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Bebés

Cómo evitar atragantamientos en el bebé: los alimentos más peligrosos

Todos los que debes evitar y cómo reaccionar


26 de marzo de 2021 - 18:49 CET

Durante sus primeros meses de vida hay que extremar la vigilancia sobre el bebé para que no se atragante. Hay una serie de alimentos que conllevan más riesgo que en muchas ocasiones pueden parecer inocuos. Por eso hay que conocer con detalle cuáles son. Además, es muy importante saber reaccionar en el caso de que se produjera un atragantamiento. Los pasos a seguir son distintos en bebés que en niños mayores.

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¿Se puede atragantar mamando?

Durante los primeros meses de vida, el sistema de deglución del bebe aún no está perfeccionado, por lo que puede haber pequeños atragantamientos cuando está mamando. No suelen ser graves y se resuelven de manera espontánea en la mayoría de las ocasiones, pero si fueran muy frecuentes lo aconsejable es consultar con el pediatra para que pudiera hacer una valoración más completa.

Hay varias técnicas para minimizar esos leves atragantamientos durante la toma; el secreto está en adecuar la técnica de la lactancia.

El Dr. César Feliu, pediatra y miembro de Doctoralia, recomienda “sacar un poco del leche antes de iniciar la toma para evitar que las primeras succiones desencandenen una eyección de leche potente que el bebé no sea capaz de tragar bien y provoque el atragantamiento”. Otro consejo es modificar la postura poniéndolo más vertical (método de Kassing).

Si el niño toma lactancia artificial, habrá que “usar las tetinas apropiadas a la edad y condición del bebé para que no salga más leche de la cuenta del biberón ”, resalta.

Si se produjera un atragantamiento durante la toma, lo primero que hay que hacer es mantener la calma, “pues parando e incorporando al bebé y dejándolo toser libremente se suelen resolver la mayoría de estos episodios”, indica el experto. “En este punto es importante no agitar al bebé ni hacerlo llorar”, puntualiza.

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El riesgo de los alimentos crudos y duros

A partir de los seis meses, el bebé ya puede iniciarse en la alimentación complementaria , añadiendo nuevos alimentos a la leche, que seguirá siendo la base principal de su menú.

No todos los alimentos o sus formas de presentación son adecuados por el riesgo de atragantamiento. Así, hay que evitar “todos los alimentos duros que el lactante no sea capaz de aplastar con la lengua y el paladar”, advierte el Dr. Feliu. Es el caso de la zanahoria y el apio crudo o de otras verduras con la misma consistencia.

No hay que desecharlos de la dieta infantil, pero sí elegir otras formas para dárselos al bebé, como en puré o hirviéndolos previamente.

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Frutos secos enteros, no hasta los cinco años

Los frutos secos enteros conllevan un gran riesgo de atragantamiento en los más pequeños. Por eso no se deben ofrecer ni siquiera en trozos pequeños (por el riesgo de aspiración) hasta que el pequeño tenga cinco años.

Esto no significa que haya que renunciar a ellos en la dieta del bebé, pues tienen propiedades nutricionales muy valiosas. La mejor alternativa es molerlos, incorporándolos a alguna salsa o al puré.

En este grupo de riego a evitar se encuentran también las palomitas de maíz, los caramelos duros y las chucherías en general, que, además del peligro que conllevan, tienen muy poco valor nutritivo y que habría que sustituir por otros picoteos saludables.

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Salchichas y uvas, de los más peligrosos

Las salchichas y las uvas son alimentos de consistencia blanda que provocan muchos atragantamientos graves e incluso fatales entre los niños pequeños. El problema es que suelen producir una oclusión completa de la vía aérea.

“Estos alimentos se deben evitar y si se ofrecen, deben ser cortados a lo largo y nunca en rodajas”, señala el pediatra de Doctoralia.

Igual pasa con frutos pequeños con hueso, como las aceitunas o las cerezas, que habría que dar al niño sin hueso y cortados de forma longitudinal.

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Ojo con los embutidos loncheados

Los embutidos loncheados como el jamón cocido pueden ser muy socorridos en un momento de hambre del bebé. Pero también entrañan sus riesgos.

“Pueden provocar ahogamientos, y es importante que estén bien desmenuzados, en trocitos pequeños y sin grasa alguna”, recomienda el Dr. César Feliu.

Cuando el niño esté comiendo conviene siempre vigilarlo y estar cerca de él para que no se lleve demasiada cantidad a la boca que pueda provocar algún accidente, aunque se hayan tomado otras medidas como cortar bien los alimentos previamente.

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Las galletas, nunca enteras

En la alimentación infantil , las galletas no deben ser un producto habitual, pero cuando se den al bebé es importante que no se le ofrezcan enteras.

Sucede igual con las patatas fritas, “que habrá que dar en trozos muy pequeños y siempre bajo nuestra supervisión”, indica el pediatra.

Otros elementos en los que hay que aumentar la vigilancia son en los panes con semillas y pasas. “Hay que evitar también los guisantes y el maíz”, recalca el Dr. Feliu.

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¿Qué bebés tienen más riesgo de atragantamiento?

Algunas condiciones médicas hacen que determinados bebés tengan más riesgo de atragantamiento que otros.

Así, por ejemplo, el reflujo gastroesofágico , en el que parte del contenido gástrico refluje a la boca, puede hacer que aumente el riesgo de atragantamiento, tanto durante las tomas como tras las mismas.

Además, según relata el experto, los niños con malformaciones en el paladar (como la hendidura palatina), los prematuros en los que su sistema de deglución aún es inmaduro, o bebés con problemas neurológicos como la parálisis cerebral “pueden tener alteraciones en la deglución que hacen que el riesgo de atragantamiento sea muy elevado”.

En estos casos, el pediatra y los distintos especialistas deberán hacer un seguimiento estrecho y pautar las recomendaciones específicas para minimizar el problema cuando el niño esté comiendo.

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Actuar eficazmente ante el atragantamiento

Afortunadamente, la mayoría de los atragantamientos se resuelven por sí solos, ya que la tos que se desencandena de forma espontánea suele acabar con el problema.

Así, cuando el niño se atraganta, hay que mantener la calma, incorporarlo y ponerlo erguido y animarlo a toser (sin provocarle el llanto ni metiéndole a ciegas el dedo en la boca).

Si con esto no fuese suficiente y el niño corre riesgo de asfixia, se debe actuar de la siguiente forma, según relata el Dr. César Feliu: “Hay que girarlo suavemente y apoyarlo sobre nuestro antebrazo, con la espalda mirando hacia nosotros y la cabeza inclinada hacia abajo para que la leche o el cuerpo extraño salga por la gravedad”.

Si aun así el niño no respira bien y ha dejado de toser, “hay que pedir ayuda y provocarle una tos artificial, dándole cinco golpes en la espalda con el talón de la mano, para hacer que el cuerpo extraño salga”, explica el pediatra.

Tal como detalla el Dr. Feliu, cuando el niño pierde el conocimiento, hay que llamar al 112, abrir su boca e intentar extraer el cuerpo extraño, pero solo si este es visible y accesible. En el caso de que no fuese así, se iniciarían maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP), siguiendo las indicaciones telefónicas del equipo de emergencias.