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La historia de amor de María e Ignacio demuestra que todo llega en el momento perfecto, no cuando uno lo busca. Se conocen desde los 10 años, y a pesar de haber compartido los veranos de la infancia en la misma piscina e incluso los pasillos de la Universidad, nunca cruzaron sus miradas. Aunque todo cambió en unas fiestas en la ciudad de Santander, cuando él se le acercó con un 'hola, vecina' que continuó con una conversación en Facebook. Cinco años después de aquel encuentro que estaba destinado, el 29 de junio de 2024 nuestra protagonista apareció con un romántico vestido de novia de Isabel Nuñez para casarse en la Real Basílica de San Francisco el Grande de Madrid.
© Mónica Ortega"La diseñadora fue lo más fácil de todo", se sincera sobre cómo fue la búsqueda del look perfecto. María tenía una carpeta en Instagram en la que guardaba vestidos en los que inspirarse para cuando llegara el día de pronunciar el 'sí, quiero', y cuando se puso manos a la obra, descubrió que la mayoría eran de Isabel Núñez. "Me parece una persona muy camaleónica, pero sin perder su esencia, se adapta superbién al estilo de cada novia, sacando el máximo partido a todas las ideas con las que puedas llegar al atelier. Fue lo primero que elegí de la boda, ¡después del novio!", dice riéndose.
© Mónica OrtegaHabía varios puntos que quería que se cumplieran, un reto que consiguieron resolver con estilazo. Entre las características que tenía claras, había una muy importante: crear un diseño fluido blanco, pero sin que fuera blanco nuclear ni tirase por pinceladas tostadas. "Siempre me había imaginado con un vestido algo vaporoso, con mucha gasa y con la espalda al aire, aprovechando que me quería casar en verano. La inspiración que tenía era el estilo griego, con telas haciendo cascada, nudos, y me obsesionan las prendas con nido de abeja" explica.
© Mónica OrtegaTras elegir las telas y aprobar el boceto final, era el turno de la magia. ¿Cómo se da vida un look nupcial? Te preguntarás, y en el caso de nuestra protagonista estuvo centrado en el drapeado asimétrico situado en la zona del escote. "Aprovechamos que era verano para hacer la espalda al aire. Al casarme en esas fechas, tenía claro que sería algo que llevaría, aunque luego la DANA hizo peligrar el tiempo días antes...".
© Mónica OrtegaAunque uno de los puntos que más le costó fue decidir cómo serían las mangas, uno de los detalles que cada vez están cobrando más peso entre las prometidas españolas. "¡Pensé que las tenía muy claras! Siempre me había imaginado con unas mangas pegadas de tul, pero al probarlas no me encajaron, y tampoco las típicas abullonadas con el puño ceñido. Al final elegimos unas que me encantaron, muy de 'princesa medieval' siguiendo la línea fluida del traje".
© Mónica Ortega
© Mónica OrtegaY sin lugar a dudas, uno de los detalles que han hecho que su atuendo se haga viral, fue el detalle de la espalda. "Sin duda, para mí, la joya de la corona fue todo el trabajazo que había en la zona lateral y de la espalda. Isabel sabía lo que me gustaba el nido de abeja y me enseñó una imagen de un desfile de la firma francesa de Dior que usó de inspiración para esa zona, añadiéndole pedrería y terminando en cascada como hizo en la espalda".
© Mónica OrtegaHay quienes prescinden de velo, pero en su caso optaron por un delicado velo de 'cristal' que encaja a la perfección con la estética. "Quisimos aportarle un poco de volumen, y con el de tul no lo conseguíamos el resultado que buscábamos. Así que lo colocamos debajo del moño para que se viera la cinta de pelo que llevaba trenzada. Quise el típico recogido de bailarina, pero arriesgando un poco. La idea me la dio Isabel cuando le conté que quería algo clásico, pero diferente", cuenta.
© Mónica OrtegaMaría no optó por un segundo vestido, "me parecería imposible, (y más ahora viendo el resultado), tener que cambiarme por otro. Solo lo llevas una vez, y hay que disfrutarlo al máximo. Lo que sí quería era poder transformarlo para bailar más cómoda en la fiesta. Se quitaban las mangas y la tira de detrás, dejando la espalda completamente al aire y pudiéndose apreciar mejor el trabajo artesanal".
