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Hay muchas novias que se hacen virales en redes sociales porque su vestido tiene algo que lo hace diferente. A veces es un escote, o el tejido con el que está elaborado. Otra llaman la atención por sus joyas, como Fátima y su tiara, que perteneció a Isabel II. El caso de Sandra ha sido otro muy diferente. Fue su baile nupcial que hemos reproducido una y otra vez porque es hipnótico. "Al ser bailarina quería hacerlo diferente. Empezamos bailando algo lento y rompimos con una música que nadie se esperaba", asegura la prometida. Pero también nos ha cautivado su vestido, un diseño convertible firmado por Cotonnus.
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Un vestido de novia convertible inspirado en doña Letizia
Sandra nos cuenta que no le resultó nada sencillo dar con la diseñadora que hizo su vestido de novia. La que había pensado en un primer momento tenía la agenda llena y tuvo que volver a buscar alguien que encajara con ella y con quien sintiera un feeling especial. "En la cuarta cita lo tuve claro. No tenía que buscar más, era ella, Leti de Cotonnus me entendía perfectamente, tenía que ser ella la que me hiciera el vestido".
La novia no tenía demasiado claro lo que buscaba —al menos eso pensaba ella—. Siempre se había imaginado con un vestido más bien clásico, de manga larga, pero la boda se celebraba en agosto. "Me gustó mucho el estilo de Carolina de Mónaco en su boda, con un vestido de Dior y al ser agosto pensé que debía llevar algo similar". Y fue así como empezaron el proceso hasta dar con el look final.
Leticia Blázquez, directora creativa de Cotonnus Atelier, creó para Sandra un vestido de novia convertible compuesto de varias piezas. Una de ellas era una camisa elaborada en georgette de seda natural —el mismo tejido con el que estaba confeccionada la cola desmontable— y adornada en el cuello y los puños con un guipur de algodón. "Siempre he querido algo clásico y a la vez sexy, pero que en ningún momento fuese vulgar", asegura la novia.
La base, el vestido que lució durante la fiesta, estaba inspirado en el famoso diseño rojo que doña Letizia llevó en la preboda de Federico y Mary de Dinamarca, una prenda diseñada por Lorenzo Caprile. "En la última prueba decidimos hacerlo midi sobre todo por el baile, no quería estar pendiente del vestido mientras bailaba. Y la verdad que fue una muy buena decisión, ya que al subirle el bajo y quitarle la blusa parecía totalmente otro vestido. La gente de la boda creía que me había cambiado, y no fue así, solo le añadimos un chocker con una gasa detrás cayendo por la espalda, para que tampoco se viese la espalda del todo, me encantó".
Zapatos cómodos y un moño de bailarina
Una de las cosas que Sandra tenía muy claras es que quería llevar unos zapatos diferentes. Para la ceremonia eligió un stiletto destalonado, de color natural, que cambió por unas sandalias plateadas perfectas para bailar.
En cuanto a las joyas, nos cuenta que "los pendientes fueron bastante clásicos, pero es cierto que la perla siempre queda bastante elegante y da luz a la cara, por eso me decanté por ellos. Llevé el anillo más bonito y especial que me regaló mi abuela cuando cumplí 18 años".
Su ramo también fue sencillo. Estaba compuesto únicamente por rosas Austin, de tallo largo, siguiendo así la tendencia de lucir un diseño formado por un solo tipo de flor.
Sobre el peinado nos cuenta que no quería verse con nada que no hubiera llevado antes. "Fui a lo seguro. Soy bailarina y solemos llevar moño con raya en medio. Pensé que, llevando cuello alto, era lo que mejor me podía quedar. Con el maquillaje fue diferente. Al salir al escenario a bailar solemos ir muy maquilladas, y en este caso quería todo lo contrario, algo muy natural, efecto cara lavada sin llegar a serlo", nos cuenta.
Su historia de amor
Sandra y David se conocieron en una discoteca. "Nos fijamos uno en el otro, pero nunca nos dijimos nada, yo le hablé por Instagram y a partir de ahí empezamos hablar. Fue difícil porque hubo muchos vaivenes, pero al final supimos que estábamos el uno hecho para el otro", cuenta la novia.
Después de ocho años juntos llegó el momento de dar el paso. "Él sabía que antes de tener hijos quería casarme y al llevar ya varios años, pensó en pedírmelo. Hicimos un viaje muy bonito recorriendo Italia y pensó 'este es el momento'. Se lo curró muchísimo, fue en un barco en medio del mar, en Capri, fue precioso".
Todos los detalles de la boda
El 30 de agosto de 2024, Sandra y David se dieron el 'sí, quiero', en una ceremonia civil celebrada en la Finca las Tenadas. "Yo siempre he querido casarme por la iglesia, pero en el último momento dijimos '¿por qué no lo hacemos una ceremonia civil?'. No me arrepiento por nada del mundo, fue preciosa y superemotiva".
Italia fue el punto de partida para la decoración. Hubo muchas naranjas, y limones, y manteles de cuadros. Y todo lo organizaron ellos, aunque Sandra nos explica que, para que el día de la boda las cosas salieran bien y no tuvieran que preocuparse, contaron con la ayuda de Ana, de la Finca las Tenadas.
Aquel día dejó muchas anécdotas: un discurso sorpresa de su sobrino, que fue bonito y divertido al mismo tiempo; una lluvia torrencial hacia el final del coctel; y el famoso baile nupcial que se ha viralizado. "La gente se podía esperar que yo bailara algo debido a mi profesión, pero no se imaginaban que David quisiera participar en algo tan arriesgado para él", pero lo hizo.
No siempre es fácil quedarse con un solo momento. Además de ese primer baile como casados y ver, junto a ellos, a todos los que los acompañaron, Sandra nombra otros. "La verdad que tengo varios momentos especiales: momentos previos con mi madre en la habitación preparándonos; otro es cuando mi madre, padre, abuela, hermano vinieron a la habitación a verme, nos emocionamos muchísimo, fue precioso. La entrada del brazo con mi padre y al fondo ver a mi futuro marido llorando, como si no hubiese un mañana, fue increíble, querría repetir una y otra vez ese momento".