La visión del recién nacido no es la de un bebé ni la de un adulto. Su capacidad visual , si no hay ningún problema, irá conformándose y perfeccionándose, una vez fuera del vientre de su madre.
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Aunque el pediatra valorará cómo está siendo su evolución visual en las revisiones periódicas, conviene conocer las etapas por las que va a pasar para poder detectar, en cuanto apareciera, algún problema en este sentido.
La visión en sus primeras semanas de vida
Los bebés que acaban de nacer tienen una visión muy pobre. Estas son sus características:
- Ve solo bultos y sombras. Hasta que no pasen unas semanas no gana en calidad.
- Es muy sensible a la luz brillante, pues sus pupilas son muy pequeñas, por lo que no pueden recibir una gran cantidad de luz.
- Tiene la visión lateral más desarrollada que la visión central.
En las primeras semanas de vida, esto irá mejorando. Así, en dos semanas las retinas ya se han desarrollado mejor, por lo que la pupila puede ir admitiendo más luz. Esto le lleva también a empezar a distinguir entre claro y oscuro y a preferir las formas grandes y brillantes.
También empieza a conseguir centrarse en el adulto y a enfocar lo que tiene a una distancia de unos 30 centímetros si está justo delante de él (es aproximadamente la distancia de su madre cuando le da de mamar ). Paulatinamente, esa capacidad para enfocar será mayor, lo que le permitirá mirarse las manos e ir perfilando la coordinación motora de los ojos.
Así, hacia los dos meses ya debería ser capaz de seguir con la vista un objeto en movimiento y a los tres meses, podría golpear con su mano un objeto cercano.
¿Es normal que bizqueen?
Los ojos de los bebés no funcionan bien juntos durante los dos o tres primeros meses de vida. No hay buena coordinación entre ellos, y por eso a menudo bizquean. Es algo normal, pero que hay que vigilar, pues a partir de esa edad, tendrían que estar bien coordinados.
“Hay niños que ya manifiestan esa desviación desde recién nacidos y es un estrabismo que debe ser valorado desde los primeros momentos, así como cualquier alteración que su pediatra considere”, advierte el Dr. Carlos Laria Ochaita, director en España de la Unidad Oftalmológica Pediátrica y de Estrabismos de la Clínica Baviera y vicepresidentes de la Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica.
¿Cuáles son las señales de alarma?
Hay determinados síntomas visuales o condiciones médicas que hay que valorar en cuanto se presenten, porque alertan de problemas. Son los siguientes:
- Prematuridad. “La prematuridad puede tener un alto riesgo para la visión del niño. Los niños prematuros deben ser vistos por un oftalmólogo especializado para confirmar que su retina se haya formado o se esté completando su desarrollo debidamente”, advierte el Dr. Carlos Laria.
- Alteración en los reflejos de la pupila.
- Manchas en la pupila.
- Movimientos anormales en los ojos.
- Retraso significativo en el seguimiento de objetos.
- Uno de los ojos se vuelve constantemente hacia la nariz o hacia afuera.
Los problemas de visión puede tener un alto impacto sobre el desarrollo del niño en un futuro, por lo que es importante detectarlos en cuanto sea posible.
¿Cómo deben ser las revisiones oftalmológicas?
Durante los controles habituales de salud, el pediatra valorará la función visual del bebé. Si nota cualquier alteración, pedirá un estudio más a fondo. No obstante, el Dr. Carlos Laria recomienda una primera revisión durante el primer año de vida con el oftalmólogo. “Es este el que, tras dilatar la pupila del niño, podrá valorar correctamente el desarrollo de sus órganos visuales y, consiguientemente, de su visión”, destaca.
“Es totalmente imprescindible la dilatación pupilar para poder valorar la visión y el correcto desarrollo de los órganos visuales de un recién nacido y descartar cualquier alteración que pudieran tener sus ojos durante el desarrollo y que pudieran condicionar problemas visuales futuros”, explica el oftalmólogo.