© Mónica OrtegaNos cuenta que sin duda, el diseño no podía ser más ella, "¡la volvería a elegir una y mil veces!" dice. Y según nos cuenta, ha tenido la gran suerte de volver a lucirlo en otra fecha señalada. "Mi prima también se casó este año y me propuso la idea de volvérnoslo a ponernos el vestido de novia estas Navidades para que mis abuelos nos pudieran ver con ellos puestos y nos pudiéramos hacer la fotografía que no pudimos hacer aquel día. Ellos son ya muy mayores, viven fuera de Madrid (en Mérida) y no pudieron venir a la boda, así que me lo puse una segunda vez y lo volví a disfrutar con dos de las personas más importantes de mi vida".
© Mónica Ortega"Considero que es importante ser fiel a uno mismo y más un día como el de tu boda. Cuando vuelvas a ver las fotografías con 60 años te tiene que seguir gustando tu vestido y no que te arrepientas porque en esa época se llevase una tendencia puntera. Además, es esencial saber dejarte aconsejar por la diseñadora que hayas elegido, ella mejor que nadie sabrá decirte qué te sienta mejor. Yo, por ejemplo, quería llevar las mangas de tul pegadas y luego, cuando las probamos, vimos que no me iban nada", comenta sobre su experiencia.
© Mónica OrtegaA nuestra protagonista le parecía bonito cumplir algunas las tradiciones. "Isabel Núñez en todos los vestidos añade en el interior un lacito azul, y me pareció un detalle precioso. Yo, como algo nuevo, llevaba los pendientes que me regalaron en la pedida, y prestado, un imperdible muy especial de mi abuela que no pudo estar ese día".
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© Mónica OrtegaEn cuanto a joyas, llevó el anillo que le dio Nacho el día que le pidió matrimonio y los pendientes desmontables, hechos a partir de una joya familiar, fueron un regalo de su suegro que le dio en la pedida. "Quise haberme quitado la parte de abajo en el momento fiesta para evitar perderlos, pero con la emoción se me pasó por completo. También llevaba un imperdible de oro de mi abuela en el ramo".
© Mónica OrtegaEl ramo de novia y la decoración floral de la finca estuvo a cargo de Bukka. "Tenía varias ideas, pero al final terminé eligiendo mis flores favoritas, las peonías rosas. Necesitaba que fuera sencillo, ya que el lateral donde iba a llevarlo era toda la zona que estaba bordada y no quería quitarle protagonismo", explica.
La cinta que lo acompañó la bordó su cuñada Blanca con sus iniciales, la fecha de la boda y un pequeño paracaídas haciendo un guiño al lugar donde le pidieron matrimonio. Llevó una medalla de la Virgen de su colegio, Mater Salvatoris, "es una tradición en mi grupo de amigas, me regaló mi amiga María", explica. Y también llevó otra pequeña medalla de la Virgen de Guadalupe, "fuimos a ofrecerle nuestro matrimonio antes de casarnos, ha estado muy presente en nuestro noviazgo".
© Mónica OrtegaDel maquillaje se encargó Raquel Serrano y del peinado Natalia Méndez, "¡no me había visto más guapa en mi vida! Además de ser grandes profesionales, son dos bellísimas personas y supercariñosas, las volvería a elegir 100%, me hicieron pasar una mañana de lo más agradable con muchas risas.", dice. Aprovechó para hacerse la prueba de maquillaje el día de la pedida, una idea que le encantó.
© Mónica Ortega"Elegimos los tonos tierra para las sombras de ojos y el nude para los labios. Hicimos un moño de bailarina pegado y jugamos con una cinta que me dio Isabel Núñez para entrelazarla y hacerlo un poco diferente y especial. La idea era que en el momento de la fiesta me soltara el pelo y me quedase con las ondas, pero lo hice, estaba feliz dándolo todo con mi marido e invitados.
