Las bodas de invierno tienen algo de magia. Y no solo las que se celebran en Navidad, también las que tienen lugar en los meses de enero y febrero. El frío obliga a la novia a elegir un diseño en el que (casi siempre) suele haber tejidos gruesos, como el tweed, y un abrigo, o una capa, o una chaqueta tan especial como la de María. La suya, tipo bomber, funcionaba de maravilla sobre un vestido clásico, de líneas puras, al que daba un toque más moderno y desenfadado. Una prenda que la diferencia del resto de prometidas y es obra de Isabel Hervás, como el resto del traje.
Un vestido a medida para una boda de invierno
María conoció el trabajo de Isabel varios años antes de haber fijado la fecha de su boda. Vio algunos diseños en redes sociales, comenzó a investigar y supo que, si algún día se casaba, ella sería la encargada de crear su traje. Tanto es así que se prometieron un domingo y el lunes, antes de que muchas personas de su entono conocieran la gran noticia, ya había reservado cita en el atelier. "Isabel tuvo una charla conmigo para hablar sobre todas estas ideas iniciales que yo tenía y, tras tomarme las medidas y hacer algunas fotografías, me habló sobre cómo sería mi vestido y qué líneas me favorecerían más".
La novia nos cuenta que desde el principio tuvo claro que quería un vestido de líneas clásicas, pero con algún toque más atrevido. "Me encantaban los volúmenes y tenía claro que quería unas mangas en esta línea. El asesoramiento y la guía de Isabel fueron decisivos. Ella tiene una visión que va mucho más allá, y ahí radica la magia del vestir a medida. Solo con verte sabe identificar lo que te favorece y el estilo que te hará brillar. Por eso es tan importante tener la mente abierta y confiar".
Isabel creó para María un vestido sencillo en crepe doble de seda. Se trataba de una prenda recta, que se ajustaba con suavidad a su figura. Tenía los hombros marcados, escote a la caja, manga larga ajustada y ligeramente abierta y un amplio escote en la zona de la espalda. Contaba, además, con una cola de tres metros, confeccionada en crepe de seda, y cogida de forma casi imperceptible a la cintura, consiguiendo una caída y un vuelo espectaculares. Pero faltaba algo, un elemento que restara sobriedad al look.
"Yo quería un abrigo o sobrecamisa, pero que no tapase mi vestido, tuviese continuidad y se integrara perfectamente sin que pareciesen dos piezas. Y así fuimos creando la chaqueta, y ¡qué chaqueta! Sobre una base en glasilla —en Andalucía se llama así a la toile— fuimos probando tejidos, barajando diferentes mangas y cuellos, haciendo combinaciones hasta dar con esta maravilla de bomber", nos cuenta la novia. La chaqueta estaba confeccionada en una mezcla de crepé de seda y tweed desflecado a mano, era corta, tenía las mangas llenas de volumen y se abotonaba en la espalda. Y funcionaba fenomenal junto al sencillo velo de tul con el que entró velada a la iglesia.
Una joya familiar y un ramo de olivo y peonías
La elección de los complementos es fundamental para que el look nupcial sea redondo y nada llame la atención. María prefirió que sus zapatos fueran blancos, una tendencia que vuelve con fuerza. Se decantó por el modelo Varosivia de Pedro Miralles. En cuanto a las joyas, nos cuenta que lució unos pendientes familiares, unos rosetones de oro blanco y diamantes creados por un artesano local hace más de 20 años. También lució su anillo de pedida, un tresillo de los años 20, bicolor y con diamantes de talla antigua.
Muy especial fue también su ramo. María nos cuenta que fue obra de Tere, de Armiflor, flores con amor, encargada también de la decoración floral. "Tenía claro que sería de ramas de olivo y peonía y ella se esforzó para conseguírmelas. Los olivos son muy significativos para nosotros, pues forman parte de las raíces e historia familiar de mi marido. La cinta del ramo fue obra de Elena, de Abuela Sole Bordados, una chica maravillosa que con todo el cariño plasmó nuestra esencia granadina en él. Elena es un sol, estuvo muy pendiente de mí durante todo el proceso. Ella supo dejar la huella de mi padre en la cinta".
El maquillaje, natural y elegante, resaltaba y potenciaba los ojos de María. "Se encargó Beatriz Abad, que supo encontrar el balance perfecto entre naturalidad y elegancia. El peinado, en la misma línea, fue obra de Paola Garnica. Ella es mi peluquera y no podía ponerme en otras manos que no fuesen las suyas. Me entiende a la perfección y sabe que es lo que busco, en un día como este no podía ser menos", nos cuenta la novia, que llevó un moño de inspiración bailarina con raya en medio.
Un bordado lleno de significado que no estaba a la vista
Un mes antes de la boda, el padre de María falleció. Fue un golpe muy duro que le hizo a la prometida dudar si seguir adelante con la boda o paralizarlo todo. "Fue gracias a la ayuda y el cariño de familiares y amigos y sobre todo al apoyo incondicional de mi pareja, Luis Manuel, que decidimos seguir adelante: nada cambiaría este hecho ni traería a mi padre de vuelta, la vida tiene que seguir, y celebrar el amor y ser felices es lo que él hubiese querido", nos explica.
