Carla, la novia del vestido desmontable con detalles de organza que se casó en Asturias con su primer amor

Hay novias que encuentran al diseñador de su vestido de novia muy rápido y otras que dan con él después de haber visitado varios ateliers. Ese fue el caso de Carla, conocida en redes sociales como Carla te casa. "Fui a ver a varios diseñadores y el último fue Diego Estrada, me quedé con él porque todas y cada una de las novias que hace me gustan y eso me daba mucha confianza. Si me dijeran que no puedo ver mi vestido de novia hasta el día de antes y tengo que elegir un diseñador, sin duda, confiaría en él. Representa la elegancia en su máxima expresión. Mi madre también se decantó por un diseño suyo cuando descubrió sus magníficas telas", nos cuenta.

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Un vestido de novia con detalles de organza

Desde que empezó a salir con Pablo, Carla comenzó a guardar en su perfil de redes sociales todos los vestidos de novia que le gustaban. Ese fue el germen de la cuenta que hoy congrega a más de 29.000 seguidoras apasionadas del mundo nupcial. Cuando se puso a analizar aquellas imágenes se dio cuenta de que muchas de ellas tenían un detalle en común: llevaban una pieza de organza. "Desde hace años soy fan absoluta de la organza, y siempre supe que me casaría como una pieza de este tejido, no sabía si hacer un chaleco o una capa y al final resultó ser un abrigo en manga francesa y cerrado por una perla barroca", nos cuenta.

El vestido de Carla, siguiendo las tendencias actuales, estaba compuesto por dos piezas. Por un lado, Diego Estrada creó para ella un vestido sencillo de crepe de seda, con cuello halter y una abertura trasera en la falda. Esta prenda se ceñía con suavidad a su figura y servía como base para la pieza principal, un maravilloso abrigo de organza de seda. 

Durante la fiesta el look de Carla evolucionó. "Para la noche, quería algo más atrevido, y en las pruebas le pedí a Diego que crease algo más rompedor y cómodo sin la cola, pero sin perder la elegancia y la esencia de una novia. Cuando Diego me enseñó la tela tan especial, mi madre y yo lo tuvimos clarísimo", nos cuenta.

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La novia conservó el vestido de cuello halter, pero reemplazó el abrigo de organza por una especie de mantón con pedrería. "Tenía dos filas de flecos que se ataban en el cuello, sin tapar los hombros, de largo hasta la cintura y caía en cascada sobre la espalda hasta los tobillos. Este look sorprendió mucho a todos los invitados y fue con el que abrimos nuestro primer baile. Inspiración absoluta en los años 20 y en las fabulosas fiestas de El Gran Gatsby", asegura. 

Uno de los consejos que los diseñadores suelen dar a las novias es que, a la hora de elegir su vestido, apuesten por una prenda que las represente, con la que no se sientan disfrazadas. "Una novia debe sentirse muy segura con su vestido. Yo personalmente no me dejé influenciar por las tendencias del momento, busqué lo que mejor se adaptara a mi estilo y a mi cuerpo, sacándole el máximo partido y sintiéndome muy cómoda. No cambiaría ni un solo detalle", nos cuenta Carla.

El poder de las joyas

Si el vestido reflejaba al cien por cien el estilo de la novia, los complementos no iban a ser menos. Carla, que en su día a día siempre lleva perlas, las eligió también para su boda. "Los pendientes fueron el regalo de mis suegros en nuestra pedida. Mi suegra, que tiene un gusto exquisito, encargó en Pamplona, a Carlos Pérez de la Rosa, unos pendientes a medida formados por siete diamantes dibujando una flor y terminando en perlas cultivadas, que hacían unos pendientes únicos, y los más bonitos que he visto". También llevó dos anillos: el de la pedida de su abuela materna, que también se convirtió en su 'algo azul y algo prestado' y el anillo con el que le pidió matrimonio Pablo, que vemos en detalle en la imagen.

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Aunque al principio pensó en llevar sandalias, tras hablar con el diseñador de su vestido y repasar los looks nupciales de todas las novias que le habían encantado, Carla decidió elegir unos zapatos cerrados, terminados en pico y personalizados de Flor de Ashoka. "Vi todos los diseños y me enamoré del modelo Tilda porque cumplía todo lo que buscaba", nos cuenta. Los eligió en blanco, pero ahora, tras la boda, ha decidido teñirlos en negro para darles una segunda vida. "Eran de nueve centímetros y muy cómodos, ¡aguanté con ellos toda la noche! Lo único malo es que al ser en blanco terminaron muy sucios", añade.

Su ramo de novia

Pocas novias renuncian al ramo o lo sustituyen por otro accesorio y Carla no fue una excepción. La asturiana nos explica que era una de las cosas que más claras tenía. "Lo quería todo verde ácido y blanco, muy elegante, pero a la vez sencillo". Estaba composición, obra de la floristería Trisquel, estaba formado por Alheli, verónica, fresia, flor de arroz, ammi majus, cardos, bouvardia, eucalipto parvifolia y eucalipto cinérea. En su empuñadura tenía un bonito detalle: dos medallas. "La Cruz de la Victoria, que me regaló mi hermana Estela y la medalla de la Virgen de Covadonga junto con una cinta de terciopelo azul, regalo de mi cuñada Sofía", nos explica.

