La historia de Ana, la novia valenciana del look desmontable y la boda internacional

Cuando una novia busca un look versátil para su gran día, los diseños transformables suelen ser su mejor opción. Estos vestidos ofrecen la posibilidad de contar con varios estilismos dentro de una misma propuesta, para sorprender conforme avanzan los diferentes momentos de la boda. Una elección de este tipo fue la de Ana, una novia valenciana con mucho estilo que celebró una boda internacional, repleta de invitados extranjeros de hasta 20 nacionalidades distintas. Se puso en manos de la reconocida Helena Mareque y fue con una idea clara. “Sabía que quería algo sencillo con un toque diferente. Siempre me había gustado Helena Mareque y cuando fui a probarme vestidos a su atelier, no tuve duda de que quería hacerme el mío con ella (supo captar muy bien lo que me gustaba). La decisión que marcó la prenda fue que quería tener un cuello y una espalda en particular y a partir de ahí Helena sacó su parte artística para ofrecer varias alternativas. Mi madre también me ayudó mucho a decidir. ¡Me encantó el resultado!”, nos explica ella misma.

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Un diseño desmontable

El look destacaba por su cuello halter, un escote trasero muy moderno y una suerte de abrigo-chaqueta vaporoso con mangas ablusadas y un original bordado. Ana se sintió ella misma con él, pues cumplía todos los requisitos que imaginó desde el primer momento a la hora de decidirse por un diseño: “lo más importante es que te represente a ti y a tu personalidad, que te sientas cómoda y que sea una expresión de tu carácter. La versatilidad del vestido también es muy relevante y valoré que pudiera llevar varios looks durante el mismo día, al quitarme la capa que lucí para la ceremonia inicial, y dando por tanto un toque mucho más moderno al diseño durante el resto del día. Quería también que fuera un vestido cómodo para poder bailar y estar a gusto durante el día y la noche”, nos desvela.

Para completar el look, nuestra protagonista confió en unas sandalias de plataforma de color nude de Yves Saint Laurent. “Las recomiendo por su versatilidad y también por su comodidad”, señala. Más adelante, sustituyó este calzado por unos segundos zapatos, de Loov Shoes: “la marca de zapatos de Cristina Veillard, de Algo nuevo prestado y azul. Fui al mismo colegio que ella y siempre había seguido de cerca su marca. ¡Sus zapatos son comodísimos y preciosos!”.

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Su peinado de tendencia tampoco se quedó atrás: “en el pelo llevaba tres estrellas que dieron un toque muy especial al peinado, de Suma Cruz”.

Maquillaje y peluquería atemporal

Y es que Ana quiso lucir un look de belleza sencillo en su ‘sí, quiero’, por lo que se puso en manos de Begoña, de Bobbi Brown. “¡Supo captar la idea a la perfección! De peinado tenía claro que quería llevar una coleta (que después me pudiera soltar en la fiesta) para dar un toque moderno al look. Me peinaron en Bigudies y no pude estar más contenta con mi peinado”, reconoce la protagonista. 

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Otro gran acierto fue el ramo de novia, compuesto de peonías (la flor favorita de la novia), lisianthus y olivo. “Fue un regalo de mi hermano, un elemento muy especial de la boda. Se lo di a una amiga de la infancia que justo se casaba ese mismo año. También repartí una peonía de un segundo ramo a cada una de las parejas que se casaba al año siguiente (¡12 parejas!)”, recuerda Ana.

Una boda religiosa en Valencia

El reparto de ramos fue tan solo uno de los numerosos momentos inolvidables en la boda de verano de Ana. Tuvo lugar en la valenciana Cartuja de Ara Christi, el 9 de julio del pasado año, pero es en las últimas semanas cuando ha ganado popularidad en la red. “Yo soy de Valencia. Al ser una boda muy internacional (más 20 nacionalidades distintas) tener un aeropuerto internacional era de vital importancia. Entre el aeropuerto de Valencia y el de Madrid con AVE a Valencia en menos de una hora y media conseguimos este objetivo. La familia de Eric, el novio, es francesa y libanesa y además muchos de los invitados vinieron de Estados Unidos y Latinoamérica”, cuenta.

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Su historia de amor

"Somos los dos muy intranquilos y siempre estamos haciendo muchísimas cosas. Esto quedó patente en los discursos de nuestros dos hermanos pequeños, que relataron cómo fue 'una pesadilla' crecer a nuestro lado, ya que no paramos quietos y estamos siempre buscando la siguiente actividad, viaje, proyecto que hacer. La boda fue un reflejo de esta personalidad, ya que cada 30 minutos había un evento especial (discurso, mascletá, entrada con música, fuego artificial, fiesta, e incluso 'hora loca'). Nos conocimos el primer día de universidad en IE University, aunque no empezamos a salir juntos hasta tercero de carrera. A partir de ahí hemos crecido juntos y justamente celebramos los 10 años de haber empezado a salir juntos unos meses después de la boda".

