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carolina de m naco© GettyImages

La vejez

‘La conocí en Montecarlo, navegando con Don Juan en ‘El Giralda’. Estaba entre Junot y Casiraghi, después de alguna escapadita con el tenista argentino Guillermo Vilas’


21 de enero de 2022 - 8:01 CET

 Carolina de Mónaco ha cumplido 65 años. Eso me recuerda que estoy a un paso de las sombras infinitas. Sigue siendo una mujer guapísima, y no se tiñe las canas. La conocí en Montecarlo, navegando con Don Juan en “El Giralda”. Estaba entre Junot y Casiraghi, después de alguna escapadita con el tenista argentino Guillermo Vilas. Era espectacular. Rainiero y ella se acercaron al puerto de Montecarlo a saludar a Don Juan. Lo cierto es que, mirando a Rainiero, me parecía milagrosa la estructura de Carolina. La vida es un sobresalto de fechas.

Carolina de Mónaco© GettyImages

Cuando Carolina cumplió 28 años- ¡Vientiocho años! -, le dediqué unos versos a su vejez. Hoy los leo y me avergüenzo, de los versos y del motivo de su inspiración. Los publiqué en el semanario satírico El Cocodrilo, del que fui su primer Director. El Cocodrilo lo editaba mi gran amigo Eugenio Suárez, dueño y Director de Sábado Gráfico, mi primer impulso literario. Eugenio me situó al lado de José Bergamín, el buen poeta menor de la asombrosa Generación del 27. Bergamín y yo cubríamos una página titulada Coplas y Sonetos Para Antes de una Guerra.

“Cometí el delito de llamar ‘madura’ a Carolina cuando cumplió 28 años. Una vergüenza. El poema se titulaba ‘Felicidades”

Al principio escribí acomplejado, pero al cabo de unas semanas Eugenio me dio la página entera. Pepe Bergamín se instaló en Fuenterrabía, en casa de Alfonso Sastre y Genoveva Forest, y cuando falleció fue enterrado –señorito madrileño y malagueño-, entre banderolas con el hacha y la serpiente de Herri Batasuna. Eugenio fundó El Cocodrilo en honor de su cocodrilo “Leopoldo”, que hoy habita en el Zoo de Madrid, Y allí, cometí el delito de llamar “madura” a Carolina cuando cumplió 28 años. Una vergüenza. El poema se titulaba Felicidades.

No eres ninguna anciana;

Aún tienes la piel tersa de manzana.

Pero eso sí, te acercas guapa y buena

A la madura luz de la treintena.

Eres y estás muy rica,

Y no gastas ungüentos de botica.

Eres bella, simpática, ocurrente,

Joven, dura, feliz, limpia y turgente.

Tienes un no sé qué, y una zambomba

Para pasarlo bomba.

Aunque tal sueño esté prohibido

Por deseo especial de tu marido.

Carolina, princesa;

La humanidad contigo es muy posesa.

Y es que estás como un cálido bizcocho

A pesar de que cumplas ¡Veintiocho!

Carolina de Mónaco© GettyImages

Lo recité en Antena-3 de Radio, la buena, la fetén, la anterior a Prisa, y los oyentes me regañaron con sobrada razón. “¿Cómo puede usted decir que una mujer de 28 años es una mujer ‘madura’?” Ni yo mismo lo entiendo. No se rectifican los escritos añejos. Pero sí puedo decir, y escribirlo, que a sus 65 años, esta mujer sigue siendo gloriosa. A pesar de Junot, de Casiraghi, de Vilas y del borrachín de Hannover. Me rindo ante ella.

“A sus 65 años, esta mujer sigue siendo gloriosa. A pesar de Junot, de Casiraghi, de Vilas y del borrachín de Hannover. Me rindo ante ella”