Esther, la novia del vestido con capa asimétrica que se casó en una finca colonial de Tenerife

Nuestra protagonista eligió un vestido de The Muse Collective con una inesperada anécdota en su confección

6 de abril de 2024 - 12:06 CEST6 abr 2024 - 12:06 CEST

Varias son las ciudades que Esther y Mario han recorrido desde que inició su historia de amor hace más de seis años, desde vivir a cabello entre Barcelona y Madrid, pasando por una mudanza a París... Pero un rincón del norte de Tenerife fue el que les robó el corazón y donde celebraron su unión ante todos los demás. "La familia de mi madre es de la isla, y para mí siempre ha sido un lugar muy especial" cuenta la protagonista, que lució un maravilloso vestido de novia que nació a raíz de una preciosa equivocación de la mano de sus diseñadoras, The Muse Collective.

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Su boda fue todo lo que había soñado, ¡a diferencia de su traje! "Me pasé horas buscando inspiración en distintas webs, revistas, cuentas de Instagram... Pero la realidad es que cuando pasé a la acción y empecé a probarme vestidos, vi que no tiene nada que ver un modelo en pantalla que vértelo puesto" explica tras vivir una experiencia que la conecta con muchas de nuestras novias cuando comienzan con la búsqueda de su diseño ideal. Razón por la que es importante dejarse aconsejar por los expertos para conocer y no decantarte por las tendencias punteras porque puedes fallar en el intento.

Para Esther lo más importante a la hora de elegir el diseño blanco de su vida era sentirse ella misma, "que fuera fiel a mi estilo, que se preservara a pesar de escuchar y valorar opiniones y tendencias diferentes. Para este día quería un vestido atemporal que siguiera apreciando y enamorándome dentro de 10 años y en el que me siguiera reconociendo", expresa sobre la elección que la ha convertido en una de las novias más elegantes y originales de nuestras líneas.

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Llegó a la iglesia de Santa Ana de Garachico, un precioso pueblo canario de estilo colonial en el que su bisabuela se había bautizado, con un look muy especial que para nada tenía que ver con lo que la catalana tenía en mente antes de comenzar el proceso. "Soy una persona que tiendo a darle una vuelta de más a las cosas y el vestido no iba a ser una excepción. El equipo The Muse y mi madre (que estuvo al pie del cañón durante todo momento) hicieron un gran esfuerzo por entenderme, me daban siempre su sincera opinión y pudimos conseguir de este proceso una experiencia súper divertida y emotiva para recordar".

La elección de la marca y diseñadora que dará vida a este boceto con el que siempre has soñado, es una de las decisiones más importantes y secretas que tiene una novia, y Esther encontró su alianza con la firma catalana que abrió sus puertas en 2016. "Me decanté por The Muse Collective porque por una parte tenía muy buenas referencias y me encajaba mucho su estilo, muy natural y relajado, viví un auténtico flechazo. ¡Ellas transmiten la luz de sus creaciones! Ya en la primera visita, muy lejos aún de la versión final del vestido, conseguimos esa complicidad que se necesita para contar con la plena confianza de que seríamos un gran equipo" recuerda con cariño.

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Según nos cuenta, el vestido evolucionaba en cada prueba a la que asistía en el taller situado en Barcelona. "Nos permitimos el lujo de ir jugando, compartiendo ideas y risas. Una anécdota fue la manga-capa que caía del lateral ¡nació por error! Pero cuando la vimos nos enamoramos todos de ella por el estilo un poco más desenfado y el movimiento que aportaba a la pieza", una idea que encaja muy bien con su personalidad.

Una de las lecciones que se ha llevado de esta etapa, nos explica, es que "no a todas nos favorece lo mismo, lo importante es que ese día brilles tú y luego el vestido, pero no a la inversa, es algo que aprendí con el equipo creativo. Al final, la mejor inspiración fue probar, jugar y construir con las telas sobre mí".

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A diferencia de otras novias, ella no optó por un segundo look ni uno que puede transformarse a lo largo de la celebración, algo que cada día está más de moda. " No diseñé un segundo vestido, la pieza era suficientemente versátil y cómoda como para acompañarme durante todo el día. Me aseguré, eso sí, de tener un back up por si acaso", pero que finalmente no llegó a utilizar.

Pequeños cambios en las tradiciones

Preguntamos a nuestra protagonista cuántas de las tradiciones habituales de las bodas decidió seguir en su gran día, una cuestión a la que nos responde con una gran reflexión: "Creo que las tradiciones son importantes, pero hay que entenderlas y sentirlas tuyas, de lo contrario pierde un poco el sentido, y esto es algo que compartimos Mario y yo". Por esta razón, Esther hizo algunos cambios, como en la entrada al altar. "Entré la primera mitad del camino con mi abuelo y la segunda con mi padre. Fue sin duda uno de los momentos más especiales que me acompañarán siempre".

