En Noruega pasan cosas aún más raras y extravagantes que la relación de premiados en el Nobel de la Paz. Como es sabido, el Nobel de la Paz es una franquicia de los Nobel suecos que se concede y se entrega en Oslo. Y de Oslo es la princesa Marta Luisa de Noruega, que ha anunciado su compromiso matrimonial con el chamán Durek Verret. Ella es la hija mayor de los Reyes de Noruega, ha cumplido los cincuenta tacos, y se casó con el escritor Ari Behn, con el que tuvo tres niñas. He seguido muy de cerca a esa encantadora familia y puedo asegurar, y aseguro, que las niñas se llaman Maud, Leah y Emma, sin margen de error. El padre de las niñas y primer marido de Marta Luisa de Noruega, el escritor Ari Behn, se separaron en 2016. Se devolvieron los regalos y cada uno por su lado rehicieron sus vidas. Bueno, la rehízo Marta Luisa, porque Ari Behn se suicidó.
El nuevo novio, el chamán Durek Verret, es un chamán más joven que ella. Pero está muy enamorado. Sus palabras no dejan espacio a la duda. “Estoy lleno de lágrimas de alegría, por poder pasar el resto de mi vida con la mujer angelical, poderosa, sabia y con el corazón más puro. La princesa Marta Luisa es el amor de mi vida”. El chamán Verret demuestra su gran capacidad para la originalidad. Lo de “ella es la mujer de mi vida” no lo había oído ni leído jamás. Garantiza con sus palabras, que su amor es puro y que su boda nada tiene que ver con el interés. Ella, tampoco se queda atrás, “Durek es el que hace que mi corazón dé un vuelco, el que me ve y reconoce mi potencial más alto, el que me hace reír y con el que puedo ser más vulnerable. El amor trasciende y nos hace crecer”. (Detengo por unos momentos la redacción del presente texto, porque me estoy emocionando, se me ha puesto la carne granulada como gallina, me pinchan y no sangro y necesito calmarme). Bueno, ya me he calmado.
Las niñas, Maud, Leah y Emma han reconocido que, para ellas, todo esto es muy emocionante, pero que desean pasar el verano tranquilas. Creo que es perfectamente compatible emocionarse con el nuevo novio de mamá y pasar el verano tranquilas, pero si en Noruega no es habitual compaginar ambas cosas, lo mejor es respetar sus sentimientos y procurar no entorpecer su felicidad. Creo que estamos ante la gran boda del año. Y cuando se avecina una gran boda del año, hay que actuar del mismo modo que el difunto duque de Rowntree-Yorkshire. “No ir, aunque no esté invitado”. Porque el desaparecido Duque jamás asistió a una boda a la que estaba invitado. Sólo le divertía colarse en las que no se le esperaba. En fin, que no quiero ser pesimista, pero no me fío nada del chamán.