Hay una frase de la película Cuando Harry encontró a Sally que a Pachuca le marcó, “cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, quieres que el resto de tu vida empiece lo antes posible”, y eso es lo que le sucedió desde el inicio con Fernando. "Más que el hecho de casarme, siempre he soñado con tener esa sensación con alguien", y el 22 de junio de 2024, dos años y un mes después de conocerse, celebraron su gran boda en la Catedral Segovia, a la que entró del brazo de su padre con un vestido de novia de Navascués y una romántica cola de tul rosa con flores bordadas.
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Su vestido de novia
Le preguntamos si tenía claro cómo se veía vestida de blanco, qué tipo de estilo quería, a lo que nos responde que no fue el caso. "Siempre me había imaginado que algún día me casaría con Fer, pero no había visualizado como iba a ser el vestido. De hecho, cuando nos prometimos, tardé varias semanas en asimilarlo, ¡era como si se fuese a casar otra persona que no fuese yo!", explica riéndose.
Para nuestra protagonista, era esencial identificarse con el look y estar cómoda, pero también que fuera acorde al lugar en el que se iba a casar, "no es lo mismo diseñar uno si te casas en la playa, en el campo o en una ciudad", comenta. Meses antes de dar el paso, aún no sabía dónde iban a pronunciar el 'sí, quiero', y con poco margen de tiempo tuvo que cambiar el vestido que había confeccionado, de lino, con un bordado de hojas, a uno más sobrio y elegante que reflejaba a la perfección su personalidad.
"Queríamos casarnos en Noja porque es un sitio muy especial para él, allí me imaginaba uno que fuese acorde con el paisaje y el tiempo del norte; luego quisimos Toledo, porque la familia de mi madre tenía un cigarral y ella pasó parte de su infancia allí, pensaba otro distinto, más estilo griego. Y finalmente, como no conseguimos cuadrar fechas ni logística, fuimos a ver un Caserío a las afueras de Segovia de la familia de un amigo de Fer, nos encantó nada más verlo", explica sobre uno de los impedimentos en los que las parejas se suelen encontrar durante los preparativos previos.
Un cambio de look casi inesperado
Con estos cambios que vivieron, el vestido de Pachuca tuvo que ser completamente distinto a lo que había pensado antes, "quería uno elegante y sobrio porque me casaba en una Catedral, y a la vez quería que fuera más campestre porque la celebración sería en el campo. Tenía claro también que no quería uno demasiado clásico", y nos confiesa que en este momento fue cuando empezó a aclararse las ideas y a buscar inspiración.
Y gracias a Navascués, pudo lucir una auténtica obra de arte. "Elegirlos es un acierto seguro. La experiencia, los valores que representan los diseños de Cristina y su equipo, la calidad de las telas, la dedicación y mimo que ponen durante todo el proceso de creación, les ha puesto sin duda en la cima de los atelieres de novias. Además, Cristina y mi madre fueron juntas al colegio, se conocen de toda la vida. Visité un par de diseñadores antes de ir al taller de Navascués, pero desde que salí de allí la primera vez, ¡no quise visitar más!".
Nos explica que la primera prueba fue la más importante del proceso, "es donde se crea el vínculo y se tienen las primeras impresiones. Tanto tú como el diseñador tenéis que notar cierto feeling, él tiene que entenderte a ti, y tú tienes que sentirte a gusto y segura, y creo que el equipo de Cristina es número uno en esto. Cuando llegas te recibe Guille, analiza tus gustos, te intenta conocer y te propone diseños según lo que le vas contando y enseñando... Te enseñan las telas que tienen y sobre tu propio cuerpo van elaborando el diseño, de manera que es mucho más fácil imaginarse el resultado que si empiezas con un boceto a lápiz. Claramente, es por el largo recorrido que tienen, además de poseer una colección de tejidos que en seguida te haces a la idea", razona.
Un vestido de novia con inspiración histórica
Pachuca tuvo como hilo conductor el vestido, firmado por Lorenzo Caprile, que llevó Sofia Johansson en su boda, inspirado en el modelo Delphos de Mariano Fortuny. "Me gusta mucho el cuello halter y llevar la espalda al aire, así que eso lo tenía bastante claro desde el principio. Entre todos, (mi madre, hermanas y cuñadas, Guille y yo) fuimos diseñándolo. Primero elegimos las telas, y poco a poco fueron adaptando y moldeando el plisado sobre mi cuerpo hasta dar con el resultado final", explica.
El segundo paso, y quizás uno de los más especiales y divertidos, fue la elección de la cola y el velo, y según nos relata nuestra protagonista, quería una cola lo más larga posible, "no soy muy alta así que me pusieron un tope de 3,5 metros", comenta. Dejarse en manos de grandes profesionales es principal para crear un buen equilibrio, y ella lo consiguió siguiendo al pie de la letra este sabio consejo que puede inspirar a todas aquellas prometidas que no superen el 1,60 metros aproximadamente.
Un velo rosa con flores bordadas
Como quería darle un toque rural al celebrar la boda en el campo, le presentaron una espectacular tela que la hechizó al momento: un tul rosa de florecitas bordadas. "La pusimos sobre una triple capa de organza y creamos la cola, que en lugar de salir de la cintura, se enganchaba al final del escote de la espalda, pareciendo así parte del vestido. Me enamoré de ella, así que decidimos usarla también para el velo. Y después de mucho trabajo conseguimos un resultado muy bonito, ¡no representarme más!".
