Un vestido de novia desmontable con mangas ablusadas para la boda de Laura en Jaén

© luciacherubina

Un look nupcial sencillo y con capa extraíble

Aunque el resultado de su estilismo era reflejo de ella misma, Laura nos confiesa que no tenía claro cómo quería su diseño. A pesar de haber buceado por las redes sociales, no encontró grandes referencias, sino que, con el tiempo, terminó dudando de todo. Sí sabía que buscaba un vestido sencillo, juvenil y elegante y con esas premisas, se puso en manos de Impúribus. “Siempre he pensado que la ropa y todos los complementos dice mucho de una persona, por lo que me parecía muy importante verme identificada ese día y que fuera totalmente yo”, reconoce.

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El proceso de creación del diseño fue intenso, pero emotivo y bonito. Recuerda con mucho cariño la experiencia, pues su madre y su hermana también estuvieron presentes en las pruebas.  “Cada una de nosotras aportamos lo que se nos ocurría, aunque las tres somos bastante indecisas y nos costaba decidir. Y como no, siempre acompañadas de Sara, a la que estoy muy agradecida, fue un pilar fundamental del proceso, tuvo mucha paciencia conmigo y fue un apoyo en todo momento. Siempre tenía palabras bonitas que te hacían sentir bien”, afirma nuestra protagonista.

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“Lo recuerdo con mucha alegría y un poco de nostalgia. Lo repetiría mil veces más, fue todo un acierto. Estaré eternamente agradecida a Sara por el resultado y su dedicación”, apunta. Una buena sintonía que se tradujo en un diseño con escote cuadrado y falso escote en pico, mangas ablusadas, corte imperio y capa vaporosa y desmontable.

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La importancia de un diseño atemporal

Para esta jienense, seguir las tendencias no era algo verdaderamente importante. Desde su perspectiva, ante un universo de la moda tan cambiante, es mejor buscar la atemporalidad: “creo que las tendencias pueden ayudar a la inspiración, pero lo esencial es que el diseño te represente, por mucho que algo se lleve, no veo lógico adaptarte a ello si realmente no va contigo”.

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Laura se considera una amante de las tradiciones nupciales, por lo que no perdió la oportunidad de seguir una de las más populares a la hora de seleccionar los accesorios de su gran día. “Como algo prestado, llevé una pulsera de oro de mi madre. Algo azul, fue el anillo de pedida que Pablo me había regalado, compuesto por diamantes y zafiro. Algo nuevo, todo lo que llevaba, vestido, tacones, pendientes…”, dice.

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Un ramo de novia con guiños a su tierra y unos complementos con vocación de perdurar

Su look no estaba completo sin un ramo de novia que casara con su vestido. La creación de este diseño floral fue exprés, puesto que, a última hora, un día antes, cuesta protagonista y su madre acudieron al taller de Olga, de La Casería de las Flores para crear una propuesta en la que “se viera representada Jaén”. Como tierra de olivo, estas hojas no podían faltar y a ellas les sumaron variedades silvestres y muy alegres, junto a nardos y lisianthus. “Quise alejarme un poco de los ramos típicos únicamente blancos, por lo que añadí alguna flor dando nota de color y aportando un poco de alegría.  ¡Quedé encantada con el resultado!”, señala.

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En lo que respecta a las joyas, más allá de su algo viejo, algo azul y algo prestado, Laura quiso dar protagonismo a sus pendientes, un regalo muy especial que le hizo su abuela materna, que quería sorprenderla con algo que perdurara, por muchos años que pasaran. “Yo tenía claro que quería unos pendientes elegantes, que tuvieran movimiento y que aportaran luz. Los encontré en Jaén en una joyería de toda la vida, donde también compramos las alianzas, que nos las regalaron María, la hermana de Pablo y mi hermana, Isabel”, indica. Además, sus zapatos, regalados por una amiga de la infancia llamada Raquel, fueron de Flordeasoka, realizados en un tejido similar al lino y en tono blanco roto.

