dejando que coja confianza. Para ello, tenemos este de Clementoni de 6 piezas en el que, además, le añadimos unos rotuladores para pintarlo antes o después. Y es que, aunque el tamaño de las piezas pueden ser un poco más pequeño, ya podemos quitarle color a las imágenes y degradar los bordes para hacerlo un poco más difícil.
Para niños a partir de 6 años
A partir de los 6 años, pueden empezar también a jugar con puzles en tres dimensiones, pues además de mejorar la memoria visual, también trabajan la paciencia (tienen un grado un poco más alto de dificultad) y aumentan la orientación espacial y la asociación geométrica entre las piezas. Para ello, hemos elegido este con el que podemos construir el sistema solar y luego, además, servirnos como decoración en la habitación.
Para niños entre 7 y 10 años
A esta edad, aún pueden pedir que montemos un rompecabezas con ellos, pero también es verdad que ya deberían empezar a saber gestionarlos por ellos mismos. Sin embargo, es importante compartir la reflexión, la motivación y seguir trabajando su autoestima. Además, podemos fomentar su curiosidad. Para ello, hemos elegido este puzle de Clementoni que tiene ya 250 piezas y que ha sido desarrollado con la temática geográfica como protagonista: los lugares de Europa y sus monumentos más representativos, con ese objetivo de aprendizaje siempre presente.
Para niños entre 10 y 12 años
A partir de los 10 años, se pueden resolver ya perfectamente puzles más complejos y en tres dimensiones. Nos gusta especialmente este de 1000 piezas (una cifra muy asequible) con la particularidad de que brilla en la oscuridad, pues sus piezas tienen colores neón. Así, además, será mucho más divertido. El aprendizaje, en este caso del sistema solar, está garantizado.
A partir de los 12 años
Cuando nuestro hijo es ya todo un adolescente, podemos acudir a los rompecabezas para adultos, mucho más completos y complejos, aumentando las piezas con tamaños hasta las 42.000 piezas o más, con dibujos y personajes divertidos, pero también de tinte histórico o que nos cuenten alguna historia. Como es el caso de este puzle de Educa Borras, donde el mundo pirata es protagonista. Con él, trabajarás mucho la paciencia de tu hijo y, como comentábamos en los primeros beneficios, seguirá gestionando la frustración, importante en esta etapa.