tico medina© GTres

Tico Medina

‘Perteneció a la penúltima generación del periodismo ilustrado. Jamás hizo una falta de ortografía. Almacenó en su cerebro todos los buenos recuerdos de sus viajes, y envió a la esquina del olvido las malas memorias’


Actualizado 1 de septiembre de 2021 - 13:07 CEST

 Con 86 años ha muerto Tico Medina . Tico se llamaba Escolástico. Ahí queda eso. Un alumno de las escuelas medievales, los que estudiaban filosofía y lenguas clásicas. Teólogo en latín, y filósofo que domina las doctrinas de Aristóteles para adecuarlas al humanismo cristiano.

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Todo eso era Tico en el nombre. En el hombre fue un gran señor del periodismo, calidad y cualidad que no abunda. Gran entrevistador y viajero. En mi última conversación con él, me dijo lo que escribo: “He conocido a tanta gente supuestamente importante que ahora, en mi situación, lo que deseo es hablar con los árboles, los campos y los paisajes”. Se recorrió el mundo. El tópico, el lugar común, establece que el granadino es esquinado y de “mala follá”. Tico nació en Piñar, granadino rotundo, y siempre estuvo laureado de buena educación, humor, cordialidad y benevolencia. Me aleccionó una mañana en Antena3 de Radio, la radio libre que dirigió Manolo Martin Ferrand. Me conozco y tengo un defecto muy poco cristiano. No soy misericordioso con los tontos y los pelmazos. Aquel día me topé con un actor en la radio que abusaba de las dos características. Era tonto y era un pelmazo. Y no fui caritativo con él. En el Vips de Velázquez esquina a López de Hoyos, Tico, Santiago Amón, Antonio Herrero y el que escribe desayunamos. Y Tico, en un momento dado, entre churro y churro, me dijo: “No gastes tu talento en desenmascarar a idiotas. Ellos mismos van por la vida sin máscaras. Trátalos con benevolencia, y no pierdas ni un solo segundo de tu tiempo en dedicarles ni un mal pensamiento”.

Tico Medina© GTres

De niño, en la pantalla de televisión, conocí a Tico. Entrevistaba a famosos en compañía de Yale. Tico era el bueno y Yale hacía de malo. Tico voló muy alto, y le dio a la caza alcance, como en el Canto Espiritual de San Juan de la Cruz. Era agudísimo. Siempre de buen humor. Siendo yo presidente del Jurado del Premio “Jaime de Foxá”, de literatura venatoria y de la naturaleza, propuse a Tico y el resto del Jurado apoyó sin fisuras ni debates la propuesta. Me llamó emocionado para agradecérmelo. “Tico, la justicia no se agradece. Se acata”.

Perteneció a la penúltima generación del periodismo ilustrado. Jamás hizo una falta de ortografía. Almacenó en su cerebro todos los buenos recuerdos de sus viajes, y envió a la esquina del olvido las malas memorias. La dinastía, por fortuna, continúa. Tico era un sabio que no quería serlo. Sus intervenciones en las Jornadas del Mar de Cudillero fueron asombrosas. Era un español rotundo, que valoraba sus raíces y su patriotismo desde la emoción y la cultura. Y sobre todo, en lo más elemental, insuperable. Tomar un café, una copa o tenerlo de compañero de mesa en una cena, era un placer. En un mundo difícil por los personajes que se movían en él, jamás perdió el señorío. Quería a los suyos sin límites, y estaba orgulloso de su mujer y su estirpe. Fue uno de los grandes de la generación que saltó del franquismo a la democracia. Monárquico ético y estético. España era su casa, y la vivió y amó apasionadamente.

© GTres

Querido Tico. Que tu camino sea suave hacia las alturas. Que te sople la brisa de Dios a tus espaldas para alcanzar cuanto antes su espacio luminoso. Que te estén esperando en el Misterio los ojos, las miradas y los abrazos de los tuyos que te precedieron en el camino hacia los azules infinitos. Y que lo hagas sabiendo que has dejado en este conflictivo planeta un reguero de amor y buen estilo inolvidable.

Te lo dejo escrito en tu ¡HOLA!, por si tienes tiempo de leer en un descanso de tu senda hacia el premio en el lugar de los hombres buenos.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.