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philip villiers duke of crowborough de downton abbey© CordonPress

El pobre duque

‘La Nobleza siempre ha sentido predilección por los suyos, y entre los suyos se contaba a las personas a su servicio’


Actualizado 29 de abril de 2021 - 16:04 CEST

Gran parte del desastroso nivel del Cine Español –sesgo político aparte-, es el desconocimiento, la falta de criterio en sus argumentos, diálogos, decorados y vestuario. Cuando se da a entender que una escena transcurre en la casa de un noble, de un aristócrata, jamás falta una armadura. He conocido centenares de casas nobles y sólo en una de ellas, arrinconada en un corredor, había una armadura. Su dueño, un marqués muy ingenioso, se disculpó: -Sí, ya lo sé, una horterada, pero si la quito aparece en la pared una humedad mucho más fea todavía-. La película de Berlanga La Escopeta nacional la salvó el talento y la naturalidad de Luis Escobar, que era marqués, nada más y nada menos que de Las Marismas del Guadalquivir. Porque Berlanga no se molestó en asistir a una jornada de ojeos de perdices, y más o menos, a pesar de su maestría, se inventó el ambiente, que en nada se parecía al de una cacería de perdices. En ese aspecto, el Cine inglés nos saca mil leguas – y lenguas-, de ventaja. Los guionistas, en alto porcentaje bastante horteras, no han estado jamás en una buena casa normal, y decoran las de sus presumibles aristócratas según sus deseos y anhelos frustrados. Un servicio doméstico compuesto de fámulas minifalderas que tratan al señor de la casa de “Señorito” y demás vulgaridades.

Gosford Park© GettyImages
Los actores Stephen Fry y Kristin Scott Thomas en una escena de ‘Gosford Park’.

Ahora se anuncia el estreno de una serie titulada  La Cocinera de Castamar.  Una chica muy atractiva – la actriz-, que entra a servir en la cocina del Duque de Castamar. El actor que interpreta al Duque elogia la trama, el argumento y la originalidad del guionista. “Pasan cosas inauditas, como que el Duque de Castamar se enamora de una cocinera. Es imposible”. El actor no conoce los gustos de la Nobleza y le parece imposible, no una originalidad, sino una situación que se ha hecho realidad en centenares de ocasiones. Pienso un segundo, y me salen cincuenta casos en los que un Duque, un Marqués, un Conde, un Vizconde o un Barón se enamoran y se casan con su cocinera o mujer a su servicio, y lo mismo al revés. La Duquesa, Marquesa, Condesa, Vizcondesa o Baronesa que se casa con su chófer, su mayordomo o su jardinero. Es decir, que nada inaudito.

“Pienso un segundo, y me salen cincuenta casos en los que un Duque, un Marqués, un Conde, un Vizconde o un Barón se enamoran y se casan con su cocinera o mujer a su servicio, y lo mismo al revés”

Un Marqués, muy emparentado con Luis Escobar, solterón empedernido, escritor, y enamorado del buen vivir, salió una noche del mes de junio a tomar unas copas con sus amigos. Era un hombre muy educado y de conversación fluida. Conoció en el local de la primera copa a una chica muy atractiva con la que congenió al instante. Le propuso cenar juntos. Cenaron. De ahí, a una discoteca. El Marqués, fundido de amor. Avanzada la madrugada ella le pidió que le llevara a su casa. –Ahora mismo-. Ya en el coche, ella le dio las señas, dirección y número de la calle. El Marqués se sobresaltó. -¡Qué casualidad! ¡Ahí vivo yo!-. Y ella, con mucha timidez apostilló: -Nada de casualidad. Yo soy la pinche del señor Marqués-. Se casaron, tuvieron hijas y fueron felices.

Fotograma de Downton Abbey© CordonPress
Fotograma de la serie ‘Downton Abbey’.

La Condesa de Los Predios Jerónimos –título inventado para no dar pistas-, viajaba de Madrid a San Sebastián en su viejo “Daimler” conducido por Raimundo, su nuevo chófer. – Raimundo, cuando lleguemos a Vitoria deténgase en el Hotel “Canciller Ayala”-. – Como usted ordene, señora Condesa. ¿Va a merendar ahí?-; - No, Raimundo, voy a subir a una habitación con usted, que me ha vuelto loca, loca, loca-. Y a los pocos meses se casaron, fueron felices y contrataron a un nuevo chófer menos atractivo que Raimundo.

La Nobleza siempre ha sentido predilección por los suyos, y entre los suyos se contaba a las personas a su servicio. No veo series de televisión y menos ahora, desde que supe que Pablo Iglesias no hace otra cosa. Pero ésta que se anuncia jamás me tendrá como espectador. “Un Duque enamorado de una cocinera. Es imposible”, ha manifestado su actor principal. Me han salido, mientras escribo, cincuenta ejemplos más. Ni Castamar ni Castatierra. Una chapuza.

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