Para fomentar la creatividad de tus hijos, aprende a usar la programación neurolingüística
Conocida también como PNL, responde a la pregunta de cómo se crea la realidad en que vivimos. Se basa en tres pilares fundamentales: el respeto al otro, la gestión de las emociones y la propia experiencia para reforzar la autoestima de los niños, uno de los primeros pasos para educarle de manera global y en comunidad.
La infancia es la mejor edad para el aprendizaje. El niño es mucho más receptivo a los estímulos y, durante esta etapa, es relativamente sencillo que el niño adquiera conocimientos y aptitudes que luego se pueda llevar a la edad adulta. Por eso, es un momento que debemos aprovechar. Y debemos hacerlo para conseguir una educación de 360 °C, que incluya también el desarrollo de su creatividad. No vale solo con potenciar el desarrollo de su pensamiento cognitivo o racional, sino también aquel que aún conserva una gran capacidad de imaginación, el que regula la intuición o la autoestima.
Existen multitud de formas de hacerlo, con actividades de diversa índole y que nos hablan de la importancia de cultivar una infancia creativa para educar a los más pequeños en la autosconsciencia, en valores humanos y, sobre todo, en el respeto y la libertad. Una de las últimas herramientas es lo que se conoce como Programación Neurolingüística (PNL) y, sobre ella, hemos querido hablar con Susanna Arjona, licenciada en Ciencias de la Educación y Pedagogía Terapéutica, que en su último libro Cultivar una infancia creativa (Amat Editorial) nos muestra cómo basarnos en el respeto, en la gestión de las emociones y en la propia intuición para construir una buena autoestima en nuestros hijos. Este será el primer paso para educarle de manera global y en comunidad.
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¿Qué es la Programación Neurolingüística (PNL)?
Es el arte de estudiar cómo creamos la realidad de forma subjetiva. Es decir, cómo pienso lo que pienso, hago lo que hago y me pasa lo que me pasa. Se basa en estudiar los patrones que nos guían, patrones inconscientes que aprendimos durante los 7-8 años de vida y en base a los cuales hemos construido todo lo demás. Nos guste o no, no somos tan originales, funcionamos en base a cosas que nos resultaron productivas en un determinado momento, los patrones de conducta, y que cuando somos adultos ya no nos son tan útiles. Por eso en algunas áreas nos vemos limitados o sin éxito. La PNL respondería a la pregunta de ¿cómo creamos la realidad que vivimos?
¿Cuáles serían los pilares para cultivar esa infancia creativa de la que nos hablas?
1.- La principal base para mí sería la sencillez. El simplificar las cosas y seguir el ritmo de las cosas. Para los adultos también sería útil esto. Ser más sencillos.
2.- Después estaría el respeto hacia el niño, con lo que es y con lo que hace. Respetar su forma de comunicarse, sentir y sus intereses, sin intervenir demasiado. Acompañar sin imponer.
3.- El silencio y la calma. Mejor aprender y crecer con calma que aprender con estrés y presión, como desgraciadamente está pasando ahora.
4.- Otro pilar básico es permitir el ser creativo, dejar fluir la creatividad sin limitarla. Lo cual sería el permiso de ser lo que uno es y también el movimiento de dejar espacios vacíos, incluso espacios de aburrimiento. El aburrimiento es el mejor aliado de la creatividad.
5.- Menos pantallas. Casi que diría pantallas cero hasta los 12-13 años, cuando el niño y la niña ya empiezan a madurar como personas y empiezan a tener más criterio propio y empiezan a saber regularse.
6.- Naturaleza. Vivir más en contacto con la naturaleza, llevar la naturaleza al aula y a casa, y ser más naturales, respetuosos y compasivos con nuestro entorno.
7.- La exploración, de uno mismo y de todo lo que nos rodea. Y para educar así, hace falta tiempo y tiempo de calidad.
¿Estarían incluidos tanto nuestra mente como nuestro cuerpo?
Por supuesto, la mente, el cuerpo, las emociones y también nuestras relaciones. Somos un todo, necesitamos vivirnos como un todo unido, sin separación. Aprendemos y creamos con toda nuestra neurología, con todo lo que somos, con toda la información de nuestro ser. Creer que aprendemos o creamos sólo desde el cerebro es un error. En realidad, la información cognitiva es muy limitada en comparación con la información que vive en todo nuestro cuerpo y nuestro ser.
