La originalidad es la palabra que define a la perfección la boda de Rocío y Enol ,que tuvo lugar en una preciosa villa con vistas al mar en Benicassim, cerca de Castellón. "Suelo vestir bastante atemporal, no me gusta ponerme algo porque esté de moda. Y el mundo de la ropa vintage encajaba mucho con mi manera de ser" nos cuenta. Tal es su pasión por ello que el vestido de novia, a cargo de la diseñadora Marcela Mansergas, terminó siendo una auténtica obra de arte que nació a raíz de los trajes que llevaron sus abuelas en su gran día, ¡hace más de medio siglo!
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"Había tres cosas que quería que Marcela Mansergas supiera sobre mí antes de conocernos: soy amante de la ropa vintage, me gusta vestir llamativa y elegante y me apetecía mucho llevar un sombrero el día de mi boda" explica sobre qué es lo que quiso dejar claro antes de dar comienzo a trazar y desarrollar el diseño más importante de su vida. Y así fue, la modista asentada en la capital de Madrid, con la que sintió un flechazó desde el primer momento, dio vida a la idea tan diferente y cargada de magia que nuestra protagonista tenía en mente.
Pasión por la moda 'vintage'
Tuvo que viajar continuamente desde Benicassim hasta Madrid pero no le importaba, "la conexión que había sentido con ella, lo superaba todo. Cuando me recibió en su casa por primera vez lo tuve claro, quería que fuese mi diseñadora. A diferencia de otras, se había molestado en conocerme antes, de manera que en la visita inicial ya me enseñó tejidos y adornos rescatados de anticuarios". Un detalle muy especial para esta castellonense porque, según nos menciona, "cuando nos fuimos a vivir a la casa familiar antes de casarnos, empecé a coleccionar prendas muy auténticas y llamativas, sobretodo de las décadas de los 80 y los 90 que encontraba en los armarios. Llevo casi seis años visitando mercados de ropa vintage fin de semana sí y fin de semana también, ¡así que os podéis hacer una idea de cómo es mi colección a día de hoy!".
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Pasaron 20 meses desde que se comprometieron porque quería responsabilizarse personalmente de la organización de todos los detalles, prescindiendo hasta el mismo día del papel de una wedding planner. "Cuando Enol me pidió matrimonio lo que tenía muy claro era que quería tiempo para dar lugar a la inspiración en todo lo que envuelve a una boda, incluso en el vestido". Y ni en sus mejor sueños habría imaginado que, para aquel 28 de octubre de 2023, llevaría los atuendos con los que sus abuelas dieron el 'sí quiero' a sus abuelos.
El descubrimiento inesperado con el que creó el vestido de novia
Como gran amante y defensora de la moda del pasado, nos cuenta que, tras la primera visita al taller y ver uno de los bocetos que la modista había dibujado (al final sería el que ganaría), puso rumbo a la casa familiar de su abuela Macu situada en Alcoy en busca de inspiración. "Encontré, entre otras reliquias, su vestido de novia y una colcha de su madre, mi bisabuela Chita. La colcha era muy parecida al tejido que me había enseñado Marcela, así que al volver a Benicasim, junto con mi madre y mi tía intentamos recrear el diseño que nos había presentado utilizando estas piezas. Pero aquí no acababa todo… Lo más fuerte fue que, al probarme esa misma semana el vestido de mi otra abuela, Ampa, nos dimos cuenta de algo… Mis abuelas se casaron en Alcoy en el año 1964 y llevaron el mismo diseño el día de su boda" relata emocionada respecto a este descubrimiento.
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En pocas ocasiones ocurre algo así, tan especial y único, pero esta coincidencia era una una oportunidad que no podía dejar escapar, "¿cuánto valor tiene poder casarse con el vestido de mis dos abuelas y adecuarlo a mi estilo con una colcha que perteneció a mi bisabuela? ¡Infinito!" dice. Se puso en contacto con la modista porque quería seguir el boceto que inicialmente le había propuesto con otras telas, pero utilizando estas reliquias familiares que para ella tenían gran valor sentimental.
Es una de las etapas más bonitas que toda novia experimenta y el suyo fue un largo y precioso proceso de confección que comenzaba a dar resultado poco a poco. "Sin olvidarnos de respetar su forma original, separamos la capa del resto del vestido (ya que el patrón principal era una misma pieza). Para poder rehacer el cuerpo tuvimos que extraer el tejido original de la cola, así que quedó algo más corta que en la primera versión. También modificamos las mangas creando unas francesas y acampanadas, y, en cuanto a la parte de la cintura, cosimos la colcha al propio atuendo, tratando de respetar en todo momento la curva tan representativa del pecho (desde donde nace la falda). Y voilà, flashback to sixties" así nos describe el que es el estilismo más significativo de su vestidor.
El segundo look de novia, ¡también antiguo!