"Yo soy abogada de arbitraje internacional (en disputas entre Estados y empresas internacionales); trabajo para el despacho americano llamado Sidley Austin (por curiosidad, es ahí donde se conocieron los Obama). Eric trabaja en finanzas y estuvo ocho años en banca de inversión, en Morgan Stanley; aunque, después de la boda, ha pasado a trabajar para el unicornio tecnológico español Jobandtalent. Los dos hablamos español, francés e inglés; lo que refleja mucho nuestras vivencias internacionales por varios países del mundo".

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Para organizar su enlace, la pareja se puso en manos de las wedding planners de El Jardín & Co. “La boda la preparamos completamente en remoto. nos prometimos antes de la pandemia, cuando vivíamos en Nueva York. Empezamos a contactar proveedores por email y videoconferencias durante el 2020”, describe Ana. En un principio, los novios quisieron haber celebrado la boda en julio de 2021: “pero con mucha antelación ya decidimos retrasarla a julio de 2022, para poder disfrutarla sin restricciones. Durante ese tiempo, nos mudamos de Nueva York a Londres, así que finalmente seguimos preparando todo en remoto. La última semana estuvimos en Valencia donde ya arreglamos los últimos detalles en persona”, afirma.

"El proceso fue muy bonito e ilusionante. Para nosotros, la boda representaba la oportunidad de unir a nuestras familias y amigos y celebrar un buen fin de semana juntos; especialmente porque mucha gente vive en el extranjero y es muy complicado coincidir todos juntos. Es por eso que organizamos preboda y también postboda, para poder tener la posibilidad de vernos todos juntos durante el mayor tiempo posible".

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Escenas para el recuerdo

"Por supuesto, durante el día hubo muchos momentos inolvidables en cada una de las partes de la boda. Como, por ejemplo, mi entrada en la iglesia (hice esperar a Eric más de 10 minutos en el altar, aunque no fue mi culpa…). La gran mascletá que se disparó durante el cóctel y que muchos valencianos dijeron que era más potente que muchas mascletás que habían visto en barrios de Valencia en fallas, los fuegos artificiales al finalizar la cena y, también, nuestras entradas tanto en la cena como en la fiesta, que llevaron consigo muchísima energía y mucha música. Además, antes de pasar al postre se sirvió champán francés (haciendo un guiño a la familia francesa de Eric) y se abrieron las botellas de forma tradicional, es decir descapuchados con una espada. Se sirvió una botella magnum de cinco litros que se abrió de forma normal, y luego se descapucharon con espada otras tres botellas. Se hizo también una pirámide de copas de cristal donde se sirvió el champán, mientras los camareros pasaban a servir a todos los invitados".

"Eric llevaba puestos los gemelos de su abuelo, que ya falleció y fue Cónsul de Francia en Oriente Medio durante toda su vida profesional, así que esos gemelos tenían mucha historia y una energía particular".

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Colores protagonistas

En la decoración de la boda de Ana y Eric predominaron los colores y tuvo verdadero protagonismo una misma variedad floral. “A mí me encanta la buganvilla. Teníamos una idea de decoración bastante marcada e inspirada en esa flor. Por eso la decoración floral fue basada en ese color y marcó el estilo general de la boda”, describe Ana.

El resto de los detalles fue obra de los floristas, las wedding planners y los decoradores del espacio. Buscaban un montaje de aires modernos y mediterráneos. "Destacaría la decoración de las mesas de la cena donde incluimos un arco sobre la mesa presidencial, así como dos tipis a modo chill out en el jardín (zona del cóctel). El seating plan también fue muy particular y grabamos los nombres y números en metacrilato. Mucha gente acabó llevándoselo de recuerdo”, apunta.

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Si tuviera que quedarse con un único mensaje de aquel día, nuestra protagonista escogería la alegría de poder reencontrarse con todos juntos: "entre familia y amigos, que viven tan lejos de nosotros. Especialmente porque fue uno de los primeros eventos donde veíamos a algunos amigos después de la pandemia”.

"Durante la fiesta también contratamos a La Hora Loca, que vinieron a amenizar la noche durante unas horas. Trajeron disfraces y máscaras, tablas de surf para tomar chupitos, y otros juegos 'de fiesta'. Yo me puse una capa transparente con luces que animó toda la noche".

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Antes de concluir, Ana da tres consejos a las parejas que se encuentran organizando su boda en estos momentos:

1. "Que disfruten del proceso, que es una parte muy importante de la experiencia, ya que el día de la boda pasa muy rápido.
2. Que se olviden de los prejuicios y cosas preconcebidas de la sociedad y de si una cosa 'se hace así o de otra forma' y que hagan lo que a ellos más les guste.
3. Que no se sientan obligados o presionados a tener uno u otro servicio y que cuenten en su boda con lo que a ellos de verdad les gusta (aunque sea algo diferente o raro)".