Ver como poco a poco crecía su diseño, fue su parte favorita de la organización de la boda, "mi mayor consejo para las futuras novias es que lo disfruten al máximo y que estén seguras, da igual las vueltas que den. Al final es el vestido más especial que vas a tener en tu vida", razona tras haber experimentado uno de los momentos más bonitos que recordará para siempre. Y aunque le apasione la moda, considera que la pieza debe ser atemporal, que refleje tus gustos y tu personalidad independientemente de si ahora se lleva más un escote cuadrado, barco o asimétrico, o un corte en la cintura o lo que sea. "Tiene que ser un vestido que en 20 años lo mires y siga pensando que es espectacular, eso es lo más importante".
Tal fue su flechazo con esta creación, que en sus planes no entró la opción de cambiarse de vestuario a lo largo del día. "No llevé un segundo vestido, de hecho, intenté aguantar lo máximos posible con la cola por lo especial que era. Abrimos el baile con un vals y poco después me la quité y me quedé con el vestido plisado con la espalda al aire que no me puede gustar más".
En cuanto a las joyas, en las manos solo llevó el anillo de pedida que le regalaron los padres de Fer y unos pendientes de oro con brillantes de su abuela materna que le prestó su tía Merce. "Mi madre me regaló los zapatos rosas de Ganzitos, para el baile me cambié y me puse unas cuñas, también rosas, de Castañer", describe.
Para el maquillaje y el peinado Pachuca contó con Alicia Barón, que desde el principio se entendieron a la perfección, "supo sacar lo mejor de mí", nos dice. "Quería llevar un semirrecogido que no me quitase todo el pelo de la cara con ondas que pareciesen naturales. Y sobre la elección de maquillaje, buscaba algo discreto, pero al casarme por la noche quería resaltar mis ojos, y supo hacerlo fenomenal. Fue un gusto estar con ella ese día".
El ramo de novia y las flores de la iglesia estuvieron a cargo de la floristería Flor de San Lorenzo, situada en Segovia. "Quería un ramo silvestre y David, el dueño, me ayudó a elegirlo. Llevaba flores como el astilbe, en rosa y cereza, paniculata, limonium rosa y blanco, flores en tonos verdes tipo eucalipto, y también lentisco, le daba un aire silvestre, sin una flor que predominase, ¡como si estuviera recién cogido del campo!" describe. Además, nos cuenta que hicieron unos ramitos iguales, pero más pequeños, para sus sobrinas que iban de pajes y unas coronitas para la cabeza.
Así comenzó su aventura de amor
Fernando y Pachuca se conocieron hace bastantes años, por amigos en común, "habíamos coincidido alguna vez en copas y nos fijamos el uno en el otro, nos caímos muy bien, pero los dos estábamos saliendo con otras personas". Y fue unos años después cuando, ya solteros, se reencontraron en una discoteca de Madrid, en Morris, ¡de hecho tardaron en reconocerse!
"Yo estaba hablando con un grupo de amigos y la conversación me estaba aburriendo bastante, así que empecé a mirar a mi alrededor cuando pasó a mi lado un chico muy guapo y sonriente y me llamó la atención su corbata. No pude evitar decirle '¡pero qué corbata más fea!', y él se paró, me miró, me sonrió, se levantó el bajo del pantalón y me dijo '¿y qué opinas de mis calcetines?'. Yo me reí bastante y ya no nos separamos en toda la noche. Se encargó de volver a verme el domingo porque, en algún momento de la noche, decidió comprar dos entradas para ir a los toros".
Desde aquella noche, el 22 de mayo de 2022, no se han vuelto a separar, a lo que le preguntamos si tenían en mente la idea de casarse. "Él lo tenía clarísimo. Al mes de salir juntos ya me decía que, aunque yo no lo supiese, era la mujer de su vida y se iba a casar conmigo. Un año y medio después me pidió matrimonio en un viaje a México y a los seis meses nos casamos. Desde el principio supe que quería pasar el resto de mi vida con él y tenía muchas ganas de que llegase ese momento".
La anécdota de su pedida
"Fer tenía pensado pedirme matrimonio en el viaje a México, pero en las últimas semanas leyó bastantes noticias de robos y le dio miedo llevarse el anillo. Durante el viaje, en San Miguel de Allende, se arrepintió de no haberlo llevado y entró en la primera tienda que vio dejándome esperando fuera, en medio de la calle y lloviendo. Me compró un anillito de bisutería y me lo pidió ahí mismo. Fue un momento muy especial, y muy divertido", recuerda.
El gran día llegó, y el 22 de junio la Catedral de Segovia se vistió de flores para verlos prometernos amor eterno. "Ambos somos católicos y para nosotros lo más importante es que estábamos recibiendo el sacramento del matrimonio, adoptando un compromiso entre nosotros dos y también con Dios, a quien tenemos muy presente en nuestra vida". Y no fue una fecha elegida al azar, según nos confiesa. "Empezamos a salir el 22 de mayo de 2022 y los dos patitos han estado siempre muy presentes en nuestra relación. Siempre he querido casarme en verano y hacer una boda de tarde. El 22 de junio es el día más largo del año, así que tendríamos luz hasta la cena y luego noche durante la fiesta, ¡era perfecto", dice.
Lo celebraron por todo lo alto en el Caserío de Lobones, un hotelito rural a 15 minutos de Segovia. "El cóctel fue en el jardín de la entrada, mientras unos amigos de Fer tocaban y animaban un poco a los invitados. La cena tuvo lugar en un patio ideal, pusimos una carpa beduina con estufas por si hacía frío y para el baile nos trasladamos a uno de los salones interiores".
La boda de Pachuca y Fernando en Segovia
- Vestido de novia: Navascués
- Peluquería y maquillaje: Alicia Barón
- Fotografía: Bibiana Fierro
- Video: Mr. Magú
- DJ: Raiboc de Gilca Sounds
- Floristería: La Flor de San Lorenzo
- Catering y decoración: Casseroles Catering
- Finca: Caserío de Lobones