© Mónica OrtegaIgnacio y María se conocieron cuando eran pequeños, alrededor de los 10-11 años. "Vivíamos en la misma urbanización en Mirasierra, pero nunca llegamos a hablarnos. Él siempre fue parte de la pandilla de los mayores, y yo era de los pequeños, así que nuestras amistades no se cruzaban. Compartimos piscina y jardín durante años, pero ni un 'hola'. Pasaron los años, y volvimos a coincidir en la universidad, en CUNEF, aunque tampoco hablamos en ese momento...", recuerda.
© Mónica OrtegaEl primer encuentro real tuvo lugar durante unas fiestas en Santander, "Nacho, animado por sus amigos, se acercó y me saludó con un 'Hola, vecina'. Esa fue la primera vez que hablamos, pero ahí se quedó la cosa. Tiempo después, le escribí por Facebook con la excusa de haber visto a su hermano en mi oficina. Esa conversación fue el inicio de nuestra historia, que sigue hasta hoy", cuenta nuestra novia viral.
© Mónica Ortega"Siempre soñé con casarme. Me encanta todo lo relacionado con la organización de bodas, y más si se trata de la mía. Mi película favorita siempre ha sido La boda de mi mejor amigo", nos confiesa. Y la gran pregunta tuvo lugar el 26 de abril de 2023, "me llevó de sorpresa a tirarnos en paracaídas, es algo que siempre había querido hacer. Él, a pesar de tener vértigo, lo organizó todo. Después del salto, cuando aterricé, me lo encontré con el anillo en la mano. Fue un momento único. Luego me llevó a comer a un restaurante estrella Michelin que me encantó, y cerramos un día perfecto".
© Mónica OrtegaEl gran día llegó, y se casaron el 29 de junio de 2024 en la Real Basílica de San Francisco el Grande (Madrid), allí se casaron los padres de María. "Me hacía mucha ilusión hacerlo en el mismo sitio en el que lo hicieron ellos, y ojalá poder ser la mitad de felices de lo que son en su matrimonio. Además, que la iglesia es espectacular. La finca fue el Monasterio de Lupiana, yo la tenía fichada desde hace mucho tiempo, pero nunca había estado. Justo un año antes de nuestra boda, tanto mis padres como Nacho tuvieron bodas allí y volvieron encantados con el sitio. Fuimos a visitar otras dos fincas por ver más opciones, pero ninguna nos gustó tanto como esa. Cerramos la fecha en función de la finca, que a pesar de hacerlo con un año y tres meses de antelación, era el único finde que les quedaba en junio".
© Mónica OrtegaPrescindieron de wedding planner porque Nacho es muy organizado, "se encargaba de las cuentas y creó un macro Excel, ¡no sé qué hubiéramos hecho sin él! Tuvimos la suerte de contar con la ayuda de mi madre, con Elena (una de las dueñas del catering El Laurel) y Javier (nuestro contacto de la finca), que nos ayudaron muchísimo, nos facilitaron todo", dice.
© Mónica Ortega"Me pasé toda la semana agobiada con la lluvia. Habíamos pasado de esperar 34 grados a que pudiera llover sin parar... Recuerdo que mi amiga María llevó los huevos a Santa Clara, y estoy segura que gracias a los rezos de las clarisas y de todos nuestros familiares (teníamos ventaja porque la madre de Nacho, desde el cielo, tenía más mano), al final el tiempo nos respetó. Nos hizo un día sin calor horrible y sin lluvia, así que mejor imposible, a pesar de estar la misma mañana de la boda hablando con Elena para hacer el plan B de las mesas, ya que el cóctel y la fiesta eran al aire libre y seguía lloviendo según las previsiones".
© Mónica OrtegaEl baile fue uno de los instantes más especiales que recuerda, "abrí el baile con mi padre y la canción de Fly Me to the Moon. Recuerdo se marcó un pequeño solo antes de cogerme a mí, me sorprendió porque pensé que le iba a dar más vergüenza el momento. Y con Nacho bailamos A Thousand Years, no lo hicimos nada mal, la verdad".
© Mónica OrtegaY una confesión más... "Una anécdota graciosa es que Nacho siempre fue mi amor platónico cuando era niña. Recuerdo contarle a una amiga de la infancia que había quedado con 'nuestro amor platónico de la urbanización'. Ella enseguida adivinó que era él. ¡Quién iba a decir que 19 años después acabaríamos casándonos!".
© Mónica Ortega
