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El pino

“Hacer el pino para relajarse es como tirarse de un segundo piso para aprender a volar”


17 de marzo de 2022 - 15:02 CET

Me siento hondamente preocupado. Acabo de leer en ¡Hola! La entrevista de Pilar Rubines a la periodista Sonsoles Ónega . A pesar de mis diferencias respecto a ella, me alegro de su felicidad. No obstante le recomiendo algo de más cuidado para que se mantenga en perfecto estado físico y de salud. En la fotografía que se hace en Valdemorillo, posando vestida de largo entre cabras, se observa a sus espaldas un impresionante carnero con gesto malhumorado. Un carnero con la cornamenta retorcida y puntiaguda, que está a un paso de arrancarse por la espalda contra la joven televisiva, y cuyo desenlace de haberse arrancado prefiero no figurármelo.

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Sonsoles Ónega 4050© FERNANDO JUNCO

Pero la hondura de mi preocupación se justifica por una de sus revelaciones. “Hago el pino para relajarme . Ver la vida del revés te da claves que no ves ‘del derecho’”. Aquí, en este punto de la entrevista, muestro mi inconformidad y disiento.

Hacer el pino no relaja. Hacer el pino para relajarse es como tirarse de un segundo piso para aprender a volar. El golpe con el suelo desde un segundo piso es molesto, pero si se domina, no es mortal de necesidad. Puede experimentarse alguna torcedura de tobillo o una fractura de menisco, con una contrariedad científica universalmente demostrada. No se aprende a volar. Haciendo el pino, lo único que se hace es hacer el pino, pero la vida en esa posición tan chocante no concede claves de que al revés se ve lo que sucede mejor que al derecho.

© FERNANDO JUNCO

Hacer el pino es ejercicio tan molesto como innecesario, y un mal movimiento acarrea con seguridad problemas cervicales que pueden acompañar a la víctima, con dolores agudos, durante una extensa temporada. No he conocido jamás a nadie que haga el pino para encontrar el sosiego y el relajamiento. Entre hacer el pino y la mirada de destemplanza del carnero de Valdemorillo, esas páginas alegres, multicolores y optimistas dedicadas a Sonsoles Ónega, a punto han estado de convertirse en un reportaje de Sucesos.

Lo recitaba de continuo el gran Antonio Mingote:

El Conde Don Garcés

Tenía un lavamanos de tres pies.

Pero tres pies tan altos,

Que el pobre Conde se lavaba a saltos.

En cambio, Casimiro,

Se lava en el estanque del Retiro.

La Humanidad es rara

Hasta y para el aseo de la cara.

Y para relajarse haciendo el pino y dar la espalda en Valdemorillo a un carnero enfadado.

Reconozcan que mi honda preocupación está justificada.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.