Pero, para nuestra sorpresa -y la de los invitados-, la protagonista de estas líneas escondía un as bajo la manga, ¡hubo un cambio de vestuario en mitad de la velada! "Me arreglé un traje antiguo que llevó mi tía Marisa en el año 1986 (ocho años antes de que yo naciese) cuando mi bisabuelo Paco fue Capitán Moro de las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy. Era un dos piezas en tono blanco crudo de Margarita Nuez, una diseñadora catalana de la época. La parte de arriba, bañada de tiras de flecos y lentejuelas, y la parte de abajo unos pantalones bombachos muy ceñidos a la cintura. Me abrí el bombacho de los pantalones y me puse unas Converse clásicas a tono, así me aseguré bien de aguantar cómoda el resto de la noche".
El tocado que lo cambió todo
Desde el inicio de la búsqueda del traje de novia, incluso antes de dar con las telas que finalmente luciría, Rocío tenía muy claro que quería llevar un tocado especial, que tuviera gran protagonismo en la escena, ¡aunque no sabía cómo sería! "Tras probarme unos tocados y otros modelos, dimos con el sombrero ideal de Eliurpi" nos detalla. La marca con sede en Barcelona fue quien puso el broche de oro con este diseño rígido de rejilla valenciana combinado con madera y paja, creado de manera artesanal y que colocó de forma ladeada aportando un toque más distintivo.
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Tanto peso tenía el atuendo por sí mismo, que esta novia que buscaba la exclusividad y salir de las tendencias clásicas, no quiso innovar en términos de belleza. Es cierto que durante las primeras horas de la celebración lució una melenita recogida en un pequeño moño bajo con la ayuda del peluquero Jaime Llorca, pero, cuando se quitó el tocado en el banquete, la dejó suelta con la raya sutilmente hacia un lado aportando así frescura al look.
En cuanto a maquillaje, se puso en manos del equipo de Sandra Zahonero creando una resultado impecable que encaja a la perfección con lo que quería transmistir. Un make up bronceado de lo más favorecedor y natural, pómulos rosados, sombras de ojos ahumados discretas y labios delicadamente marcados en rojo oscuro que creaban el contraste perfecto con los tejidos y tonos claros del ramo.
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Su historia de amor
Este cuento de hadas nació cuando la pareja, él astuariano y ella castellonense, se conoció en 2017. "Enol se había mudado para emprender una startup, y yo acababa de regresar de pasar un año en Australia. Estuvimos tres años viviendo juntos en Valencia, durante los cuales empecé a sentirme muy atraida por la moda antigua. Tanto, que monté un pequeño ecommerce de venta de ropa vintage que compaginaba con mi trabajo" explica.
Tras la gran pregunta y comprometerse, tuvo un año y ocho meses para desarrollar la parte creativa de la boda, "mi obsesión fue conseguir que los invitados se sintieran parte de una película y recordasen este día por los detalles personalizados y momentos sorpresa. El hilo conductor eran manzanas y naranjas, representando a nuestras tierras. Aparecían en el logo, en las invitaciones, en el seatting, en el guión de la ceremonia..." cuenta. La Villa Elisa, a escasos metros de su casa, fue el lugar elegido en el que se celebró la boda civil y, para el banquete, se dirigieron a El Invernadero, donde también se casaron sus padres, tíos y más familiares años antes.
Orígenes fue el nombre que la pareja escogió para su boda "queríamos darle un sentido y personalidad, jugamos con elementos que nos recordaban a nuestros orígenes. ¡Al final nos quedó muy original! Incluso contamos con un show cooking, contratamos a un escanciador asturiano para que viniese con su traje regional a escanciar y servir sidra casera fabricada en el llagar de la casa familiar de Enol y con manzanas de sus campos. También tuvieron un impacto muy fuerte los seis gaiteros que nos acompañaron en la salida de la ceremonia tocándonos el himno de Asturias, y más tarde recibían a los invitados en el lugar del banquete con canciones tradicionales" cuenta.
Y nos sigue relatando más detalles con los que personalizaron este gran día, "en septiembre del año pasado me apunté a clases de cerámica y, siendo original de Castellón, tierra de cerámica, se me ocurrió hacer a mano una cuchara para cada invitado y que llevase su inicial".
Rocío quiere agradecer especialmente su trabajo a los proveedores que estuvieron junto a ellos el día de la boda:
- Traje de novia: Marcela Mansergas
- Sombrero: Eliurpi
- Traje del novio: Galerias La Esperanza
- Peluquería: Jaime Llorca
- Maquillaje: Sandra Zahonero Estilistas
- Fotos: Venice Dreams
- Video: Boda&Films
- Banquete: El Invernadero
- Organización: Anaté Events
- Música: TS Audiovisuales, Trio Serenade y Babalu Band
- Animación: Eventland