Hablar de adopción especial es hablar de niños con grandes necesidades que esperan una familia, y de familias con amor y felicidad suficientes para compartir con ellos.
Todos los países del mundo tienen programas de adopción especial para los menores con dificultades. Por ejemplo, en China es el Pasaje Verde; en Chile, la Lista de Adopciones Especiales... Esta es la situación y el procedimiento para adoptar a un niño con necesidades especiales en España.
¿A qué menores se incluye en la adopción especial?
Cuando hablamos de adopción especial nos referimos a todos aquellos niños para los que no se encuentra familia. Es, por tanto, una realidad que puede cambiar en el espacio y en el tiempo. Suele incluir a menores con discapacidad física, discapacidad intelectual, enfermedades infecciosas y enfermedades crónicas que van a requerir grandes cuidados durante toda la vida.
En este grupo, como relata Antonio Ferrandis, jefe de Servicio de Adopción Nacional e Internacional de la Dirección General de la Familia y el Menor de la Comunidad de Madrid, hay también otros niños, como grandes prematuros o menores que se han enfrentado a tóxicos durante la etapa prenatal y que tienen, por ello, secuelas impredecibles.
En algunos casos, los grupos de hermanos pueden entrar también en la categoría de adopción especial, pero no es lo habitual, pues en adopción nacional, muchas familias suelen ofrecerse también para este caso.
En cuanto a la edad del menor, no es en sí misma un factor para la adopción especial. Aunque sea un niño de más edad puede entrar en adopción nacional convencional, a no ser que tenga problemas conductuales graves o de otro tipo que requieran una atención muy especializada.
Además, hay otros niños, según destaca Antonio Ferrandis, que son los que se han sufrido lo que los técnicos denominan “adversidad temprana”. Son menores que nacen sin problemas, pero que han vivido en unas circunstancias tan difíciles de falta de atención, o de negligencia en los cuidados que han desembocado en una necesidad de atención especial.
De todos ellos, para los que más cuesta encontrar familias son para los que tienen discapacidad intelectual.
¿Cómo son las familias que se ofrecen?
Tal como explica Antonio Ferrandis, las familias que llegan a la adopción especial “son capaces de vincularse y querer a niños que van a necesitar más cuidados, y eso sin menoscabo de su felicidad y autorrealización”.
El 75% de las familias que se ofrecen tienen ya otros hijos, a diferencia de la adopción nacional convencional, donde solo el 25% de los que se embarcan en el proceso tienen más retoños.
Hay que tener en cuenta que, más que de un proyecto de pareja, adoptar a un niño con necesidades especial es un proyecto de familia. “Cuando un niño es adoptado no pasa solo a ser hijo, sino hermano, sobrino, nieto, vecino, escolar...”, destaca el experto. Esto supone una implicación de todos y en ese sentido también es recomendable contar, incluso antes de la llegada del niño a la familia, con el apoyo de las asociaciones que puedan orientar, acompañar y apoyar en cada caso concreto.
La decisión final de adoptar o no, como sucede con cualquier otra paternidad, debe ser de los adultos, pero sí es aconsejable implicar al resto de los hijos en el proceso para que puedan entender los cambios que pueden surgir y la mucha atención que sus padres van a tener que dar al nuevo miembro de la familia.
Atender, cuidar y querer a un niño con necesidades especiales puede no resultar fácil y es muy frecuente que la vida familiar se altere, al menos al comienzo. “Hay que ‘sudar la camiseta’, pero luego todo se integra y se normaliza”, tranquiliza Antonio Ferrandis.
Así es el proceso de adopción especial
Para adoptar a un niño con necesidades especiales hay que seguir el mismo procedimiento que en una adopción convencional:
- Presentación del ofrecimiento.
- Cursillo de formación.
- Valoración psicosocial a cargo del equipo técnico.
- Obtención del certificado de idoneidad.
La única variación es que algunos requisitos, como el de la diferencia máxima de edad entre padres e hijos, aquí no es tan estricto.
La filosofía de este tipo de adopciones es que “el niño no espera, el que espera es el adulto”, según explica Antonio Ferrandis. Esto significa que siempre hay familias preparadas para cuando pueda surgir la necesidad. De ese modo, si, por ejemplo, nace un niño con síndrome de Down que pasa a la tutela del Estado, no hay que esperar a formar a una familia para que lo adopte. Ya habría varias familias preparadas y se elegiría a la más idónea para él. Y siempre son necesarias estas familias porque en cualquier momento puede haber un niño en situación de desamparo.
En los últimos años cada vez hay más coordinación entre comunidades autónomas, lo que ha permitido agilizar el proceso. Esto implica que si en una comunidad no hay familias con el perfil requerido, se solicitan a otra para que el menor encuentre un hogar en el menor tiempo posible.
Como en cualquier otra modalidad, la adopción especial es irrevocable. La filiación es de pleno derecho y para siempre. Y, tal como resalta el experto, “no hay fracaso en la adopción especial. Son familias capaces de querer a ese hijo con todos sus problemas”.