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La guinda de su estilismo la pusieron sus elecciones de maquillaje y peluquería. A cargo de las brochas estuvo Bea Morales, a quien escogió por sus buenas referencias y que logró que el resultado, fresco y natural, durase todo el día. Ella también maquilló a la madre y a la hermana de la novia. “El peinado vino de la mano de Ocaña, en concreto de Tere, que tiene unas manos mágicas y que lleva acompañándonos toda la vida. Lo tenía muy claro, para ese día quería un moño. Me parece que queda muy estiloso en las novias. Fue un moño trenzado muy fino, que Tere había preparado con mucha delicadeza para que pudiese ser 3 en 1, moño, coleta y para terminar, suelto. En el momento de la boda estaba tan entregada en disfrutar y aprovechar el tiempo que no quise perder ni un segundo en cambiar de peinado y me quedé con el moño todo el día, me encontraba muy cómoda”, reconoce.

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Como sucede con otras muchas novias, Laura no quería dejar atrás su esperado vestido, por eso llevó solo uno. Y, pensando en ello, su diseño era transformable, pues la capa era extraíble, por lo que prescindió de ella en el momento del baile. Además, en el aperitivo decidió retirar el velo para caminar con mayor soltura. “Estaba comodísima, pude disfrutar al máximo de ambos momentos”, nos asegura.

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Boda en Jaén tras una década de amor

Laura se casó con su marido, Pablo, un 9 de septiembre, tras 10 años de amor. La novia, natural de Jaén y el novio, de Fuengirola (Málaga) se conocieron en el año 2012, en su primer año de carrera, en la ciudad de La Alhambra, a través de sus colegios mayores. “Estos dos colegios mayores, se situaban uno al lado del otro. El de Pablo era el de los chicos y el mío, el de las chicas. Ambos colegios estaban hermanados por lo que desde el primer día realizábamos muchas actividades juntos, veíamos mucho a los chicos y todos éramos amigos. Casualmente, también coincidimos en la facultad, pues los dos estudiamos la misma carrera, Economía”, nos explica. No fue hasta el último año de universidad cuando comenzaron a salir.

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“Pablo y yo llevábamos muchos años juntos y teníamos claro que nos íbamos a casar, yo estaba estudiando oposiciones por lo que había que respetar un poco los tiempos. Me pidió matrimonio en el año 2022, unos meses después de aprobar la oposición y conseguir mi plaza. La pedida fue en Milán, justamente en la famosa Plaza del Duomo. Él me había regalado el viaje hacía unos meses por mi cumpleaños. ¡Lo tenía todo pensado! Pablo y yo estuvimos viviendo un año en Milán porque ambos fuimos de Erasmus allí en el año 2016, fue un año inolvidable, disfrutamos muchísimo y tenemos muy buenos recuerdos. Milán es una ciudad muy especial para nosotros”.

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Cuando nuestra protagonista aprobó las oposiciones, obtuvo una plaza en Madrid y llegó el momento de arriesgar: Pablo se trasladó desde Fuengirola a la capital para acompañar a su pareja en su nueva etapa. “Seguimos viviendo felizmente en Madrid a la espera de poder irnos a vivir a Málaga, los dos somos unos enamorados del sur y queremos tener cerca la playa y la familia”, admite.

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El gran día de la pareja se desarrolló entre dos maravillosos enclaves. La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de San Bartolomé de Jaén, de la que la novia cuenta que tiene mucho encanto. La celebración fue en Los Jardines de Jabalcuz, a 10 minutos en coche de la ciudad. El futuro marido de su hermana, Edu, se encargó del transporte de los novios: “me hacía mucha ilusión darle este papel, lo consideraba muy especial puesto que era una de las primeras personas que me vería vestida de novia y quería que fuera una persona importante en mi vida. También nos llevó a los dos a la celebración y se unió mi hermana, íbamos los cuatro en el coche. Fue muy divertido. Al terminar la ceremonia, mi hermana, Isabel, leyó un discurso precioso con el que consiguió emocionar a toda la iglesia. Nos dedicó a Pablo y a mí unas palabras preciosas que llevamos en nuestro corazón y que nos siguen emocionando a día de hoy”.

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"Lo que se siente cuando entras y estás llegando al altar es único, muy difícil de describir. Lo más especial es verte rodeado de la gente a la que quieres y la alegría de todos los presentes, nuestra felicidad y la de nuestros familiares y amigos. Teníamos claro que era nuestro día y que queríamos disfrutarlo al máximo y así fue".

