Las últimas estadísticas realizadas en los países occidentales apuntan a que tan solo el 40% de las madres continúan con la lactancia materna pasados los seis primeros meses de vida del bebé. Los motivos pueden ser médicos o porque, por ejemplo, les resulta difícil compatibilizarla con la incorporación laboral, siendo una decisión totalmente personal. En este momento, optamos por fórmulas comerciales que intentan continuar esa lactancia materna de una manera artificial. De ahí que se llamen leches de continuidad.
Sin embargo, la industria ha dado un paso más y, además de ofrecerte estas leches de continuidad, han creado desde hace unos años las leches enriquecidas o de crecimiento. Pero ¿qué tienen de especial estas leches? ¿son todas iguales? ¿son saludables para mis hijos? Las dudas surgen y es normal. Para entender en qué consisten, hemos hablado con Alba Padró, consultora internacional de lactancia y cofundadora de la aplicación LactApp e IBCLC.
¿Qué son las leches de continuidad?
Las leches de continuidad son fórmulas comerciales para lactantes que se fabrican buscando ser lo más parecidas posibles a los nutrientes que contiene la leche materna. Su composición está regulada y, en el entorno de la Unión Europea, existe legislación específica de obligado cumplimiento. Así nos lo confirma Padró, que nos dice que “la composición de las leches artificiales está regulada por el Real Decreto RD 867/2018, del 23 de mayo, que aprueba el Reglamento Técnico-Sanitario Específico que determina la cantidad de nutrientes que deben llevar las leches, tanto de Tipo 1 como de Tipo 2. Además, existe un Codex Alimentarius que determina con gran precisión qué cantidad de cada nutriente debe llevar la leche para lactantes”.
Así, a partir de la leche de vaca (aunque también a partir de preparados de leche de cabra o de soja), con diferentes procesos, se consigue un producto similar en composición a la leche humana que los niños de menos de un año sean capaces de tolerar.
Aunque los beneficios que aporta la primera con respecto a estas últimas son incomparables, estas leches artificiales, como afirma Padró, son perfectamente saludables y “todas ellas se basan en una receta perfecta que es la leche materna. A partir de ahí, cada marca intenta añadir o modificar ingredientes para hacerla lo más parecida a ella. Ahí es donde residen sus diferencias y, por supuesto, estas son grandes con respecto a la leche humana. Pero decirle a una madre que una es mejor que otra no es cierto, porque todas se controlan por una regulación y las variaciones entre unas y otras son mínimas”.
¿Qué tipos de leche de continuidad existen?
Para entender qué es una leche enriquecida, debemos clasificar primero las leches artificiales:
- Leche artificial de Tipo 1 o de inicio, aptas para bebés desde el nacimiento hasta los 6 meses de vida.
- Leche artificial de Tipo 2, que van desde los 6 hasta los 12 meses.
- Leche artificial de Tipo 3, que son las leches de crecimiento, que pueden darse a partir de los 12 o los 18 meses hasta los 3 años y que son un producto a medio camino entre las leches de continuación (Tipo 1 y Tipo 2) y la leche de vaca.
Las leches enriquecidas se situarían en este último tipo de leches artificiales con un aporte extra de vitaminas, proteínas o minerales que se elaboran con materias y procesos de producción que cambian su composición y valor nutricional. Pero, ¿son realmente necesarias y saludables?
¿Son saludables las leches enriquecidas?
Como afirma Padró, “las leches enriquecidas se han empezado a fabricar hace apenas unos años, con el objetivo de que la industria de continuación al mercado de las leches Tipo 1 y Tipo 2. Así, han creado leches enriquecidas o de crecimiento. Estas últimas, que pueden darse al niño a partir de 1 año, en realidad, no son necesarias”. Y el motivo es fácil, su cantidad de azúcar.
Así nos lo indica Padró, “estas leches llevan muchísimo azúcar (directo o indirecto) y, en la mayoría de las ocasiones, los nutrientes con las que están enriquecidas apenas tienen biodisponibilidad oral. Es decir, las puedes tomar, pero esos nutrientes no se absorben bien por el organismo”. Si a ello le sumas su elevado precio, los beneficios no salen a cuenta.
Por ello, Padró es clara “este tipo de leches no son saludables ya que, a partir del año, que es cuando se comenzaría a consumir este tipo de leches, un niño ya está preparado para tomar leche de vaca entera (si en su casa así se consume) o seguir con la leche materna. Directamente, no son necesarias”. Así lo confirma también la Organización Mundial de la Salud (OMS) y diferentes instituciones nacionales, en dos sentidos:
- La biodisponibilidad de la leche humana es muy buena y, sin duda, superior a los productos lácteos artificiales, con lo que el porcentaje de calcio que absorbe nuestro hijo es mucho mayor. Si las leches artificiales siguen la regulación implantada (y, por tanto, intentan parecerse a esa receta perfecta), aunque no tengan esa biodisponibilidad de la leche humana, con ellas (y sin enriquecimientos), tienes suficiente.
- A partir de un año, nos debemos quedar siempre que sea posible con la leche entera de vaca.