Un vestido de novia dibujado en una servilleta y una boda en Sanlúcar de Barrameda: la historia de Leticia
El diseñador Manuel Zerpa fue el encargado de imaginar un vestido de novia de clara inspiración 'royal' y ornamentado con encajes de Bruselas y punto de aguja del siglo XVIII
A la hora de crear un vestido de novia, la inspiración surge en cualquier sitio y en cualquier momento. A veces llega tras una visita a un espacio imponente, una conversación profunda o, como en este caso, tras el anuncio del compromiso por parte de la novia. "El mismo día que le conté a Manuel Zerpa que me casaba y, en ese mismo restaurante, diseñó el vestido. Al contárselo, cómo no, empezamos a hablar del vestido y tras unas copas de vino me dijo: 'espera que voy a pedir un bolígrafo' y en una servilleta dibujó el diseño del vestido", explica Leticia. La novia nos cuenta que tiene guardada esa servilleta con mucho cariño y que de aquel primer boceto al vestido que llevó finalmente, apenas cambió nada.
La elección del diseñador, Manuel Zerpa, no fue casual. Leticia nos explica que les une una relación de amistad y, sobre todo, "la admiración a nivel profesional hizo que en ningún momento dudará de que era él quien tenía que hacer mi vestido de novia. Es un enamorado de su profesión y lo demuestra en todos sus diseños que para mí tienen en común tres cosas: valor a lo artesanal, autenticidad y mucho arte. Esto lo diferencia para mí de otros diseñadores y lo hace único, como es él. Y, por supuesto, la confianza y lo bien que nos entendemos a nivel personal y profesional hizo que no tuviera duda alguna. De hecho, no me probé ningún otro vestido ni hablé con otros diseñadores, estaba totalmente segura de que iba a diseñar algo que me iba a encantar".
Vestidos de series, películas de época y bodas de novias de la realeza están tras la inspiración de este diseño. Leticia nos cuenta que en una enamorada de la moda que va de los años 20 a los 70 y que Grace Kelly y Audrey Hepburn son sus referentes. "Soy una enamorada de los tejidos vintage y, especialmente, de los encajes antiguos. Son una verdadera obra de arte y sinónimo de buen gusto y elegancia. Buscaba algo tradicional con toques contemporáneos", nos cuenta.
Manuel creó para Leticia un vestido con un marcado aire vintage y, también, con una fuerte inspiración royal. Se trata de una pieza bastante estructurada, con hombros marcados y el cuello ligeramente elevado que se adapta con suavidad a la figura de la novia. La falda, con cola redondeada de tamaño medio, se abre en forma de silueta A modificada, aportando movilidad a la prenda. El conjunto se completaba con una capa, que nacía de la parte superior, y ampliaba la cola.
Pero son los encajes que recorren el vestido los que más llaman nuestra atención. Tal como nos explica la novia, se trata de encajes de Bruselas y punto de aguja del siglo XVIII, detalles que llevaron a crear la pieza a mano casi en su totalidad. "Han sido múltiples horas de trabajo debido a la estructura interior del vestido y entolado del encaje", apunta. Una pieza de artesanía que combinó con un sencillo velo de tul y tacones dorados de Pedro Miralles.
Cada vez es más común que las novias opten por un vestido de novia convertible o por llevar dos vestidos, para asegurar la comodidad durante la fiesta. Leticia nos cuenta que no era algo que hubiera pensado desde el principio. "La decisión la tomé por dos motivos, el más importante que no quería dañar los encajes, ya que les quiero dar una segunda vida y, en segundo lugar, por la comodidad. El segundo vestido que llevé era asimétrico, de paillettes de microlentejuelas en color hueso, con bordados en pedrería dorada. Un cambio de look total, con pelo suelto, diferentes accesorios, otros tacones, etc. No paré de bailar y estuve comodísima".
La elección de las joyas, al igual que la del resto de accesorios, debe ser muy cuidada. Su misión es complementar el diseño, aportar fuerza si es necesario o pasar un poco desapercibidas si es lo que el look requiere. Leticia nos cuenta que ella llevó dos piezas muy especiales de su abuela: los pendientes y el broche. "El broche de oro y platino de brillantes de talla antigua estilo art déco. Me lo puse en el cuello buscando su protagonismo en el look. Y, los pendientes de brillantes, con el mismo diseño que el broche".
La novia nos cuenta que la decisión de incluir la tiara llegó en el último momento. "No sabía si ponérmela o no por miedo a que quedase recargada la zona superior. Finalmente, decidimos que sí, y creo que fue un acierto". Como no podía ser de otro modo, Leticia también llevó el anillo de compromiso con el que Fernando le pidió matrimonio, de oro blanco, zafiro y diamantes.
