Entre el 12 y el 15% de las parejas no pueden conseguir el embarazo tras un año de relaciones sexuales sin protección. Es decir, tienen problemas de infertilidad . Es una situación que genera un gran sufrimiento entre los afectados, aunque, afortunadamente, las técnicas de reproducción asistida pueden resolver muchos de esos casos. Entre ellas está la fecundación in vitro, una de las más utilizadas.
La fecundación in vitro (FIV) consiste en unir el óvulo y el espermatozoide en el laboratorio (por eso se denomina in vitro) para ser fecundados. El proceso comienza con una estimulación hormonal de la mujer a la que se le extraerán posteriormente los óvulos. Estos óvulos serán fecundados con el esperma de la pareja, o de un donante, para obtener embriones. Tras unos días de evolución en los que se observa y se analiza el desarrollo de los embriones, se transfiere el que mejor estado presente. Después, tocará esperar para comprobar si ha “anidado” en el útero de la mujer y, por consiguiente, hay embarazo.
¿Hay distintos tipos de FIV?
El tratamiento se puede personalizar en función de las características de los pacientes, y hacer distintos tipos de estimulación, utilizar gametos ( óvulos o espermatozoides) propios o donados, transferir los embriones en distintas fases... Tal como explica la Dra. Elena Santiago, ginecóloga experta en fertilidad de la Clínica Tambre de Madrid, en la FIV ‘clásica’ los óvulos se dejan en un medio de cultivo junto a los espermatozoides para que se produzca una fecundación espontánea.
“Existe otra técnica llamada ICSI (microinyección espermática) donde los embriólogos seleccionan un espermatozoide y lo inyectan directamente en el óvulo para que se produzca la fecundación. Es la más utilizada en la actualidad”, destaca.
¿En qué casos se recurre a la fecundación in vitro?
La fecundación in vitro tiene unas indicaciones precisas, según detalla la especialista de la Clínica Tambre (www.clinicatambre.com):
- Cuando hay un factor de infertilidad masculino moderado-grave.
- Cuando el factor de infertilidad femenino sea la edad ( ser mayor de 38 años ), una baja reserva ovárica, obstrucción de las trompas de Falopio, endometriosis moderada-severa.
- Cuando no se haya conseguido embarazo tras varias inseminaciones artificiales.
- Cuando haya causas genéticas que aconsejen analizar los embriones antes de transferirlos.
Cuando falla la FIV, hay que valorar “si se puede intentar otro ciclo, pero normalmente se ampliará el estudio con pruebas más específicas y se plantearán cambios en la estrategia de medicación o en las pruebas de laboratorio si se precisa”, indica la Dra. Elena Santiago.
¿Cuál es la tasa de éxito de la fecundación in vitro?
La fecundación in vitro tiene unos resultados diferentes según el caso, aunque se pueden establecer algunas generalidades. Si todo va muy bien, algunas parejas conseguirán el ansiado embarazo en el primer ciclo. No obstante, “más de la mitad de los pacientes necesitarán al menos dos ciclos para lograrlo”, advierte la ginecóloga.
La mayoría logrará tener éxito tras tres ciclos de FIV, aunque, desafortunadamente, hay parejas que después de estos intentos no lo han conseguido. ¿Qué se hace entonces? “Tras tres-cuatro ciclos sin éxito se valorarán otras opciones como la donación de gametos”, explica la Dra. Santiago.
¿Cuál es el precio de la FIV?
La infertilidad se puede tratar en centros públicos de la Seguridad Social o en centros privados. La sanidad pública solo admite pacientes menores de 40 años y, en la mayoría de las ocasiones, hay lista de espera que puede complicar aún más la situación.
En las clínicas privadas, el coste variará en función de las pruebas necesarias y de la técnica utilizada (según sea más o menos compleja). No obstante, una referencia puede ser un precio de entre 5.000 y 8.000 euros por ciclo de FIV.
¿Cómo ha avanzado la FIV en los últimos años?
Las técnicas de reproducción asistida están en constante evolución, incorporando mejoras y avances médicos y tecnológicos. Con respecto a la FIV, estos son los más recientes.
- Incubadoras time lapse. Permiten obtener imágenes de los embriones de forma constante para poder observar las divisiones celulares con todo detalle, “lo cual permite tener una información mucho más precisa de las posibilidades de éxito”, subraya la experta.
- Cultivo largo de los embriones. Supone dejar los embriones durante cinco o seis días en el laboratorio, en lugar de transferirlos antes a la mujer para que lleguen al estado de blastocisto. La razón es que los blastocistos son embriones con mayor capacidad de implantación. Así, hay dos ventajas fundamentales, según revela la ginecóloga de la Clínica Tambre: “Las tasas de embarazo son mayores que con transferencia de embriones en fases más tempranas (día dos o tres) e, idealmente, si la calidad del blastocisto es buena, recomendaremos transferir solo un embrión, por lo que evitaremos en mayor medida los embarazos múltiples , que siempre pueden conllevar mayores riesgos para la madre y el feto”.
- Técnicas de diagnóstico genético. Hacen posible seleccionar los embriones que no tienen problemas cromosómicos, antes de transferirlos. Hace unos años se analizaba al embrión en su totalidad, pero ahora se puede hacer una biopsia a unas pocas células “e incluso de forma no invasiva, analizando el medio de cultivo del embrión”, destaca la Dra. Elena Santiago.