Nos decía en una entrevista la diseñadora Rosa Clará que para ella era importante que las novias llevaran velo. "Se puede colocar de mil formas, tener texturas muy diferentes… no tiene que ser el tradicional de siempre. Pero llevar algo de tul creo que le da un aura especial a la novia. Creo que termina el vestido". Una afirmación con la que coincidía Castellar Granados, quien nos aseguraba que, salvo que el diseño llevara una espalda muy especial que necesitara ir a la vista, siempre era partidaria de incluir este elemento.
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El velo, uno de los accesorios con más historia y tradición del look nupcial, no es, necesariamente, una sencilla pieza de tul (que también). Puede ser corto, largo, ser liso, estar bordado, ser blanco o estar lleno de color. Todo depende de los gustos de la novia y de lo que pida su vestido, porque para que el resultado sea armónico, uno debe complementar al otro.
Es el velo más solicitado por las novias, y también uno de los más fáciles de llevar. Funciona bien con todo tipo de vestidos, ya se trate de prendas clásicas o diseños que incluyan detalles de tendencia. Lo mejor es que también funciona en todo tipo de longitudes, porque los velos de novia, aunque casi siempre son largos y se extienden sobre la cola, también pueden ser medios o largos.
Un velo puede ser amantillado, totalmente liso o estar ribeteado por una blonda de encaje (bueno, existen otras muchas alternativas). Esta última opción es perfecta para novias que no son ni muy clásicas ni muy modernas y que llevan un vestido sencillo, con algunos detalles que lo hacen diferente. El de la imagen, es de Rosa Clará y, como vemos, funciona fenomenal con un diseño sin mangas, con el cuello ligeramente elevado y el cuerpo, y parte de la falda, decoradas con micropedrería.
La mantilla o los velos amantillados suelen tener historia y, casi siempre, forman parte de la herencia familiar. Cuando no es así, lo normal es hacerse con ellas en espacios acostumbrados a trabajar los productos vintage o en anticuarios. Estas piezas, que tienen mucho arraigo entre las novias del sur, están elaboradas de forma artesanal y por la complejidad de sus dibujos, suelen funcionar mejor con vestidos lisos, donde resaltan y no se pierden entre toda la información que pueda aportar el traje.
El de Teresa Andrés Gonzalvo era una mantilla con historia: una creación confeccionada en 1832 con la técnica del encaje de Bruselas y el punto de aguja. La pieza llegó a las manos de Barbara Hutton cinco generaciones después para su enlace en 1933 con el príncipe de Georgia Alexis Mdivani. Y en la actualidad pertenece a Antigüedades Me Encanta.
Los velos más tradicionales no son para todas las prometidas. Por suerte existen muchas opciones igual de válidas y favorecedoras. Una de ellas es el velo de redecilla, un acabado muy propio de los tocados que, casi siempre, se combina con una diadema, un casquete, un plato o un tocado de flores, como el que lleva esta novia de la firma francesa Victoire Vermeulen. Aunque algunas novias con diseños más tradicionales se decantan por ellos, suelen funcionar especialmente bien en ceremonias civiles o con un aire menos formal.
Pocas novias se atreven con los velos tipo casquete porque no son fáciles de llevar y no favorecen a todo el mundo, pero las que lo hacen suelen ser muy estilosas. Estos complementos, que funcionan fenomenal con la melena suelta, ya sea larga o corta, quedan de maravilla con vestidos bastante fluidos y llenos de movimiento. También con diseños lenceros.
Son muchos los detalles que puede incluir el velo para transformar un diseño sencillo y atemporal en una pieza única y muy especial. Un ejemplo son las flores que, aunque a veces se incluyen en 3D o se bordan sobre la pieza, otras veces se pintan y se llenan de color. Esta propuesta de Monique Lhuillier distribuye los dibujos alrededor del velo, aportando color y diferenciación a un diseño liso y sencillo. Funciona bien con vestidos sencillos, clásicos y románticos.
Los velos y los tocados no están reñidos. Es más, a veces se complementan y funcionan de maravilla. Un ejemplo lo encontramos en la elección de esta novia que, el día de su boda, optó por una pamela que cubrió con un sencillo velo de tul, como ya hizo Bianca Jagger en su enlace. La prometida lo combinó con un dos piezas de pantalón, obra de Teresa Petiño y el resulto no pudo ser más especial.
Velo con bordados de colores + vestido minimalista
Hay novias que no quieren un velo liso, pero tampoco una mantilla porque buscan algo más moderno. Por suerte existen muchas opciones. Una de ellas es apostar por un complemento con pequeños y delicados bordados que a veces son de colores. Esta fue la elección de Pachuca, que como celebraba su boda en el campo, quiso elegir un diseño algo bohemio, pero de estética minimalista. El suyo incorporaba un tul rosa de florecitas bordadas que utilizaron para crear la cola y el velo.
Lo más habitual es que las novias apuesten por un velo que se extienda sobre la cola de su vestido que, salvo que se prescinda de ella, puede ser de varios metros. Estos diseños no solo acompañan a las prometidas a cada paso, también ayudan a estilizar su silueta y a darle movimiento y un n halo mágico al conjunto. Lo mejor de los velos largos es que funcionan bien tanto con vestidos clásicos como con diseños más modernos, que incluyen algunos elementos de tendencia.
El velo corto, a la francesa, es una propuesta a la que recurren las prometidas más atrevidas, aquellas que se decantan por propuestas que mezclan tradición y modernidad. En ese sentido, los vestidos con una marcada inspiración vintagefuncionan especialmente bien con estos diseños, aunque también podrían combinarse, sin miedo a fallar, con trajes sencillos y sin cola. El de la imagen es de Pronovias.
No es una de las propuestas más demandadas por las novias, pero las que lucen este tipo de velos, lo hacen con mucha personalidad. La firma de novias e invitadas Marta Martí incluyó en su colección nupcial My Universe VI un velo muy especial, un diseño de tul corto que la modelo llevaba sujeto con unas flores de tejido. Esta pieza funcionaba fenomenal con un vestido sencillo y muy especial, sin mangas, fluido y con detalles en el delantero.