La boda de Vita y Mario fue más madrileña que la Plaza Mayor, lugar donde transcurrió gran parte de la celebración. Después del ‘sí’, los novios comenzaron con un vermú en la mítica plaza, donde no faltó el bocadillo de calamares. Después, otro clásico de la capital: la celebración transcurrió en la Posada de la Villa en la Cava Baja. Y por último, el día terminó bailando en Big Mamma Swing, la academia donde Vita empezó a bailar y que ahora es una de sus aficiones favoritas.
Vita llevó un broche familiar de su tatarabuela tallado a mano en madera. Llevó, además, un tocado estilo canotier, inspirado en un diseño de la princesa de Gales. Además, sus damas de honor la acompañaron y llevaron este mismo accesorio.
El ramo lo hizo Vita, el mismo día de la boda, con flores de lavanda frescas del jardín de la casa de sus padres. “Son las flores preferidas de Mario, pero no las vendían frescas en ningún sitio, por eso decidí hacerlo yo misma”.
Bajo el sol de Madrid, rodeados de familiares y amigos, y con la colorida Plaza Mayor como escenario de fondo, aquel fue un día inolvidable para los novios.