¿Qué efectos positivos tendría el hacerlo en la edad adulta?
Pues principalmente nos ayudaría a reparar aspectos de nuestra infancia, donde no pudimos explorar nuestro universo creativo, bien porque no estuvo permitido, bien porque nuestros padres no sabían más o por otras circunstancias. En la creatividad además encontramos soluciones sencillas a problemas o dificultades emocionales, a veces complejos.
¿Por qué nos resulta tan complicado a los padres gestionar las emociones de nuestros hijos?
Para hacer eso, primero tendríamos que saber gestionar las nuestras y en eso estamos, en aprender los adultos, qué emociones nos guían. Nadie nos enseñó. Vivimos en una sociedad que ha potenciado al máximo lo cognitivo en detrimento de lo emocional, cuando lo emocional, en realidad es lo que nos guía en la vida.
Las emociones son información intuitiva, son mensajeras de nuestras realidades más profundas. Y son en realidad maestras de vida. Escucharlas y atenderlas es básico. Hay que vivirlas como compañeras de camino que actúan a nuestro favor, para nuestro bienestar. Pero además hay algo importante en el tema de nuestros hijos, queremos que sean felices, que la vida les sea fácil, que no se frustren. Y a veces las cosas no son así, a nuestros hijos les pasan cosas y nos duelen nuestros hijos. Por eso, puede resultar difícil atenderlos emocionalmente justo cómo lo necesitan y en el momento en que lo necesitan, porque sus emociones se mezclan con las nuestras y con nuestras expectativas de cómo deberían ser la cosas o con las expectativas que nos habíamos hecho con nuestra familia.
¿Se puede ‘entrenar’ la intuición?
La intuición es algo natural, espontáneo que siempre está ahí, hablando en voz baja y con calma. Así que, entrenar la intuición, para mí, no es posible. Lo que sí es posible es entrenar la capacidad de escucharla, de parar, de generar silencio interior, de conocer sus mensajes y confiar en ellos. De darle un espacio que habitualmente no le damos y confiar, casi que ciegamente, en que nos guiará de forma sana. Se requiere un trabajo o el entrenamiento de conocernos a nosotros mismos para saber cuándo está hablando y guiándonos nuestra intuición.
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No solo se educa en familia, sino también en sociedad, como dice el título de tu libro, ¿qué significa exactamente?
Como bien dice José Antonio Marina “para educar a un niño hace falta toda la tribu”. Francesco Tonucci habla de ciudades educadoras, haciendo referencia a lo mismo. Nos necesitamos a todos para educar. Es cierto que cada familia tiene su estilo, sus valores, su forma de hacer las cosas, pero el entorno que rodea al niño, la ciudad donde vive, el sistema de valores culturales en el que se mueve, etc, también tiene que ser educativo.
Más que educar en sociedad, sería algo así como educar en comunidad. Que la educación fuera tan importante, que lo es, que cada miembro de la sociedad entendiera su papel educativo: desde el dependiente del supermercado, el pediatra, la conductora de autobús. Todo es educativo en realidad en la vida de un niño. Así que, educar en comunidad requeriría un cambio enorme de valores a nivel social, que el consumismo y el lema de tener todas las horas ocupadas desapareciera. De hecho, sería un cambio de paradigma, donde los ciudadanos fueran la prioridad, no el consumo y el dinero, sino las personas. Como bien he dicho otras veces con el tema del cambio climático, no estamos en realidad en una crisis a nivel de cambio climático, estamos ante una crisis humana.
Y, de hecho, la pandemia lo ha constatado. Nos hemos olvidado de lo humano importante: la presencia, la ternura, el cariño, los abrazos, el tener tiempo, el respirar, el cuidar nuestra salud, el contactar más con la naturaleza. Con tanto estrés nos estamos olvidando de vivir. Por eso, la educación es cosa de todos, de la comunidad, de la sociedad. Estamos educando nuestro futuro y eso está sucediendo hoy.