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Conocerse a una misma es clave para dar con el vestido de novia perfecto. Y en ese conocerse no solo está saber qué nos gusta y que no, también lo más favorecedor para cada figura, porque a todos los cuerpos no les sienta bien lo mismo. Esto, nos dice Mabel, le resultó clave para dar con un diseño nupcial, un traje inspirado en Pippa y Kate Middleton creado por Cristina Valenzuela. "A mí me ayudó mucho escuchar a otros que sabían más que yo opinar sobre las ideas que llevaba en mente. A veces, aunque veas detalles en otras novias que te encantan, cada una tiene un cuerpo y hay que saber sacarle partido a cómo eres", nos dice la novia.
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Un vestido de novia sencillo y con bordados
Si leemos que el vestido de una novia está inspirado en Kate Middleton, inmediatamente se dibuja en nuestra mente un diseño con encaje o con el cuerpo ligeramente encorsetado. Pero el de Mabel no tiene ni una cosa ni la otra. "Cuando se casó Kate Middleton, vi una foto de ella y su hermana de perfil, en la que me encantaron la falda con volumen y cola larga que llevaba Kate, y él vestido con caída recta de su hermana", nos cuenta la novia. Y cuando supo que se casaba recuperó aquella foto.
Mabel nos explica que tenía muy claro lo que buscaba. Quería una prenda sencilla con una sobrefalda que aportara ese volumen y movimiento que tenía el vestido de la princesa de Gales (cola incluida). "Mi idea era que fuese, de primeras, un vestido con presencia para la ceremonia religiosa en una catedral, con algo más de volumen en la falda, y muy ajustado por la parte de arriba, pero que pudiese desmontarse para estar cómoda durante la fiesta". Y Cristina, creadora de Valenzuela Atelier, fue la encargada de hacerlo realidad.
"Escucharon la idea que tenía en mente, pintaron el boceto y en diez minutos hicieron con telas un montaje del vestido que encajaban perfectamente con lo que quería. Estar en su atelier era un gustazo. El trato es inmejorable, me sentía muy escuchada y veía que todos sus vestidos están cosidos y se ajustan de manera impecable. Si te haces el vestido a medida, creo que es muy importante sentirte cómoda con el equipo y estar en un lugar seguro para aportar tu opinión y no tener miedo de decir cuando algo no te convence", nos dice.
Cristina creó para Mabel un vestido sencillo, con escote redondeado en la parte delantera y más abierto en la zona de la espalda. El cuerpo se ajustaba a su silueta y el detalle más especial eran los puños, bordados a mano con piedras e hilo rematado con un desflecado de gasa de seda. Para crear esa sobrefalda que diera majestuosidad a la prenda, eligieron una doble capa de organza de seda al bies. "Permitía que la falda cogiese volumen o se ajustase más al cuerpo según abriésemos la tela por la parte de la cola de tres metros", apunta la novia, y añade que, justo antes del baile, se la quitó para disfrutar con mayor comodidad hasta el final.
Joyas 'vintage' y un ramo inspirado en Lucía Bárcena
Para el día de su boda, muchas novias eligen joyas familiares, mientras que otras prefieren diseños de tendencia. Pero hay una parte que se decanta por piezas vintage. Mabel nos cuenta que, al no haber en su familia ninguna que encajara en lo que buscaba, decidió buscar algo que encajara en lo que tenía en mente. "Conocí una marca de Toledo, llamada López Linares, que se especializa en reproducciones de joyas históricas y que tenía muchísima variedad". Finalmente, eligió unos pendientes largos con una perla al final. También llevó el anillo de compromiso que le regaló Pablo, un solitario de Suárez.
El ramo es otro de los detalles a los que prestan más atención las novias. El suyo era blanco y verde y, tal como nos cuenta, estaba inspirado en la composición floral que llevó Lucía Bárcena en su boda. "El suyo era con peonías blancas, pero como septiembre no era época para esa flor, elegimos hortensias blancas y lo acompañamos con hojas de eucalipto parvifolia. Fue un regalo de Palacio de Montarco (el lugar donde celebramos la boda) y fue montado por el equipo de allí. El día de antes me enseñaron varias propuestas y lo dejamos cerrado bastante rápido".
En cuanto al peinado, Mabel rompió con la recomendación que se les hace a todas las novias, la de elegir para el día de su boda algo con lo que se sientan cómodas y representadas. Aunque ella nunca lleva el pelo recogido, nos cuenta que, al tratarse de un vestido tan clásico, su madre le sugirió que se peinara con un moño y fuera velada. "No estaba muy convencida porque nunca llevo el pelo así, pero tras la prueba de peinado no me vi mal y al contrario de lo que se suele aconsejar, decidí arriesgarme a llevar algo fuera de mi zona de confort".
