Nos comprometimos a los 7 meses de conocernos, y otros 7 meses más tarde después, nos casamos", se sincera Natalia sobre su historia de amor con Daniel. "Cuando tienes las cosas claras, todo se vuelve muy evidente; sabes que has encontrado a esa persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, que saca la mejor versión de ti y con quien te complementas perfectamente", cuenta sobre cuándo fue el momento en el que decidieron dar el paso. El 20 de septiembre de 2024 celebraron su boda en un pueblecito de Navarra, en el que amaneció con un vestido de novia con escote a la espalda de Laura Monge.
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Nuestra protagonista nos asegura que tenía muy claro lo que buscaba, "quería un vestido atemporal, que cuando viese nuestras fotografías en unos años, me siguiese gustando tanto como ahora". Uno de los requisitos más comentados en los talleres que toda novia tiene en mente a la hora de elegir o crear -como fue en su caso- el look con el que siempre han soñado.
Natalia es experta en moda, trabaja en el mundo de la comunicación, y al estar tan expuesta a las tendencias que no tuvo en cuenta para su traje, sabía con certeza que no quería pedrería ni encajes para su gran día, le apetecía un satén de seda con la espalda al aire. Pero nos confiesa que a última hora, junto a la diseñadora, decidieron añadir un lazo negro de raso para aportarle un toque especial y fuese a juego con los buscadísimos zapatos bicolor de Chanel con tacón sensato.
Laura Monge fue la encargada de hacer realidad esa idea que volaba en su mente, pero, ¿cómo dio con ella? "La verdad es que no la conocía, me habló de ella una amiga que se hizo el vestido en su atelier. La elegí porque al contarle mi idea de vestido y los tiempos que tenía (¡seis meses!), lo puso todo muy fácil. Previamente, había escrito a varios diseñadores y todos tenían la agenda cerrada, ya que generalmente te piden, según me dijeron, un mínimo de siete meses para hacerte un vestido a medida".
Al casarse por la iglesia, Natalia tenía muy claro que quería que fuese un traje compuesto de dos piezas especiales que pudiera transformar a lo largo de la celebración y que reflejara su personalidad. La base se componía de un vestido lencero de seda satinada con la espalda descubierta y sobre él, una delicada y bonita tela rústica semitransparente de manga larga y larga cola, con la idea de que ocultase con elegancia y delicadeza la espalda.
En su caso, ¡hubo tres cambios de vestuario! El diseño era convertible y durante el baile simplemente se desprendió de la capa rústica. "También llevé un segundo look, una falda de lentejuelas nude y un corsé satinado con escote en pico blanco. Me compré unas sandalias negras acharoladas de tacón alto y finito, pero me las puse para la preboda y mis pies no aguantaron mucho... Así que opté por ir cómoda con unas cuñas. Recomiendo a todas las futuras novias que opten por ir con un tacón bonito, pero que sea muy cómodo, ¡son muchas horas de pie!", razona.
Siguiendo la idea de atemporalidad, nuestra protagonista lució tan solo dos joyas, una de ellas esmeraldas, ya que es su piedra favorita y siempre ha querido tenerla presente. "Los pendientes eran unas esmeraldas con brillantes que me regalaron mis padres, y la pulsera vintagefamiliar la llevaba sobre una de las mangas de la capa".
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Del maquillaje se encargó Andrea Michaus y nos asegura que sin duda lo volvería a hacer con ella. "Me gustó lo natural que me dejó, no me quería ver disfrazada. Y en cuanto al peinado, lo dejé en manos de María Daza. Para la iglesia me hizo un semirecogido con flequillo y para el resto del evento decidimos hacer un look más clean", explica.
El ramo fue un regalo de su amiga, Loreto Aycuens, que cuando le contó que se casaba, no dudó en encargarse de diseñarlo con flores como eucalipto, rosa de Alejandría en color rojo cereza y amaranto. "Acertó al 100%, lo vi la noche antes de la boda y me enamoré. Es el ramo de novia más bonito que he visto nunca".
Daniel y Natalia se conocieron de casualidad la noche del viernes 7 de julio de 2023 en un cumpleaños de una amiga en común que se celebraba en Allegra, un restaurante situado en la calle Velázquez en Madrid. "Él estaba viajando por Europa con su familia, y después de su última parada en Roma, llegaron a Madrid para coger el vuelo de vuelta a Monterrey, México, de donde es él. Ambos coincidimos en que fue una serie de casualidades las que nos llevaron a conocernos", recuerda emocionada.
Él había aterrizado en Madrid y tenía una cena planeada con sus primos (que finalmente se canceló), pero la cumpleañera le insistió mucho en que se pasara a saludar. Natalia, por su parte, tenía entradas para el Festival musical de MadCool y tampoco iba a poder asistir a la cena, pero también lo canceló, y al vivir cerca del restaurante se acercó. "Ambos llegamos sin saber que ese día íbamos a conocer al amor de nuestras vidas. Daniel siempre cuenta que, al llegar, vio una mesa con 15 personas, de las que conocía a muy pocos y al ver una silla libre junto a mí, no lo dudó y se sentó. Nos presentamos de forma muy casual, sin saber realmente quién era el otro, y eso fue lo que más nos gustó: todo fluyó increíblemente bien, y no dejamos de reírnos y disfrutar de la noche.
Al día siguiente, Natalia decidió escribirle para comentarle lo bien que se lo había pasado la noche anterior e invitarle a una comida con una amiga y su marido mexicano. "Para nuestra sorpresa, ¡resultaron ser los mismos amigos! Él tenía también tenía la comida planeada y nos querían presentar. Desde entonces no nos hemos separado por más de una semana".
Le preguntamos cuándo surgió a idea de casarse, a lo que se sincera diciendo: "Fue algo que supimos sin necesidad de decirlo muchas veces: queríamos estar juntos para siempre. Siempre había tenido en mente la idea de casarme algún día, pero cuando conocí a Daniel, simplemente se sintió como el paso natural a seguir". El 20 de septiembre de 2024 pronunciaron el 'sí, quiero', en una ceremonia religiosa en la iglesia de Santiago en el municipio navarro de Puente la reina, donde está ubicada la casa familiar de Natalia que su padre reformó hace cuatro años, "para mis hermanos y para mí es el proyecto y legado familiar más bonito".
A 20 minutos en coche se sitúa el lugar de la celebración, en la Finca Pago de Arínzano, "es la bodega más antigua de España", explican. Aunque la bodega alberga una pequeña, la pareja quería que en este momento tan especial estuvieran acompañados de todos sus amigos y familiares, en la que se reunieron ¡14 nacionalidades! "La organización fue perfecta gracias a mi amiga Susana Freire, se encargó de toda la producción de la boda. Llevamos años trabajando juntas en la producción de distintos eventos en el sector de la moda, y confío en ella con los ojos cerrados", dice.
El consejo que quieren transmitir a los que seguirán sus pasos es que "disfruten cada momento del proceso, desde los preparativos hasta el día de la boda. Recuerden que, aunque los detalles son importantes, lo esencial es celebrar el amor que les une y compartir esa felicidad con las personas que más quieren. Que se enfoquen en lo que realmente significa para ellos este paso y dejen que todo lo demás fluya, porque al final, los momentos más especiales son los que se viven con naturalidad y amor".
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