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Parece que la boda de Chiara Ferragni ha supuesto un referente en el mundo nupcial, no solo en su espectacular organización, sino en el vestido que lució de camino al altar. El esperado diseño, creado en exclusiva para ella por Maria Grazia Chiuri para Dior, fue un modelo compuesto por un body de cuello cisne y manga larga confeccionado en chantilly, del que partía una voluminosa falda de tul desmontable, con una abertura frontal que muestra sus piernas al caminar. Los diseñadores parecen haber tomado buena nota de esta fórmula y se han lanzado a la aventura de los vestidos de novia desmontables, tanto que firmas como Berta o Morilee by Madeline Gardner hicieron suya su propia versión sobre la pasarela neoyorkina, gracias a cuerpos de encaje con faldas de tul que se pueden quitar y poner.

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Sofía Palazuelo confió en las cercanas manos de su tía, la diseñadora Teresa Palazuelo, para hacer realidad un vestido de novia sencillo y sin artificios, acorde con su personalidad. Se casó en el Palacio de Liria con Fernando Fitz-James Stuart y Solís, Duque de Huéscar, dando una elección de estilo y coherencia gracias a un vestido de líneas rectas y depuradas. De este modo, optó por un diseño de línea A, con discreto escote en forma de 'v' y manga corta, de cuyos hombros nacía una espectacular capa desmontable que hacía las veces de cola. Tal y como se pudo ver a través del perfil de Instagram de la propia diseñadora, Sofía optó por quitarse la capa tras la ceremonia, descubriendo la segunda parte del diseño que, como relató Teresa Palazuelo, "queda un cómodo vestido de noche sin perder el movimiento".

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En el caso de Ana Boyer en su boda con Fernando Verdasco, no fue ni una falda ni una capa, sino unos manguitos desmontables los que añadieron el efecto sorpresa en su look nupcial, firmado por Pronovias. La hija de Isabel Preysler llegó al altar del brazo de su hermano Julio José Iglesias, con un romántico vestido palabra de honor de escote corazón. Estaba confeccionado con un delicado tejido bordado en pailletes nacar y pedrería de cristal con aplicaciones guipur. El diseño seguía una línea sirena que se potenciaba su silueta e incorporaba un el inesperado detalle inesperado de unos manguitos a juego que lo hacía más especial. De ellos, prendía un velo de tul de tres metros y medio que más tarde se quitaría para la celebración. Es una forma divertida y nada convencional de llevar este accesorio tan tradicional de las novias.

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Un nuevo ejemplo, quizás siendo una de las pioneras en esta nueva era de los vestidos desmontables, fue Laura Vecino en el día de su boda con Rafael Medina, celebrada en el año 2010. Un enlace cuyas únicas imágenes fueron reveladas en exclusiva por al revista ¡HOLA!. Su vestido de novia fue elaborado de forma exquisita por Giambattista Valli y estaba compuesto por tul drapeado y jacquard de soir en color blanco, con estampados en relieve y un escote asimétrico que un año más tarde eleigiría Charlene de Mónaco en su enlace real. Además, tenía una cintura marcada de la que nacía una falda de estilo princesa, con larga cola y bajo recogido. Una vez finalizada la ceremonia se desprendió de ella y, tras el banquete, mostró el diseño nupcial que llevaba por debajo, más entallado y de silueta sirena, ideal para el resto de la celebración.

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