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El reto de organizar sin wedding planner

Los novios querían estar en contacto constante con sus proveedores, de manera que decidieron encargarse de toda la organización de su enlace, sin wedding planner. No quisieron, apunta la novia, poner en riesgo si visión y estilo con una tercera persona. Su primer acierto fue el espacio de celebración, que cautivó a todos con sus jardines. “Pablo y yo teníamos claro que queríamos un sitio que destacase por su zona exterior, de manera que ofreciera la posibilidad de celebrar la mayor parte de la boda al aire libre y en un entorno agradable y además, queríamos que tuviera un salón amplio y bonito para el momento de la comida”, nos dice Laura.

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Para este día, la previsión meteorológica no era la mejor. La lluvia hizo acto de presencia durante la mañana de la boda y fue entonces cuando los proveedores se pusieron en contacto con el novio para escoger dónde se montaría el escenario de la barra libre. “Pablo tuvo que tomar una decisión y apostó por el exterior (asumiendo el riesgo). Finalmente no llovió, todo salió fenomenal y pudimos celebrar la fiesta y la copa de bienvenida en jardín pero, Pablo el susto.. se lo llevó”.

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El menú era una pieza clave para ellos y confiaron en Catering Campuzano, una empresa sevillana que triunfó con sus guiños a Andalucía. Se decantaron por dos platos: un primero de salmorejo de temporada con lascas de bacalao y un segundo de taco de presa con salsa de castaña y verduras de temporada, junto a un posterior postre (la popular tarta árabe). “Nos gusta comer y le dimos mucha importancia a la comida, queríamos que estuviera a la altura Confiábamos en ellos, por eso los elegimos y no defraudaron. A día de hoy nos siguen dando la enhorabuena”, defiende.

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Una decoración alegre ideada con ayuda de la familia

La Casería de las flores fue la responsable de los centros y montajes florales de todo el enlace. La pareja buscaba un acabado alegre, desde de la ceremonia hasta la celebración y lo lograron con toques de colores vivos. En la iglesia dispusieron dos grandes columnas y los centros del banquete, al igual que sucedió con el ramo de novia, se escogieron a última hora.

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Las familias de los novios se volcaron en echar una mano con los detalles y la decoración. El seating plan se centraba en los bares en los que los novios habían compartido grandes momentos con sus invitados. Una temática que es tendencia en las bodas del sur. De su diseño, así como de toda la papelería de este ‘sí, quiero’ se encargó Conchi, tía del novio (hermana de su madre): “nos diseñó toda la papelería con mucho cariño y orgullo, de acuerdo con lo que Pablo y yo queríamos”.

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La anécdota del día

"Uno de los momentos más divertidos fue durante la fiesta, con el Dj, salimos con todo el atrezzo de la fiesta. Lo habíamos preparado nosotros. Habíamos hecho como una especie de tómbola en la que cada uno de los invitados tenía un boleto en la mesa. Los que fueron premiados fueron llamados por Pablo y por mí. Más tarde, durante la fiesta, nos acompañaron a sacar el atrezzo que habíamos preparado. Fue muy divertido, porque ellos no sabían lo que íbamos a hacer, así que cuando estaban todos los premiados dentro del salón esperando a que les dijéramos cuál era la sorpresa, ellos cantaban: “nos vamos a Bali, nos vamos a Bali”, como si el premio fuera un viaje", recuerda entre risas. "Repartimos todo el atrezzo y les dimos más atrezzo a todos para que lo repartieran al salir al resto de invitados. Salimos todos juntos disfrazados y el resto de los invitados no sabía lo que estaba pasando. Fue un momentazo".

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El último consejo de nuestra protagonista para los futuros novios que vayan a dar el 'sí, quiero' es muy claro: quedarse con la autenticidad. "Hay que centrarse en disfrutar, aprovechar el momento y ser agradecido. Tener presente que lo importante es el hecho del matrimonio y el paso que das en la vida. Hoy en día con la sobreinformación que tenemos, muchas veces nos preocupamos por cosas que son insignificantes y perdemos la noción de lo que es verdaderamente importante", concluye.