Entre las nuevas expresiones que hemos aprendido estos últimos meses debido al coronavirus está la de “fatiga pandémica”. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha definido como “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”.
Es, pues, una realidad común que afecta más pronunciadamente a algunos grupos como el de los adolescentes. ¿De qué forma actuar desde la familia?
La fatiga mental de los adolescentes
La vida ha cambiado de forma radical para todos en este último año. Las consecuencias para los adolescentes, que necesitan del contacto social y de sus iguales como parte fundamental de su desarrollo, están siendo notorias. En muchos puede detectarse la fatiga pandémica.
“En los adolescentes se expresa en un profundo cansancio personal, que repercute directamente en su ámbito más directo como es la familia y el instituto”, explica Verónica Rodríguez Orellana, directora de Coaching Club. Además de una relajación en las normas de protección, todo esto se traduce en dificultades para dormir , falta de concentración , sensación de inseguridad y apatía , según detalla la experta.
Superar el estrés emocional de la pandemia
Las circunstancias de la pandemia han puesto a muchas familias al límite en distintos ámbitos, pero los adolescentes siguen necesitando contar con un pilar fuerte que les sostenga emocionalmente.
Para Verónica Rodríguez, estas son algunas formas efectivas de ayudarlos:
- Fomentar el deporte, la alimentación saludable y el descanso.
- Tener una comunicación franca y directa con ellos.
- Enseñarles a asumir que juntos como familia se puede superar la situación.
- Hacer actividades juntos o por separado, dentro de las posibilidades que existen.
- Compartir las preocupaciones, planteando alternativas.
Cuando no cumplen las normas
Hay circunstancias que no se pueden cambiar como las restricciones de movilidad y la obligatoriedad de medidas de seguridad, ante las que algunos adolescentes ya empiezan a rebelarse. De hecho, según los datos de Coaching Club, las terapias de familia han aumentando de forma exponencial en los últimos meses por las problemas que surgen cuando los adolescentes se saltan estas normas.
“La familia necesita trabajar con la puesta de límites muy claramente. En la vida en general y en la pandemia en particular, los límites funcionan como la posibilidad de cuidarte y cuidar al otro”, destaca Verónica Rodríguez Orellana.
En este sentido, apunta que “si los adolescentes se sienten parte del ‘equipo familia’, sabiendo que son protagonistas de los cuidados para la familia, el incumplimiento de normas baja sustancialmente”.
¿Qué aporta la terapia de familia?
Cuando en el seno de la familia no se pueden superar las circunstancias adversas que conlleva la pandemia, una buena opción es recurrir a terapia. Es una forma de que todos los miembros puedan exponer sus pensamientos y emociones más profundamente y sin reproches.
“El escenario es un profesional que los escuchará sin juzgar y estará disponible para ayudar a reorganizar aquellas cosas que se han desestructurado”, afirma Verónica Rodríguez Orellana. “El solo hecho de darle la posibilidad a un adolescente de ser escuchado sabiendo que no tendrá consecuencias negativas, suele ayudar muchísimo a aliviar las tensiones y hostilidades con las que puede llegar la familia”, subraya.