Al igual que el amor puede nacer en forma de flechazo, la elección del diseñador de un vestido nupcial también puede surgir a primera vista. Es lo que le sucedió a Natalia, una recién casada que encontró en Manuel de Vivar la horma de su zapato. El creador realizó, para su boda en Cantabria, un diseño con bordados familiares y retales encontrados en un anticuario. “Fue el único diseñador que visité. Conocí algunos de sus vestidos y me gustaba cómo utilizaba encajes antiguos y telas bordadas, haciendo esas prendas, para mi gusto, únicas y diferentes entre ellas”, nos desvela nuestra protagonista. En este atelier encontró comprensión y un equipo de expertos volcados en lograr un resultado a la altura de sus expectativas.

Encajes y bordados, el detalle más destacado de su vestido de novia
El resultado dejó a todos sin palabras, pero para llegar hasta él primero hubo que hacer sinergia. Antes de acudir por primera vez al taller de Manuel de Vivar, Natalia ya había curioseado algunos de sus looks nupciales y había podido hablar con él sobre lo que le gustaba. “Cuando llegué a esta primera visita, Manuel se había encargado de ir a un anticuario y hacerse con un dosel antiguo bordado. Durante la prueba me estuvo enseñando cómo trabaja y me planteó las diferentes formas de integrar el dosel en cualquier diseño. Al salir, valoré mucho ver de primera mano que no tan solo me había entendido, sino que también me había escuchado y había puesto todo su esfuerzo para poder transmitir su gran trabajo”, resalta.

“No me hizo falta visitar a nadie más porque tuve bastante claro que nadie me iba a entender igual e iba a poner tanto entusiasmo y cariño en diseñar mi vestido”, confiesa Natalia. Fue así como indicó al diseñador que su idea era un look con encajes o bordados y con una falda con volumen: “el resto lo dejé en sus manos”.


En nuestra charla, reconoce que el trabajo de este diseñador le enamoró y lo compara con el que durante décadas han realizado los grandes nombres de la alta costura. Para ella, el proceso de creación del vestido de novia fue precioso. “Fueron muchas las visitas a su estudio y durante estos meses de pruebas nos lo pasamos muy bien. No recuerdo el número de pruebas que pudimos hacer, en la quinta estábamos casi terminando con la falda, por lo que deje de contar”, recuerda entre risas.

Un proceso como los de antes
En cada reunión en el atelier, Manuel de Vivar, junto a la novia, iba dando retoques a zonas diferentes, sin necesidad de tener que deshacer el diseño. Con el paso del tiempo, nuestra protagonista iba viendo cómo se perfeccionaba su look, experimentaba en primera persona la magia de la creación a medida. “En cada prueba salía algo diferente que no habíamos hablado o probado antes, lo que me dio mucha tranquilidad porque veía que no iba a ver fallo alguno”.

“Por ejemplo, en una de las pruebas le hablé a Manuel acerca de un vestido de pasarela que había visto en su galería. A partir de esa idea empezó a crear, montar y desmontar lo que hoy es el cuerpo del vestido”, apunta. Un cuerpo marcado por esa pieza de anticuario y unos encajes antiguos que la propia Natalia le llevó y que pertenecían a su bisabuela. “Manuel desde la primera prueba trabajó con ellos para poder integrarlos en el vestido junto a las flores bordadas del dosel antiguo que unían cuerpo y falda”, concreta.

Como novia clásica, Natalia no quiso llevar un segundo vestido, le había enamorado el que lucía y le acompañó durante todo el día. Algo que también se entiende cuando ella explica que las pruebas eran largas, puesto que el creador madrileño acostumbra a trabajar directamente sobre el cuerpo de sus clientas. “Por ejemplo, la prueba de la parte trasera del cuerpo fue alrededor de 3 horas. Estas pruebas al final eran una gran quedada con mis tías, mi madre y él, que daban para muy buenas conversaciones y risas. Me llevo recuerdos buenísimos”, admite.


Un ramo de novia con toques silvestres
En lo que a accesorios se refiere, nuestra protagonista se decantó por un ramo de novia de inspiración silvestre, que combinaba el verde con caída con flores de jardín, pensando en que encajara con el vestido y que fue obra de Lucía, de la floristería Rebolledo. “Incluimos rosas de David Austin y lisianthus blancos y granates”, subraya Natalia. A esto le sumó unas sandalias de Jimmy Choo que su tía le regaló tras localizarlas en una tienda vintage.

