El curso escolar, que se inauguró como siempre en septiembre y que ya ha tenido un recorrido suficiente como para hacer valoraciones, comenzó para muchos niños y niñas con ganas. Ver a sus amigos, jugar y aprender era su motivación. Pero había un concepto nuevo al que debían acostumbrarse y que, sin duda, trastocaría un poco la forma de hacer las cosas. Son los grupos burbuja.
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Una forma de reducir el número de contagios en los colegios agrupando a los estudiantes en clases con ratios más reducidas y sin contagio apenas entre los alumnos de grupos diferentes. Casi dos trimestres después, el impacto positivo en el control de los contagios es innegable, pero también ha reducido la vida social de los niños. Así nos lo confirma Sonia Martínez, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien, que nos dice que ya “estamos atendiendo a padres y madres preocupados porque sus hijos ya no quieren ir al colegio por encontrarse solos al haber sido separados de sus amigos. Muchos de esos niños y niñas, incluso, comienzan a referir problemas de estómago o de sueño”. Unos efectos que son síntomas que esconden “miedo a quedarse solos y a sentirse poco apoyados”, nos explica.
Según Martínez, el impacto de los grupos burbuja ya se está notando en las consultas, “sobre todo, en niños a partir de quinto curso -edades en las que los grupos ya están más establecidos y consolidados- y de colegios en los que, anteriormente a la pandemia, no tenían costumbre de mezclar las clases”. Con ella hemos hablado para saber cómo afecta a nuestros hijos y, en su caso, como ayudarles desde casa:
¿Existe una mayor incidencia de estas alteraciones o predisposición a ellas en algunos niños o en otros?
Los grupos burbuja están afectando, sobre todo, a los niños introvertidos, con dificultades en el desarrollo, dificultades sociales, también a los niños con alta capacidad o niños con círculos o intereses muy restrictivos. Suelen tener menos estrategias, estar “marcados” dentro del grupo y a veces falta de recursos prácticos para iniciar conversaciones o juegos. A este tipo de niños, les convendría, por ejemplo, que sus padres les ayudasen a ver el cambio como una oportunidad para conocer nuevos compañeros y descubrir a nuevas personas.
¿Afecta a todos los rangos de edad por igual?
Sobre todo, nosotros lo estamos viendo a partir de cuarto de primaria, más o menos (ya hay relaciones sociales más complejas y establecidas), aunque la edad está dependiendo mucho de la gestión que está haciendo el colegio de las relaciones sociales de los alumnos: si el colegio (dentro de su proyecto educativo) ha potenciado las buenas relaciones sociales además del rendimiento académico (ayudar a los demás, la empatía con los compañeros que se sienten solos y la propuesta de juegos que se pueden hacer juntos, etc.), es mucho más fácil evitar que les afecte.
¿En qué estáis notando esa afección?
Muchas familias llegan a nuestros centros preocupadas porque sus hijos no quieren ir al colegio, y no es lo “típico”, sino que se sienten tristes o solos en el colegio. Incluso muchos de ellos están presentando problemas físicos como dolores de tripa, dificultades para dormir o falta de apetito. En esto hemos visto que la causa subyacente son las relaciones entre los escolares.
¿Y afecta a todos los niveles, tanto sociales como de aprendizaje?
Sí, cuando los niños se sienten cómodos y tranquilos con sus compañeros, es más fácil que estén atentos en clase, se centrarán en aprender. Sin embargo, si un alumno está preocupado por estar solo en el recreo, por si le harán caso o no, estará más despistado y descentrado. Muchos niños y niñas tienen como principal motivación escolar ver a sus amigos y amigas, y ahora que no pueden estar junto a ellos, si no encuentran otra motivación, su alegría por ir al colegio desaparecerá.
¿Cómo ayudar desde casa y sin quitar los grupos burbujas?
Entre todos podemos ayudar mucho a los niños y niñas, algunas pautas que podrían ayudar y que recomendamos son:
- Pregúntale a tu hijo si hay algún niño en el recreo solo o sola; muchos de ellos no son conscientes de eso hasta que les preguntamos y es entonces cuando observan y ven que compañeros suyos están solos. Diles que se acerquen a esos niños.
- Que vean el cambio como una oportunidad para conocer nuevas personas.
- Anima a tu hijo también a jugar o hablar con alguien de su clase con el que hasta ahora no lo haya hecho. No sólo puede ayudar a otros niños, sino que también le hará adquirir estrategias que le ayudarán en su vida adulta.
- Háblale de que en tu trabajo hoy has visto a alguien triste y que te has acercado a ayudarle y cómo lo has hecho, le servirá como modelo.
- Practicar las habilidades sociales, cómo iniciar una conversación, entrar en un juego ya iniciado, por ejemplo. Así facilitarás que, al llegar al recreo, el niño tenga recursos suficientes.
- Apoyar a sus hijos para que puedan manejar sus emociones y practiquen nuevas formas de hacer amigos, enseñándoles a afrontar sus dificultades y ser más autónomos e independientes.
- Reforzar sus avances y marcarles pequeños objetivos, enseñándoles la importancia del aprendizaje continuo, de la importancia de la paciencia para consolidar esas nuevas amistades.
- Intentar que los niños no entren en bucle, un problema que muchos menores sufren.