Pocas bodas han dado tanto que hablar como lo hizo la de Kate Middleton y el Príncipe Guillermo. Desde que se anunciara su compromiso en noviembre de 2010, 10 años después de que ambos se conocieran en la universidad, el acontecimiento fue ganando relevancia más allá de las fronteras británicas. El gran día llegó el 29 de abril de 2011, bajo una nube de cámaras y retransmisiones en los cinco continentes, además de cerca de un millón de espectadores que lo vivieron en directo por la zona.
A la abadía del Westminster acudieron los miembros de la familia real inglesa, pero también personalidades de la realeza extranjera, invitados ilustres y celebrities. Además de la espectacularidad del evento, hubo un elemento que destacó por encima de otros: el vestido de la novia.
Un vestido de novia de encaje francés
La diseñadora Sarah Burton fue la responsable de dar forma este diseño bajo la etiqueta de Alexander McQueen. Fusionando el clásico color blanco y el tono marfil en los detalles, la novia lucía un vestido de efecto satinado, compuesto por un cuerpo con manga larga realizado en encaje francés, que fue elaborado a mano por la Real Escuela de Costura del país —le dibujaron las flores más representativas de Reino Unido: la rosa, el cardo, el narciso y el trébol— y un corpiño a medida que se adaptaba a la perfección a su silueta. A ello se sumaba una voluminosa falda, con apliques y encaje color marfil, con tres metros de cola.
El diseño que eligió Kate Middleton recuerda al que llevó la inolvidable Grace Kelly en su boda con el príncipe Raniero III de Mónaco en 1956. Corsé, escote de corazón, manga larga, encajes, delicados bordados… Denominadores comunes que, años después, continúan siendo recursos muy demandados por las novias que buscan un diseño elegante y atemporal.
Zapatos a medida y un velo con flores bordadas
El look no habría estado completo sin los accesorios apropiados. A juego con el diseño, los zapatos fueron realizados para la ocasión por la misma firma responsable del vestido (Alexander Mcqueen). Una información que tardó en trascender, puesto que el largo del vestido no permitió que se vieran durante el gran día. Eran un bonito modelo en satén, de color marfil, con puntera ligeramente redondeada y detalles de encaje.
El velo, sencillo de tul suave, contaba con un recorte de flores bordadas a mano por la Real Escuela de Costura. Siguiendo la tradición, llegó velada y con el rostro cubierto hasta que llegó al altar.
De la tiara a los pendientes, joyas con historia
La actual princesa de Gales llevó el día de su boda unos pendientes diseñados en exclusiva por la firma de joyería Robinson Pelham. Un diseño colgante de diamantes inspirado en el escudo de la familia Middleton, compuesto de bellotas y hojas de roble, que fueron un regalo de los padres.
Aunque sin duda, la gran protagonista fue la tiara Cartier, una de las joyas más especiales de Isabel II, que la recibió de su madre en su 18º cumpleaños (el duque de York, que más tarde recibió el título del rey Jorge VI, se la regaló a su esposa, la Reina Madre, en 1936). Se trata de una pieza compuesta por 739 diamantes de talla brillante y 149 diamantes baguette. Aunque la reina Isabel II nunca la utilizó en público, sí lo hicieron en ciertas ocasiones su hermana Margarita y la princesa Ana.
El ramo con el que homenajeó al príncipe Guillermo
Kate Middleton se decantó por una composición de lirios del valle, jacintos, hiedra y mirto y flores Sweet William, como homenaje a su marido. El ramo fue creado por Shane Connolly, que también diseñó el de la reina Camilla. En una entrevista concedida a ¡HOLA!, el florista irlandés explicaba que ninguna de las dos necesitaba impresionar a nadie, y por eso creó para ellas diseños sencillos. En cuanto al tamaño, se decantó por bouquets pequeños porque, aseguraba, nunca le han gustado los grandes por lo incómodos de llevar que resultan para la mayoría de mujeres.
El segundo vestido de novia de Kate Middleton
Para la recepción en el Palacio de Buckingham aquel 29 de abril de 2011, Kate Middleton cambió aquel espectacular diseño de escote corazón, manga larga de encaje y falda con volumen (ideado por Sarah Burton para Alexander McQueen), por otro más cinematográfico. La misma diseñadora dio forma a este segundo look nupcial con escote palabra de honor, tejido satinado y cinturón de pedrería, que la duquesa de Cambridge acompañó con un bolero de angora. En término de belleza, dejó su melena suelta, dando al conjunto un aire más relajado.