Los toreros lo son dentro y fuera de la plaza . Gestos y brindis, dichos y actitudes. Había toreado don Juan Belmonte en Gijón. El alcalde de la ciudad asturiana lo acompañó al hotel. Ya vestido de calle, un breve refrigerio. Belmonte toreaba al día siguiente en Sevilla, donde tenía su casa. De Gijón a Sevilla más de mil kilómetros en aquellas carreteras de los años veinte del pasado siglo. Y el alcalde le animó a partir. –Don Juan, cuanto antes salga hacia Sevilla, mejor. Que mañana torea allí y Sevilla está muy lejos-. Don Juan Belmonte fulminó con la mirada al alcalde gijonés.
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-No, señor Alcalde. Sevilla está donde tiene que estar y donde siempre ha estado, a Dios gracias. Lo que está lejos es Gijón-.
Toreaba Manuel Rodríguez ‘Manolete’ en la Monumental de México a principios de los cuarenta. Se negó a hacer el paseíllo. Lío y tumulto. – La bandera que ondea junto a la de México no es la Bandera de España-. Habían izado en el mástil la tricolor republicana. –Cuando la cambien por la verdadera Bandera de España, haré el paseíllo-.
La cambiaron, hizo el paseíllo en medio de una monumental bronca, y terminaron sacándolo a hombros de la plaza mexicana.
Y hay gestos menores que adquieren una grandeza inesperada. El pasado lunes, 30 de mayo, en una tarde más de la feria de San Isidro en Las Ventas , un modesto torero burgalés, Morenito de Aranda, solicitó la venia al presidente del festejo, pidió el micrófono de Movistar Plus, y brindó la muerte de su primer toro de Samuel Flores de esta manera: “Nunca he tenido el gusto de que el Rey Juan Carlos haya asistido a una corrida mía. Aprovecho para brindarle este toro por todo lo que significa para los taurinos y por todo lo que hizo por España en su momento”. El sector más inmediato al lugar del brindis, rompió en una ovación. Gesto y valor de torero, en contra de la corriente de injusticias, calumnias y heridas que ha tenido que soportar el Rey de España más taurino de la Historia.
En el mundo de la tauromaquia, y hasta en el público menos partidario de la Monarquía, el Rey Juan Carlos es querido y respetado. Viene de antiguo el apoyo de la Familia Real a la fiesta de los toros, pero ninguno tan intenso y frecuentado como el del Rey caprichosamente alejado en Abu Dabi. Isabel II, su hija la Infanta Isabel, ‘La Chata’, Alfonso XII, Alfonso XIII, Don Juan y Don Juan Carlos, y siempre a su lado la Infanta Elena. El Rey Felipe VI presidirá, como es tradicional, la Corrida de la Beneficiencia. La gran ilusión no cumplida de Don Juan era la de ocupar tres barreras en una corrida cualquiera de San Isidro, al lado de su hijo el Rey Juan Carlos y su nieto, el hoy Rey Felipe.
En los tiempos buenos, el mundo de la tauromaquia supo agradecer al Rey Juan Carlos su apoyo incondicional a la Fiesta. En los tiempos malos, ha tenido que ser un modesto torero, Morenito de Aranda, el portavoz de muchos silencios acobardados.
Bravo, maestro.