Skip to main contentSkip to footer
wimbledon lawn tennis championship© GettyImages

El duque de Kent y Wimbledon

‘Entregar los premios de Wimbledon, el sábado a las mujeres y el domingo a los hombres, es la única función y obligación en todo el año del Duque de Kent, primo de la Reina Isabel’


Actualizado 1 de septiembre de 2021 - 13:26 CEST

Cuando finaliza el Torneo de París, conocido popularmente como Rolland Garros –que no fue tenista sino piloto aeronáutico-, el tenis huele a hierba, se sueña en hierba y se disputa sobre hierba. La hierba de del All England Tennis and Croquet Club de Wimbledon, el torneo más prestigioso del mundo. Cinco españoles lo han ganado, en dobles mixtos, en individual femenino y en individual masculino. Bubby Maier, Conchita Martínez, Manolo Santana, Rafa Nadal y Garbiñe Muguruza. Y sólo un británico en los últimos cincuenta años, Andy Murray, que para colmo es escocés. Una tarde le preguntaron al gran Curro Romero: -Maestro, ¿cuál es su público preferido? ¿El de Madrid, el de Sevilla, el de Ronda, el de Salamanca o el de Bilbao?-; y Curro respondió: -Mi público preferido es el de Wimbledon. Siempre aplaude y lo hace bien, con sabiduría-.

Wimbledon, además, es milagroso, aunque la Iglesia se haya desentendido del prodigio. Todos los años, cincuenta localidades de la tribuna baja sita a la derecha del palco presidencial, se reservan a cincuenta socios fallecidos, que resucitan, se lo pasan de maravilla y aplauden como titanes. Cuando se entregan los premios del individual masculino el domingo de la segunda semana, los socios resucitados retornan a sus tumbas sin rechistar, lo que dice mucho de su buena educación.

Day Thirteen: The Championships - Wimbledon 2017© GettyImages
El duque de Kent entrega el trofeo al suizo Roger Federer en 2017.

Y entregar los premios de Wimbledon, el sábado a las mujeres y el domingo a los hombres, es la única función y obligación en todo el año del Duque de Kent, primo de la Reina Isabel. Se forman dos filas de recogepelotas, se extiende una alfombra, y Su Alteza, cada año más deteriorado y con los andares más confusos, pasa revista a los chicos y chicas deteniéndose en tres de ellos. El tercero de la fila derecha, que es una niña, el sexto de la fila izquierda, que es negrito, y el último de la misma fila, que es un inglés pelirrojo y con pecas. Les dice una tontería a cada uno, ellos responden respetuosamente y con posterioridad, el Duque entrega los premios. Al finalizar la ceremonia, el Duque de Kent, notablemente fatigado, retorna pisando la alfombra mientras le comenta a su secretario, Sir Thomas Westing- Parva. : -Thomas, al fin nos hemos librado de los deberes hasta el año que viene-. Y Sir Thomas, que es católico, cierra la charlita con un “Si Dios Quiere, Alteza”-.

“Se tenía previsto que al fallecimiento del Duque de Kent lo sustituyeran Harry y Megan, pero vista la situación, no creo que semejante sucesión se produzca”

Wimbledon es la estética, la buena educación, el conocimiento, la sabiduría y el buen gusto. No se oyen berridos. Un público, mayoritariamente inglés, acostumbrado a que los ingleses sean eliminados, es un público que conoce muy bien el sufrimiento. Al formidable Santana le entregó la copa de vermeill la madre del Duque de Kent, la Princesa Marina de Kent, y en Wimbledon no se ha olvidado su saludo a la española, besando sin besar su mano. Para mí, el día de la entrega de premios de Wimbledon se termina la temporada de tenis, porque los Grand Slam  de Estados Unidos y Australia – Nueva York y Merlbourne-, son muy difíciles de ganar y todo eso, pero no tienen un público como el londinense ni un Duque de Kent para entregar los premios. Se tenía previsto que al fallecimiento del Duque de Kent lo sustituyeran Harry y Megan, pero vista la situación, no creo que semejante sucesión se produzca.

Day Thirteen: The Championships - Wimbledon 2016© GettyImages

No es necesario ser aficionado al tenis para disfrutar Wimbledon. Ese paisaje de hierbas y tenistas obligatoriamente vestidos de blanco es un canto a la verdadera elegancia. Y si gana Rafa Nadal, no digamos más.