Un maquillaje y un peinado ‘sin experimentos’

El día de la boda no es el momento de ser muy innovador en lo que a maquillaje y peluquería se refiere. Por eso no sorprende que Carla prefiriera apostar por lo que suele llevar en su día a día, aunque trabajado por un profesional. "Nunca me pinto los labios, ni me pongo sombras en los ojos, quería un aspecto muy natural, dulce y nada recargado. Lorena Carbajal, lo clavó a la perfección desde el minuto uno. Nunca me había visto tan guapa", asegura. 

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Con el peinado tenía más dudas. Finalmente se decantó por una coleta ligeramente ondulada creada por Rosa Vegas. El toque más especial lo dio un bonito tocado creado a medida por Macarena, de @atelieremea. "Siempre me han gustado mucho las pamelas y tocados, y considero que me sientan bien, sin embargo, con mi vestido de novia no combinaban del todo, hasta que buscando inspiración se me ocurrió la idea de hacerme un pequeño tocado alrededor de la coleta, muy sencillo pero que diese un toque especial al peinado y el resto del look".

Casarse con el primer amor

Pocas personas pueden presumir de casarse con su primer amor. Pero ese fue el caso de Carla y Pablo, una asturiana y un oscense que vivió toda la vida en Pamplona. "Llevamos desde los 20 años juntos y somos el primer amor (y último) de cada uno. Nos conocimos, hace seis años y medio en la Universidad de Navarra, en Pamplona, ambos estudiábamos la misma carrera, y coincidíamos en alguna asignatura. Pablo era de los que siempre se sentaba en última fila y me llamaba mucho la atención, pero no teníamos amigos en común, así que me lancé yo, nunca había tenido novio, pero algo me decía que él era distinto. Me gustaba físicamente, pero después de nuestra primera cita, me sorprendió mucho como persona, desde ese día no pudimos parar de hablar. Es la mejor persona que he conocido en toda mi vida", nos relata Carla. Y, desde el pasado 6 de mayo, es su marido.

Carla es analista financiera en un banco francés, "aunque mi gran hobby es el mundo nupcial y los vestidos de novia. Dentro de poco anunciaré algo en @carlatecasa, que más de una lleva esperando mucho tiempo", nos cuenta. Pablo es abogado, especializado en fiscal. Desde su primera cita tuvieron claro que si aquella relación avanzaba ambos querrían casarse. "Los dos teníamos las ideas muy claras, a pesar de ser tan jóvenes, teníamos un proyecto común, y ello conllevaba el matrimonio por supuesto". Por eso, cuando los dos llevaban cuatro años trabajando y por fin vivían en la misma ciudad (mantuvieron una relación a distancia durante tres años), decidieron que había llegado, al fin, el momento de dar el paso.

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Los detalles del 'sí, quiero'

El 6 de mayo Carla y Pablo se daban el 'sí, quiero' en la Basílica San Juan el Real, en Oviedo, un templo llenó de significado para los novios. "En la misma iglesia en la que me bauticé y que veía desde mi ventana cada mañana al levantarme cuando vivía en Oviedo", asegura Carla. Una celebración muy emotiva en la que estuvieron acompañados por sus familiares y amigos.

La celebración fue en el Palacio de la Riega, situado en Gijón, en las colinas de Somió, que presume de tener unas vistas inmejorables de la ciudad y la costa. "El Palacio está gestionado en exclusiva por el Catering Manzano, ofreciendo el estilo característico y la gastronomía de los Chefs Esther y Nacho Manzano, que atesoran dos Estrellas Michelin y tres Soles Repsol", nos cuenta la novia.

Para la organización de la boda no contaron con la ayuda de ninguna wedding planner. "Tengo que reconocer que la cuenta que tengo en Instagram me ayudó mucho para la búsqueda de proveedores y mis seguidoras me han dado muchos consejos de organización. Dediqué los fines de semana encantada y con mucho cariño a la boda con Pablo, tenía las cosas muy claras y no me costaba decidirme. Además, tengo la suerte de que mi familia política es enorme y también me ofrecían mucha ayuda".

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Como en todas las bodas, en la de Carla y Pablo hubo muchas anécdotas, pero una de las más divertidas fue el guiño que la pareja hizo a Pamplona. "Toda la boda fue muy asturiana así que decidí regalar a cada invitado un pañuelo de San Fermín con nuestros nombres y fecha de la boda bordados. Cómo no, entramos bailando la canción típica de San Fermín y todos los invitados se pusieron los pañuelos y lo dieron todo, fue una locura".

Casarse con el amor de su vida, algo que los dos llevaban esperando desde hacía tiempo, y entrar a la iglesia del brazo de su padre y ver a Pablo tan feliz esperándola fue lo más especial de aquel día para Carla. "No lo voy a olvidar nunca. Para nosotros el matrimonio es el principio de todo", nos cuenta. Por eso no nos sorprende que cuando le pedimos un consejo para otros futuros novios lo tenga muy claro. "Mi consejo es que no pierdan el foco del sentido del matrimonio, que es lo único verdaderamente importante. Que hagan una boda por y para ellos, sin dejarse guiar por las modas o gustos ajenos. Y sobre todo ¡disfrutar y bailar, bailar mucho que es el día más feliz de sus vidas!".