Isabel, que estuvo a su lado en este proceso, quiso que su vestido tuviera un detalle muy especial. "En la última prueba me dijo: 'María, llevas un regalo especial en tu vestido, algo solo para ti'. Aún lloro solo de pensarlo. Entonces me mostró el interior: había bordado a mano en el lado de mi corazón, la palabra papá".
Su historia de amor
María y Luis Manuel se vieron por primera vez en el gimnasio. "Cuando llegué no conocía a nadie, pero vi que había un grupo de gente que entrenaba a tope y eso me encantó. Decidí unirme a ellos y allí estaba Luis Manuel. Él es mucho más serio y tímido, al contrario que yo, pero a los dos nos gusta mucho el deporte y comenzamos a entrenar juntos sin más, forjando una amistad entre todos los que allí estábamos. Con el paso del tiempo nuestra amistad se transformó y así hasta el día de hoy".
Pasó el tiempo y tras cinco años de noviazgo, Luis Manuel decidió dar el paso. "Sabía lo especial que era para mí el momento de la pedida, y quería que fuese algo muy íntimo. Sin yo saberlo, me llevó de camino a su pueblo, y planteó parar en uno de los miradores que más nos gustan a contemplar la crecida del agua del pantano. Era un día nublado con una luz espectacular. Cuando me di cuenta vi que me había preparado un pícnic con flores y champán. Entonces saco el anillo y me lo pidió. No puedo imaginar una forma más bonita de hacerlo, tan significativa para nosotros, tan íntima y especial".
Una boda de invierno en Granada
El 25 de enero de 2025, María y Luis Manuel se dieron el 'sí, quiero' en la iglesia de Santo Domingo, en Granada. "Es una iglesia preciosa situada en el barrio del Realejo, un lugar mítico y tradicional de la ciudad".
Aquel día estaba previsto que ella y su padre, que era bombero, llegaran a la iglesia en un coche de bomberos antiguo, un Willys-viasa de los años 70. Los mejores amigos de su padre, con quien compartían profesión, se ofrecieron a acompañarla. "El cielo estaba encapotándose, creo que mi padre sujetó las nubes, las retuvo para poder cumplir nuestro sueño, e ir juntos en el Willys hacia el altar. Ese momento es indescriptible para mí. Hemos pasado por momentos terribles, y mi marido siempre ha estado ahí para mí. Es mi calma, mi paz, la persona que necesito a mi lado. Encontrarme con él y saber que desde ese momento estaríamos unidos para siempre, es demasiado especial".
Para la celebración optaron por el Cortijo de Enmedio, de Alameda Catering, una finca histórica de principios del siglo XIX que está a ubicada en la Vega de Granada. "Elegimos este sitio por varias razones: la calidad del catering, ya que son expertos en gastronomía, y la exquisitez del sitio, que casaba con nuestra esencia. Queríamos que la boda fuese el reflejo de nuestras raíces y para ello el Olivo, el campo, la agricultura y Granada, así como su cerámica tradicional, debían estar presentes. El cortijo es una casa de labranza de 1900, una maravilla andaluza. Combina a la perfección lo tradicional y rústico con la elegancia, todos los rincones del Cortijo son especiales".
Como nos explica María, la decoración estaba marcada por dos aspectos muy importantes para ellos: la tradición granadina y el olivo. "Todo lo diseñó RARA AVIS siguiendo esta temática: desde las invitaciones hasta el seatting plan y los meseros, que estaban inspirados en las placas del callejero que se usan en Granada. El sitting también, pero este lo hizo Cerámica Arrayanes: era una miniplaca del callejero de barro, artesana y personalizada con el nombre de cada invitado".
Y aunque no contaron con ninguna wedding planner, sí lo hicieron con la ayuda de María Manzano, coordinadora en del Cortijo de Enmedio. "Sin duda, el saber que ellos se ocupaban de que todo fuese a la perfección nos dio la máxima tranquilidad".
La novia asegura que días antes de la boda empezaron a surgir un montón de imprevistos. "Desde que se agrietara la bóveda principal de la Iglesia, provocando derrumbamientos —tuvieron que improvisar y trasladar el altar mayor—, hasta que se incendiara el hotel de nuestra luna de miel. Hechos no aptos para los más supersticiosos, pero que demuestran que el amor, todo lo puede".
Por último, le pedimos que nos deje un consejo para esas novias que, dentro de poco, darán el 'sí, quiero'. "A las futuras novias os diría algo muy típico, pero real y es: disfruta de ese día, párate y respira, contempla a toda la gente que está ese día ahí contigo y, sobre todo, disfruta con tu marido; disfrutad los dos juntos de ese día compartido, porque es de los pocos días que tendrás contigo todo y todos lo que necesitas a la vez".