Otro detalle muy especial, y lleno de simbolismo, fue su ramo de novia. Leticia nos explica que quiso llevar el mismo que lució su madre en su boda, de gladiolos y en estilo cascada. "Siempre quise un ramo clásico donde predominase el blanco de las flores. Sujetando el ramo llevaba una cinta bordada con una medalla de la virgen de Guadalupe, de la que soy muy devota, y que me hizo especial ilusión, ya que me la trajeron de México, bendecida dos amigas para la boda. En la mano llevaba un rosario de mi abuela de plata y cristal de roca".
También requiere especial cuidado la elección del look de belleza. "El peinado lo dejé en manos de mi amigo y diseñador del vestido, Manuel Zerpa. Me ha peinado en otras ocasiones y conoce mi estilo a la perfección. Además, nadie mejor que él para adaptar el peinado al segundo look de la boda. Para el maquillaje opté por Patricia Franco. Me la recomendaron y al ver su trabajo me encantó, trabaja genial las pieles y sabe cómo resaltar los puntos fuertes de cada persona que maquilla".
Leticia y Fernando tenían amigos en común, pero no se conocieron hasta que, a los 17 años, ella entró en el colegio San Antonio María Claret, donde estudiaba él. Al poco empezaron a salir juntos, llevaban 11 años de relación cuando se comprometieron. "Ha sido un noviazgo muy largo e inusual en los tiempos actuales, esto nos ha hecho tener una relación muy consolidada, ya que nos conocemos a la perfección".
La novia nos explica que les hubiera encantado casarse un poco antes, pero Fernando estaba inmerso en sus oposiciones. "Antes de finalizarlas, decidió dar el paso y pedirme matrimonio, lo cual fue para mí toda una sorpresa. Queríamos celebrarlo en invierno y, finalmente, nos casamos el 30 de noviembre. Siempre he querido casarme y me encantaba imaginarme el día, el vestido, los detalles…".
Leticia y Fernando se casaron el 30 de noviembre de 2024 en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, la ciudad donde nació la novia. "La ceremonia religiosa se celebró en la parroquia de Santo Domingo, iglesia en la que me bauticé. La Santa Misa fue oficiada por Monseñor D. Alberto González Chaves, quien ofició una Misa preciosa recitando el canon romano tradicional en latín para la Consagración. Elegimos esta forma porque participamos de la espiritualidad tradicional de la Iglesia. La ceremonia fue armonizada por el coro de la escuela coral Jardín Menesteo, que cantó piezas clásicas acompañadas de órgano".
Para la celebración se trasladaron a las Caballerizas de Montpensier del palacio de Orleans, también en Sanlúcar de Barrameda. "Aquí disfrutamos de lo mejor de la gastronomía sanluqueña gracias al catering Chacón con un maravilloso aperitivo y comida y excelente servicio. Nos hizo un estupendo día soleado de invierno, por lo que pudimos disfrutar de las zonas exteriores y pasar un día inolvidable".
Leticia nos explica que no contaron con la ayuda de ninguna wedding planner. "Me encanta la organización de eventos y, más aún, las bodas. Además, hemos contado con la ayuda de nuestros familiares para conseguir que cada detalle fuera de lo más personal. Las últimas semanas fueron algo más estresantes al organizar todo a distancia desde Sevilla a la par que trabajamos, pero hemos tenido maravillosos proveedores que han hecho que todo fuera mucho más fácil".
Toda boda está llena de momentos especiales, pero siempre hay uno que se recuerda con especial cariño. Leticia nos cuenta que, "si tuviera que resaltar alguno, me quedaría con la Misa. El momento en el que nos casamos y, por fin, después de tanto tiempo dijimos un “sí, para siempre”. Fue emocionante y precioso".
Por otro lado, le pedimos un consejo para esas parejas que, próximamente, se darán el 'sí, quiero', como ellos: "Que vivan la recta final de su noviazgo con mucho amor e ilusión, siendo conscientes de la decisión y el paso tan importante que van a dar, dándole prioridad al sacramento de matrimonio que van a contraer. Por otro lado, que disfruten intensamente cada minuto del día de su boda. Para que, aunque pase muy rápido, sea un recuerdo inolvidable y uno de los mejores días de sus vidas".
Lugar de celebración (ceremonia y banquete): en la parroquia de Santo Domingo y las Caballerizas de Montpensier del palacio de Orleans, en Sanlúcar de Barrameda.