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Una celebración de tres días

Los novios decidieron festejar su amor por todo lo alto, convirtiendo Tenerife en el lugar donde disfrutar al máximo: "Nos casamos en octubre durante el puente de la Hispanidad, la isla siempre ha sido un lugar muy especial. Los dos días previos a la boda, los disfrutamos junto con nuestros invitados, organizando planes más informales como comidas en guachinches (restaurante típico canario) o excursiones. La preboda fue en un chiringuito junto al mar".

"Fueron unos días mágicos y llegamos todos relajados (y morenos) al sábado. La ceremonia fue en la Parroquia de Santa Ana de Garachico, un precioso pueblo de estilo colonial", explica la novia. "Una ceremonia cercana y emotiva que fue seguida de una celebración en una finca platanera también de estilo colonial, al atardecer. La isla, generosa como siempre, puso de su parte y pese a la ola de calor que nos acompañó (demasiados huevos llevamos a las Clarisas para que no lloviera…) disfrutamos de unos días que no olvidaremos jamás".

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Un look nupcial con toques minimalistas

Esther nos explica que no suele llevar demasiados complemenos en su día a día, por eso tampoco quiso empañar su vestido con un exceso de joyas. "No quería que el día de m boda fuese distinto. Por eso solo llevé el anillo de compromiso: una interpretación de la alianza catalana que me regaló mi marido, que sabía que quería algo distinto y acertó totalmente. También el anillo de pedida que me regalaron mis suegros y unos pendientes de la familia".

En cuanto al peinado, se decantó por una sencilla pero elegante coleta baja desenfadada en la que colocó el velo. "Y aposté por un maquillaje muy natural y algo bronceado. No esconderé que esa misma semana tuve la gran idea de darme un sesión de rayos UVA y sufrí una reacción alérgica... Pensaba que no habría maquillaje que lo cubriera, pero mi querida Absolue de Lancôme hace milagos".

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Más de seis años de amor

Esther y Mario se conocieron en Madrid después de que una amiga en común hiciese de Celestina. "Los dos somos de Barcelona y a pesar de haber ido a la misma universidad, compartir código postal y llevarnos solo un año, nunca habíamos coincidido. Fue nuestra amiga Maria, que conocí mientras estudiaba en Singapur, antigua compañera de colegio de Mario, quien nos presentó. Ambos nos trasladábamos a Madrid por trabajo y ella ya presentía el match. Mal encaminada no iba… María fue testigo de nuestra boda y es como familia para nosotros".

Tras seis años de relación, explica que los últimos dos habían estado viviendo a camino entre Barcelona y Madrid por trabajo. Poco después de la boda, ¡por fin nos hemos puesto de acuerdo! Nos hemos mudado juntos a París para seguir con nuestras respectivas carreras, y seguir sumando experiencias". Y aunque ninguno de los dos tenía en mente una boda al principio, finalmente la idea de casarse tomó forma casi como una broma: "Una broma que teníamos entre nosotros es que el día que me lo pidiese me tenía que sorprender. Yo pensaba que eso iba a ser difícil, porque le conozco demasiado bien. Curiosamente, el mismo día que me lo pidió, enfrascados en una conversación sobre nuestro futuro, se lo volví a recordar –todo esto subiendo una colina en el Empordà, uno de nuestros lugares especiales- con Mario guardando el anillo en el bolsillo. Sin duda, me pilló por sorpresa... al final, parece que me conocía mejor él a mí y no al revés".

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Una mesa infinita para el banquete

Para la pareja fue fundamental contar con ayuda a la hora de organizar su gran día, debido a la distancia: "Nos sentimos más cómodos contando con la ayuda de profesionales para organizar algo tan complejo como una boda y elegimos al equipo de Pure Love por el impresionante contenido que vimos en redes y por el feeling que tuvimos desde el primer momento. Con ellas superamos todos los obstáculos, pues la mayoría de los invitados venían de la península y unos cuantos desde lugares tan lejanos como Dubai, Vietnam o Nueva York", cuenta. "La verdad es que la ejecución el día de la boda fue impecable. Como anécdota, en la finca donde nos casamos nunca habían celebrado una boda de tantos invitados. ¿La solución? Montar una mesa infinita en el jardín de atrás de las plataneras, que terminó siendo a mi parecer lo más especial, ¡y eso que empezó siendo un plan B del que teníamos algunas dudas!