En sus primeros meses de vida, el bebé puede necesitar un cambio de pañal cada pocas horas, por lo que la higiene de la zona genital se convierte en una rutina muy habitual. Es importante llevarla a cabo de manera adecuada para evitar irritaciones en una piel muy delicada. Hay que tener en cuenta que la epidermis (la capa más externa) puede ser hasta un 30% más fina que la del adulto, por lo que está mucho más expuesta a irritaciones.
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Los bebés pueden manchar o mojar el pañal una media de ocho veces al día, por lo que el aseo genital es continuo. La forma de hacerlo es distinta si se trata de niños o de niñas, aunque hay unas pautas comunes.
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Así debe ser cuando es una niña
Para la higiene de la zona íntima de las niñas hay que seguir una regla clara: siempre ha de lavarse de la zona delantera hacia el ano.
La razón es que si se hiciera al contrario, algunas bacterias presentes en las heces, podrían entrar en contacto con el canal urinario y provocar infecciones de orina o vaginales.
Será una limpieza que comenzará en la parte inferior de la tripa, para seguir por la vulva y acabar en la zona del culete. En los pliegues también puede quedar suciedad y por la acumulación de humedad son un lugar de riesgo, por lo que hay que limpiarlos también y asegurarse de que queden bien secos.
Si la niña hace caca, parte de esta puede quedar oculta en el interior de los genitales. Conviene insistir entonces en la vulva (labios menores), pero con mucho cuidado.
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Y así cuando es un niño
En el caso de los niños, también se recomienda siempre limpiar de delante hacia atrás, “aunque con ellos habría menos riesgo de infección que en las niñas”, explica Eva Muñoz González, matrona de BluaU de Sanitas.
La piel del prepucio puede quedar con restos de orina y suciedad, por lo que, siempre que el pediatra no lo desaconseje, durante la higiene genital se puede intentar retraer muy cuidadosamente sin forzar.
Esas adherencias del prepucio son normales en el recién nacido, por lo que no hay que hacer ninguna maniobra brusca ni indican, necesariamente, la presencia de fimosis.
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Qué hacer si el niño tiene fimosis
Ya sabemos que al nacer todos los bebés presentan ciertas adherencias en el prepucio que pueden evolucionar o no hacia una fimosis. Es hacia los tres años de edad cuando ya se puede determinar si la hay o no. En el caso de que se confirme, el lavado de la zona se realizará de la forma habitual (de delante hacia atrás) e intentando retraer un poco, con mucho cuidado, y sin forzar, el prepucio.
Las maniobras bruscas para retraer el prepucio que se hacían unos años eran muy dolorosas para el niño y podían provocar heridas que, con la cicatrización, volvían a generar un problema. Por eso ya no se aconsejan.
En todo caso, en niños con muchas adherencias en el prepucio, “si se produjeran infecciones frecuentes o molestias a largo plazo, lo indicado es consultar con el pediatra para que valore una intervención quirúrgica”, detalla la matrona. Además, hay otras posibilidades como cremas con corticoides para resolver la situación, en los casos menos graves.
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Los productos de aseo más adecuados
La piel del bebé es muy delicada en sus primeros meses, pues aún no cuenta con la protección que irá adquiriendo con el tiempo. Es así, porque sus defensas no está activas frente a todas las bacterias a las que se va a enfrentar, lo que hace que sea más vulnerable ante agresiones externas.
Además, pierde agua con más facilidad, por lo que está más expuesta a la deshidratación, y es más fina.
Los genitales son especialmente sensibles, por lo que hay que elegir muy bien los productos dedicados a la higiene de la zona. Para el lavado diario, lo mejor, para Eva Muñoz González, es “agua y jabón lo más neutro posible y con la menor cantidad de productos químicos (cualquier gel específico para recién nacido es válido)”.
No es necesario usar esponja, pues la fricción puede irritar la piel, pero si se usa, mejor que sea natural.
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Toallitas: ¿sí o no?
“Siempre que se pueda, hay que evitar el uso de toallitas, ya que pueden irritar la piel del bebé o empeorar una situación ya existente”, advierte la matrona de BluaU de Sanitas.
Cuando el cambio de pañal se produce en casa, lo aconsejable es valerse de agua y jabón. El jabón se empleará en pequeñas cantidades y se elegirá uno con pH neutro o ligeramente ácido y que no contenga perfume. De esta forma no se altera el manto graso de la piel del bebé que le sirve de protección.
Si se está fuera de casa y hay que usar las toallitas, la recomendación de la experta es “elegir aquellas que no contengan perfume ni alcohol y estén fabricadas de algodón. Cuantos menos componentes lleven, mejor”.
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Qué hacer si aparecen irritaciones
Cuando hay irritaciones en la zona del pañal, el uso de toallitas está desaconsejado. En su lugar, hay que utilizar agua y esponja.
Tras el lavado, “hay que secar a toques, sin arrastrar, para no dañar la piel, y aplicar una crema específica para la zona del pañal (pasta al agua con óxido de zinc)”, detalla la experta.
Si, pasados unos días, no hubiera una clara mejoría o si aparecen heridas en la piel, hay que llevar al bebé al pediatra para que lo valore. Puede tratarse de una dermatitis del pañal, que es muy frecuente, o de otra infección o complicación derivada de esta que precise de algún tratamiento tópico, como la candidiasis o la infección por estreptococo o estafilococo.