Tanto del peinado como del maquillaje se encargó Marta Buil, del equipo de Oui Novias. "Vino un día a casa y me probó un moño sencillo y un maquillaje con el que ella pensaba que me vería favorecida y esas fueron las opciones elegidas. Era un tema que me preocupaba por si no me veía bien, pero Marta consiguió captar mis gustos rápidos y que me sintiese muy guapa".
Su historia de amor
Mabel y Pablo se conocieron en 2017, empezaron a salir en 2018, se prometieron en 2023 y se casaron un año más tarde. "Yo llevaba varios años dándole vueltas al tema, pero a Pablo le costó más decidirse. Era algo que hablábamos con frecuencia, pero nunca llegábamos a concretar tiempos para dar el paso. Yo que soy bastante organizada llevaba un poco peor ese tema. El fin de semana del 1 de septiembre de 2023 teníamos un viaje a Milán para ver el Gran Premio de Fórmula 1 en Monza. Recuerdo en el aeropuerto tener una conversación más seria con Pablo porque me parecía importante empezar a concretar más el tema, sin saber que dos días después me pediría matrimonio. Nos prometimos en los jardines Indro Montanelli de Milán tras volver de ver la carrera de Fórmula 1. Fue un fin de semana completo, con pedida de matrimonio, con pole position y podio de Carlos Sainz".
Se dieron el 'sí, quiero' el 14 de septiembre en la catedral de Santa María, en Ciudad Rodrigo, Salamanca. "Durante la misa, nos acompañó el coro de la Universidad Pontificia de Salamanca con un grupo de cámara de 12 cantores y un organista. Para nosotros, el sacramento del matrimonio era lo más importante de ese día y quisimos preparar una misa con mucho cariño y que fuese especial de principio a fin".
Después se trasladaron al Palacio de Montarco, un palacio del siglo XV que está situado a 300 metros de la catedral. "El Palacio cuenta con un claustro que es una maravilla y donde quisimos hacer la comida y la fiesta. El cóctel se celebró en los jardines, con la suerte de que hizo un día buenísimo, con sol, y con una temperatura muy agradable. En los jardines tuvo lugar también la primera hora de la barra libre durante la puesta de sol para que todo el mundo pudiese tomarse la primera copa tranquilamente y tomar un poco el aire antes del baile, que lo hicimos de vuelta en el claustro".
Mabel nos explica que no contaron con la ayuda de ninguna wedding planner para organizar la boda, pero sí con la de Carmen y Rocío, que se encargan de la organización de eventos del espacio. "Teníamos un año para organizar la boda y supongo que, como en todas las bodas, hubo picos y valles a la hora de cerrar temas. Lo más estresante fueron las dos últimas semanas porque decidimos encargarnos de toda la papelería nosotros. Terminó siendo una gran satisfacción ver el resultado final tras tantos meses de trabajo, combinándolo con nuestros trabajos y la vida diaria".
Es muy complicado quedarse con un solo momento del día de la boda. Mabel nos dice que vivieron "todo con muchísima intensidad y como suele pasar, fue todo muy rápido. Ambos tenemos unos fuertes valores cristianos y queríamos que lo más importante del día fuese la misa. Trabajamos mucho en la preparación y eso nos ayudó a vivirlo siendo muy conscientes del paso que dábamos. También recordamos con mucho cariño momentos previos al inicio de la comida porque teníamos que entrar bajando una escalera y como los invitados todavía no estaban en su sitio, nos sentamos en un escalón para que nadie nos viese. Fue la primera vez que estuvimos solos ya casados. Nos miramos las manos y nos entró la risa de la emoción de pensar que ya estábamos casados para siempre".
Por último, como a todas nuestras novias, le pedimos a Mabel que nos deje un consejo para otras parejas que próximamente se darán el sí, quiero: "que intenten no discutir por tonterías. Las semanas previas hay muchos nervios y es fácil dejarse llevar por cosas que no merecen la pena. Lo más importante no deja de ser el paso que estáis dando y es bonito tomárselo todo como un equipo unido. Nos pusimos el propósito de vivir cada momento con cabeza, sabiendo que teníamos mucha suerte de poder estar con toda nuestra familia y amigos y que, aunque algo saliese mal, lo mejor era adaptarse y seguir fluyendo con el día".