Joyas, su algo prestado
“Llevé unas joyas de mi bisabuela a la que siempre hemos tenido mucho cariño y por quien a día de hoy me he podido casar en Noja. Quería tenerla presente en este día tan importante. Llevé su pulsera de pedida en forma de diadema y unos pendientes suyos en forma de estrella. También llevé el anillo de la pedida, que me regalaron los padres de Nacho por la pedida y el anillo con el que me pidió matrimonio Nacho”, puntualiza.

El último detalle de su estilismo estuvo marcado por la elección de su peinado y maquillaje. Gracias a una amiga descubrió a Esther Torralbo, en quien confió para su look de belleza y quien acertó con el resultado. Al principio, Natalia tenía miedo a no sentirse ella misma, pero Esther dio en el clavo con su visión natural, efecto buena cara. “Para el peinado opté por un moño de bailarina con la pulsera de mi bisabuela en la cabeza, que no fue tarea fácil ponerla. Esther hizo que quedase perfecta y durase impecable hasta que acabó la boda”, señala.


Como aconsejan los expertos y sucede con muchas otras novias, nuestra protagonista quiso poner a punto su piel, de cara al enlace. Para ello recurrió a unas manos con gran experiencia, buscando luminosidad, nutrición y jugosidad. "Me gustaría agradecer el trabajo al equipo de MiMOT Beauty quien me ha ayudado siempre a tratarme la piel y sin ellas no hubiera tenido tan buena cara el día de la boda", señala.

El encanto de las bodas en Cantabria
El vestido no fue el único elemento clave en esta boda viral, puesto que Natalia y Nacho quisieron hacer todo a su medida y conseguir así que el enlace fuera muy suyo, un reflejo de sus personalidades. El ‘sí, quiero’ tuvo lugar el 7 de septiembre de 2024, una ceremonia religiosa en el acogedor Santuario de la Bien Aparecida en Cantabria. A esta virgen, la pareja y sus respectivas familias le tienen especial devoción, por lo que este templo era de gran importancia para ellos.

La celebración posterior no fue, a diferencia de la mayoría de festejos, en un lugar desconocido para los novios. Por el contrario, el enclave elegido fue la casa de los abuelos de la novia en Noja. “Es una casa que tiene más de 100 años y la diseñó y construyó el abuelo de mi abuela, que era arquitecto. Desde entonces mi familia ha veraneado ahí y hemos pasado largos meses varias generaciones disfrutando juntos los veranos en la casa. Es una casa a la que tenemos mucho cariño todos”.


Por casualidad, así surgió el amor de esta pareja. Y es que Nacho y Natalia se conocieron gracias a sus mejores amigos quienes los presentaron, pero tuvieron que pasar dos años y un encuentro fortuito para que surgiera la chispa. Entonces empezaron a salir y el resto es historia, hasta que llegó la petición de mano. “Llevábamos cuatro años y pico cuando Nacho me pidió matrimonio en el Cap de Creus”, nos dice nuestra protagonista.

Organizar un enlace a distancia
Comenzaron en ese momento los preparativos para dar forma al gran día, un proceso que fue todo un reto, según detalla la novia, puesto que era complicado coordinar todo desde Madrid. Además, el enlace tendría lugar en una casa particular, por lo que todo no estaba acondicionado para un evento de tal calibre y tenía que montarse desde cero. Por último, la inestabilidad meteorológica en la región no ayudaba: “el tiempo era nuestro peor enemigo”.


Para sumar más complejidades a la lista, los novios renunciaron a contar con wedding planner. Tuvieron un año para programar y diseñar todo y lo hicieron con la ayuda de los invitados más especiales, que se volcaron en la causa: “puedo decir que la involucración de mis padres y mi familia desde que nos prometimos fue insuperable”.

Al buen hacer de los padres de la pareja se añadió también la genial sintonía con dos proveedores clave: Catering San Juan, de Castañeda y las Carpas Catal. Relata la novia que ambos equipos estuvieron siempre disponibles y se dejaron la piel en la organización de su día. “Siempre les estaré agradecida por el apoyo”, reconoce. Y es que la semana en la que tenía lugar la boda estuvo marcada por un no parar de inestabilidad: encabezada por la lluvia y mal tiempo durante todos los días de montaje”.

