El embarazo transforma la vida y el cuerpo de la mujer. Algunos de esos cambios son más evidentes, pero otros ocurren sin ser advertidos, aunque pueden resultar igual de asombrosos. Muchos de los órganos de la madre se mueven o modifican su función original para albergar al bebé en formación.
Se trata de un complejo mecanismo perfectamente orquestado para que el niño pueda crecer en lo que era un espacio reducido, donde todo volverá, como por arte de magia, a la normalidad tras el parto.
Los cambios más visibles en el embarazo
El cuerpo de la madre comienza a modificarse desde las primeras semanas de embarazo, antes incluso de darse cuenta de que está esperando un bebé. Le crece el pecho, hay alteraciones hormonales y digestivas y el útero se convierte en el nuevo hogar de su hijo.
Los cambios externos más visibles afectan a la tripa, que comienza a crecer hacia el cuarto mes en mujeres primerizas o antes si ya se ha estado embarazada. A partir de ese momento, no dejará de aumentar.
Poco a poco las caderas también irán ensanchándose para hacer posible el paso del bebé por el canal del parto al final de la gestación.
La piel y el pelo también pueden estar diferentes; habitualmente mejoran, aunque algunas embarazadas sufren acné.
Así cambia el útero
El útero es uno de los órganos que más se modifican en el embarazo, pues alberga a un bebé que no para de crecer durante 40 semanas.
A lo largo de la gestación va a quintuplicar sus dimensiones y a pesar un kilo cuando no llegaba ni a los cien gramos al principio del embarazo.
Al aumentar de tamaño progesivamente, el útero va desplazando a otros órganos que lo rodean, y este proceso comienza muy pronto, en el segundo mes de embarazo.
Si empieza estos nueve meses alojado en el pubis, el útero irá subiendo hasta el ombligo (en el quinto mes) y llegará hasta las costillas en el noveno mes. En total hace un recorrido de casi 50 centímetros.
“Es el único órgano que mantiene parte de su aumento de tamaño después del parto”, indica la Dra. Alba Miranda Calvo, especialista de la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico de Hospitales HM.
El estómago se mueve y se hace notar
“Durante la gestación, los órganos intraabdominales tienen que adaptarse al crecimiento del útero y, por tanto, las asas intestinales se desplazan hacia los laterales del abdomen y hacia arriba”, explica la Dra. Alba Miranda.
Esto afecta a todo el sistema digestivo. Así, ya en el primer trimestre del embarazo el estómago y los intestinos comienzan a desplazarse hacia arriba, y cada vez tendrán menos espacio. Esta situación provocará algunos cambios que se manifiestan en digestiones más pesadas, acidez de estómago. ..
Además, está el factor hormonal, que también influye y que puede provocar alteraciones en el ritmo intestinal, como el estreñimiento.
¿Qué pasa con el corazón de la madre en el embarazo?
El corazón de la madre ya no funciona para ella sola. En la gestación, “tiene una sobrecarga de trabajo poque el volumen sanguíneo de la mujer embarazada aumenta”, indica la Dra. Alba Miranda Calvo.
Así, el sistema circulatorio también se modifica, porque el volumen sanguíneo se incrementa en un litro y medio, aproximadamente. Esto garantiza que el bebé reciba el oxígeno que necesita, que le llega a través de la placenta.
Incluso en el final del embarazo, cuando el útero haya alcanzado su dimensión máxima, el corazón de la madre “no sufre un claro desplazamiento”, según explica la ginecóloga. El motivo es que está protegido por el tórax.
La readaptación de los pulmones
Durante el embarazo, los pulmones de la madre toman un 25% menos de aire, por este motivo, además de por el aumento de peso, la mujer puede notar que le cuesta respirar en algunos momentos.
“El aumento de la presión abdominal y el tamaño del útero dificultan la expansión pulmonar normal”, explica la Dra. Alba Miranda, de Hospitales HM. “Es por esto que, según avanza la gestación, la capacidad pulmonar disminuye y las gestantes pueden tener sensación de fatiga y falta de aire”, detalla
Así afecta el embarazo al sistema urinario
Las embarazadas orinan con mucha frecuencia porque el útero mientras crece va presionando a la vejiga. Además, la progesterona, una de las hormonas protectoras del embarazo, afecta a la micción y por ello las embarazadas tienen que ir más al baño.
En estos nueve meses son muy frecuentes las infecciones de orina ; uno de los motivos es el incremento de tamaño de los uréteres.
Además de la vejiga, los riñones también se ven afectados por el embarazo, ya que se mueven hacia arriba y aumentan un poco de dimensiones.