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Es deformación profesional. Acudir a una boda se traduce, en el caso de quien escribe, en analizar proveedores, propuestas, en definitiva, la experiencia completa para el invitado. Honestamente, no es algo que haga conscientemente, sino que es algo que forma parte de mi día a día como redactora nupcial y lo hago de forma casi inconsciente. Y de todos esos campos que mi mente estudia a la velocidad de la luz, el de la decoración de bodas es uno de los que más peso tiene, porque es evidente, se ve a simple vista. Las dudas entre mis amigas a la hora de decidir qué elegir y qué es mejor desechar me han animado a elaborar este listado de errores que he detectado en todo tipo de enlaces y que pueden ayudar a evitar que los invitados al gran día se lleven una mala sensación. Porque sí, los elementos decorativos tienen mucho peso.
© @_chitina_ . Foto: @kiwo_estudio1. Entradas a fincas desangeladas
Sucede, en ocasiones, que, como invitado, accedes por primera vez al espacio en el que se celebra la boda —ya sea porque se trata de un enlace civil y en él tiene lugar el gran día al completo o ya sea porque la ceremonia religiosa ha concluido y has tenido que desplazarte (probablemente en autobús) a la finca o enclave donde tiene lugar la celebración— y en la entrada no hay detalle que dé señales de que se está festejando algo especial. Un rincón de bienvenida, una alfombra, unos arreglos florales en forma de pasillo o un bodegón son grandes aliados a los que recurren los decoradores más reputados para llenar los vacíos y evitar esa sensación de entrada desolada, pues ¡hay mucho que celebrar!
© @rossilandazurieventos. Foto: @patriciawithlove2. Centros de mesa que restan visibilidad
Ahora que están de moda los candelabros y que las esculturas florales son tendencia sobre las mesas, reconozco que soy una firme seguidora de estos fenómenos decorativos que son románticos, bucólicos y muy visuales. Sin embargo, también es necesario puntualizar que, por muy bonita que sea una decoración, no debemos perder de vista la comodidad de los invitados. No puedo negar que me he encontrado a convidados que se quejan de que un centro de mesa medio o alto les resta visibilidad e incluso he visto, en bodas muy clásicas, a personas que pedían a los camareros retirar esos centros y arreglos florales para poder comunicarse mejor. Afortunadamente, los centros florales esculturales, con flores a alturas irregulares, garantizan una mejor visibilidad, pues no son propuestas tan tupidas. En la medida de lo posible, los novios deben estimar qué puede ser más práctico para sus familiares y amigos y qué tipo de montaje podría terminar desmontado.
© Ngestudio Natalia3. Regalos para invitados insuficientes
Bien sea porque se van a repartir en el momento de la ceremonia o de la celebración o porque se vayan a colocar en un rincón destinado para ello o sobre las mesas del banquete, los regalos para los invitados deben estar contabilizados. En algunos enlaces se estima qué porcentaje de convidados podrán estar interesados en un detalle práctico, que puedan utilizar durante el gran día (sombreros, abanicos, paipais, cubretacones, aceites…), pero hay que extremar el cuidado porque se puede caer en dos errores: que algún asistente se sienta desplazado por no tener regalo o que se cree el fenómeno de ‘ganga’ y, como en un todo a cien, todos corran hasta agotar existencias. Y ese tipo de reacción no suele acabar bien.
© EventOH!4. Manteles de ratán o yute dañados
Desde que entraron en escena hace ya unos ocho años (o quizá más), los manteles de ratán o yute han pasado de ser meros accesorios de las bodas rústicas a convertirse en bajoplatos (situados encima de otros manteles) en enlaces de todo tipo, de los más clásicos a los más excéntricos, con el aprobado, también, de las parejas amantes del minimalismo. Sin embargo, dado que son un recurso común (pues muchos novios recurren a ellos) en ocasiones las empresas de menaje y decoración y los caterings con almacén propio no se fijan, salvo que los novios lo indiquen expresamente, en que estas piezas no estén dañadas o deterioradas. Esto puede dar mala imagen de la pareja.
© @kiwo_estudio5. Iglesias excesivamente decoradas
Aunque una iglesia sin decoración se queda algo fría, lo cierto es que encontrar la justa medida a la hora de sumar elementos, especialmente flores, a los espacios de este templo se torna complicado. Excederse no es buena idea, porque puede caerse en la frivolidad en un entorno dedicado a la religiosidad. Aunque se pueden añadir notas de color, como tonalidades otoñales, azules o moradas, el blanco es el color comodín en estos casos. No obstante, sí que resulta apropiado invertir en la decoración de la portada de capillas, basílicas, colegiatas, parroquias, catedrales, etcétera, pues la entrada (que también puede ser salida) es exterior y además sirve de carta de presentación a los invitados. En estos escenarios pueden montarse arcos, columnas, semiarcos, guirnaldas, coptas e incluso falsos árboles que aporten algo de ‘magia’ y espectacularidad a esta zona de la ceremonia tan fotografiada.
© @latrastiendafloristeria. Foto: @storiesby_mary6. Ausencia de 'seating plan'
Vaya por delante que cada pareja puede elegir el formato que prefiera para exponer a sus invitados dónde van sentados, pero también es necesario pensar en la comodidad de estos últimos. En las bodas clásicas es habitual que no exista el escenario dedicado al seating plan. Ese rincón, normalmente decorado con mimo, en el que se indica a los asistentes la mesa que ocuparán, es sustituido por un listado (no visible para ellos) que suelen tener a mano las camareras del catering o unas azafatas y en el que se indica dónde deberán sentarse. Es un formato rápido, pero priva a los convidados con poca memoria de revisar, sin pudor, el lugar que ocuparán y también les priva de saber, antes de ocuparlo, quién estará con ellos en ese mismo sitio.
© @leboyerd. Foto: @ernestovillalba
© @santiagovillasenorc. Foto: @visor.dep.foto7. Flores poco aprovechadas
En varios enlaces, incluido el mío, los novios tienen la sensación de estar desaprovechando las flores cuando acaba la ceremonia o cuando todo termina. Por ello, creo que es muy ingenioso trasladar las flores de la entrada de una iglesia al espacio de celebración (las que están en el altar han de quedarse allí) y colocarlas en zonas que se aprecien como más vacías. Otra idea para aprovechar las flores, antes de que se marchen los invitados, al concluir la boda, es regalarles un pequeño ramo a cada uno con las que se encuentran en buen estado.
© @missbrideside_. Foto: @thevisualclub_8. Coordinar el ramo con las flores de la boda
Este no es un error en sí mismo, pero tiene su explicación. Coordinar el ramo con otros arreglos florales puede hacerse sin miedo a caer en un fallo, pero mi recomendación es hacerlo por gamas cromáticas, no por variedades florales. Es decir, es habitual que la pareja diseñe, junto a su wedding planner o su florista, una paleta de color para el enlace, que tenga protagonismo en toda la decoración nupcial, incluso en la papelería del ‘sí, quiero’. Teniendo esto como referencia, puede elaborarse un ramo para la novia en esos colores, pero no necesariamente con las flores empleadas en los centros de mesa o los rincones del espacio. ¿Por qué? Porque las flores del ramo es mejor que tengan un significado especial para la protagonista del día, a veces para el novio, también, o para los familiares. Debe ser una creación con importancia y simbolismo, algo que quizá no tengan los arreglos florales, que serán meramente estéticos.
