Sin embargo, y fiel a su estilo sencillo y elegante, prefirió acompañar su habitual recogido bajo y pulido con un delicado tocado de plumas alrededor, una creación fue obra de Teresa Briz, discípula Philip Treacy, el sombrerero más prestigioso del mundo. Su vestido, personal, sencillo y de líneas depuradas, no necesitaba mucho más. Las plumas, tan livianas y románticas, favorecen a todo tipo de mujeres y se han convertido, junto a los arreglos florales, en tocados indispensables para una novia, que pueden jugar con gamas cromáticas que van desde los blancos y cremas hasta los rosas y malvas como los que mostramos a continuación.