La estadounidense, que siempre figura en las listas de las mejor vestidas, ha jugado todas sus cartas al color blanco y ha confiado en una original creación de Givenchy que no ha dejado indiferente a nadie. Se trata de un diseño que fusiona los tres conceptos más recurrentes en la moda nupcial de las últimas temporadas, y es que, aunque simula ser un dos piezas, es un vestido con textura de red rematado por un chaleco estructurado, con cuello halter y solapas de estilo esmoquin que esconde su propio efecto sorpresa en la parte posterior.