Si bien todo parecía complicado las horas previas a la celebración, contar con profesionales hizo que Natalia y Nacho no temieran a los imprevistos. "Carpas Catal empezó con el montaje del suelo y seguido con el de las carpas. Debido al tiempo, tuvimos que ampliar la carpa y gracias a Gonzalo (de Carpas Catal), pudimos contar con estufas dos días antes, viendo que el tiempo no mejoraba. Además, en paralelo, el catering tenía que hacer su propio montaje. Debido a la lluvia, no pudieron pasar sus camiones y tuvieron que descargar en otro punto, por lo que todo el equipo tuvo que cargar con las cajas y el mobiliario hasta la carpa. En este ambiente de agobio que se puede intuir, solo recibimos por parte de Gonzalo y el del catering disposición, optimismo y convencimiento de que la boda salía adelante. Recibir esa tranquilidad no se compra fácil".


Además, el menú del gran día fue un gran acierto al que todos los asistentes al enlace hacen referencia, tiempo después, con cariño. "Tengo que confesar que el catering lo bordó y a día de hoy nos siguen recordando el solomillo de la comida", confiesa Natalia.

"También, en nuestro caso, ya suficiente teníamos con la organización estructural para tener que agobiarnos con más gestiones, por eso contamos, por ejemplo, con el equipo de Bonus Studio para el vídeo, Amazing DJ y Jorge Hierro, para las fotos, porque por referencias cercanas sabíamos que eran buenos profesionales y durante el proceso estuvieron dispuestos a escuchar nuestras peticiones y en el día de la boda fue una alegría haber contado con ellos", nos explica.

Una decoración nupcial con sabor a campo
El otro gran elemento que nuestros protagonistas definieron a la perfección fue la decoración de los espacios. Se pusieron en manos de Lucía, de la floristería santanderina Rebolledo. “Fue una tranquilidad trabajar con alguien con tanta experiencia en decoración floral en el norte”, puntualizan. Tras varias visitas a la casa, la florista apostó por copas antiguas sobre las que montó centros de flores para el aperitivo mientras que, para el banquete, optó por una mezcla de arreglos altos y bajos.

El detalle más especial del montaje decorativo fueron unos meseros muy especiales, con sello familiar y realizados con mimo y suma ilusión. La historia nos la cuenta la propia Natalia: "el abuelo de mi abuela (mi tatarabuelo) también pintaba y en el proceso de hacer la casa dibujo varios bocetos del jardín. Mi abuela seguía guardando esos dibujos y me pareció una idea muy bonita ponerlos como meseros para compartir de alguna manera la historia de la casa".

"Si te vas a complicar la vida cómo lo hicimos nosotros, confía en equipos con experiencia en ese terreno y localidad. No será la primera boda que habrán montado y tendrán en cuenta mil factores y opciones B de las que tú no estarás siendo consciente (localización de las carpas, cocina, metros cuadrados, etcétera)", aconseja Natalia.


Lo más especial del día
La compañía de familiares y amigos es lo que más ponderan estos novios, un factor clave, el más especial, de su gran día. "Valoramos mucho todo su cariño y ganas de estar a nuestro lado, fuera cual fuese el pronóstico", reconoce.

El enlace terminó, para los novios y sus invitados, con un maravilloso sabor de boca. Concluye Natalia desvelando que todo salió redondo: "no tuvimos ningún percance". Esto también aplicó al buen tiempo que les acompañó, contra todo pronóstico: "que saliese el sol durante todo el día también fue para nosotros todo un guiño del cielo. Y no, no necesitamos encender ninguna de las estufas". La mejor guinda para su pastel, sin duda.

La boda de Natalia y Nacho
Fecha: 7 de septiembre de 2024.
Lugar de celebración (ceremonia y banquete): en Santuario de la Bien Aparecida, y en la casa familiar, en Cantabria
Proveedores:
- Vestido: Manuel de Vivar.
- Catering: Catering San Juan de Castañeda.
- Carpas: Catal Carpas.
- Decoración Floral: Rebolledo.
- DJ: Amazing DJs.
- Fotografía: Jorge Hierro.
- Video: Bonus Studio.
- Peluquería y Maquillaje: Esther Torralbo.