Desde que se recibe la invitación a un enlace hasta que el gran día ha concluido, son muchos los detalles que se deben tener en cuenta para acertar con los novios, ayudarles y quedar muy bien con ellos. La invitada de boda perfecta no lo es solo por las prendas que viste o por cumplir la etiqueta que se estipula en este tipo de acontecimientos. Lo es especialmente por su educación, por su saber estar y por conocer las normas de protocolo no escritas que la pareja sabrá apreciar y agradecerá. Un conjunto de recomendaciones y gestos para poner las cosas fáciles a los novios, que todos deberían conocer y que hemos recopilado en esta sencilla guía.
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Confirma asistencia lo antes posible
Por mucha confianza que la invitada tenga con los novios, para una mejor organización, siempre será más beneficioso que confirme la asistencia a la boda cuanto antes. Esto facilitará los preparativos y los números que la pareja debe hacer antes del gran día. Es importante que se haga mediante los cauces que los protagonistas indiquen en su invitación (por teléfono, por correo electrónico, entrando en su web o a través de un cuestionario). Si no va a asistir, también deberá comunicarlo con antelación.
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Descarta ir de blanco (o de un color que se le parezca)
Quizá este punto está directamente vinculado con la etiqueta, pero lo cierto es que también es una cuestión de educación. Recurrir al blanco o a colores similares, como el beis, el blanco roto, el hueso o el piedra, el crema o los grises excesivamente claros, roza el límite de lo polémico y puede reflejar un interés por quitar protagonismo a la novia. Existen numerosos colores para acertar sin necesidad de caer en esta comprometida gama cromática.
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Las normas que la pareja establezca están para cumplirlas
Aunque a la invitada pueda parecerle que 'por ser vos quien sos', los novios pueden hacer una excepción, lo cierto es que las normas son para todos y poner a la pareja en el compromiso de tener que explicar por qué han decidido hacer algo de una forma concreta, es de mal gusto. Si los novios no quieren que haya niños, los convidados tendrán que respetar la elección. Si escogen un lugar concreto para coger el autobús, no van a cambiar ese punto porque alguien se lo pida. Si la novia pide que ninguna invitada vaya de rosa, no se podrá emplear este color. Si se reservan unos bancos para los testigos, no podrán sentarse otras personas en ellos. Es el día de los novios y hay que respetar sus peticiones.
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El regalo para los novios debe hacerse antes de la semana de la boda
Aunque en el pasado había quien prefería esperar al día de la boda para dar personalmente el regalo a los novios, lo cierto es que por cuestiones de seguridad y con el objetivo de dar facilidades a los novios, ya no sucede así. Debido a que muchos proveedores piden a la pareja que una semana antes del enlace quede todo abonado, es importante que ese detalle (sea económico o material) se anticipe a esa semana de estrés y últimos preparativos. Aparte, si el convidado no acude al enlace, también es cortés hacer un detalle a la pareja. Aunque esta última costumbre se esté perdiendo, denota agradecimiento, a pesar de no poder estar presente.
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Si hay lista de bodas, recurre a ella
Puede que a la invitada le haga mucha ilusión regalar un cuadro con historia, sin embargo, sin conocer los gustos de los novios y el estilo de su hogar, es aventurarse demasiado. Si la pareja crea una lista de bodas, en ella será sencillo encontrar una pieza que les haga ilusión y encaje con el presupuesto de esa convidada. Y así todos quedarán contentos.
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No llegues después de la novia
Llegar tarde en las bodas nunca es una opción. Salvo que causas de fuerza mayor impidan a esos invitados ser puntuales, lo ideal será que estén presentes quince minutos antes de que comience la ceremonia y sean testigos de la entrada del novio y de la novia. Tampoco es apropiado perderse momentos clave de ese día para hablar por teléfono, salir a fumar o tomarse algo en zonas aledañas.
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En la ceremonia, permanece en silencio
Aunque hay momentos en los que a las invitadas se les pueden saltar las lágrimas y existen comentarios que pueden sacarles una sonrisa, la mayor parte de la ceremonia (sea religiosa o civil) será necesario permanecer en silencio. Salvo que esa convidada deba leer o exista alguna sorpresa preparada para la pareja, lo más normal es no hablar hasta que concluya este momento del día.
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Da la enhorabuena a los novios antes del convite
Quizás a esa invitada tímida le sea imposible, pero lo habitual es que al finalizar la ceremonia o al llegar al espacio de celebración, se acerque a felicitar a los novios. Puede ser que sean muchas las personas que quieran dar la enhorabuena a los recién casados, pero siempre habrá una ocasión, por pequeña que parezca, para hacerlo y echar algún piropo sobre la maravillosa jornada.
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Conversa con los de tu mesa, con una sonrisa
Es importante reconocer que elaborar las mesas de la boda, hacer correctamente un seating plan para que todos los invitados estén a gusto, no es tarea fácil. Los novios crean cada mesa con la mejor de las intenciones, aunque no siempre vayan a ubicar a los mejores amigos. Lo cierto es que el momento del convite es breve y lejos de ser aburrido, puede crear prolíficas y muy agradables relaciones con los otros integrantes de esa reunión. Por eso, te aconsejamos que no te quejes y que converses con los de tu mesa con una sonrisa. La actitud lo es todo.
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No es el día del móvil
Aunque se puedan hacer algunas fotos bonitas o un vídeo divertido, lo cierto es que la ceremonia y el banquete no son momentos para el móvil (las invitadas sí tendrán más libertad para utilizarlo durante la fiesta). En el primer caso, porque toda la atención ha de estar puesta en una parte simbólica a la que los novios han dedicado tiempo, cariño y esfuerzo. En el segundo caso, porque el aperitivo y el convite son escenarios de encuentro, risas y conversación; no de escape social con el teléfono. No es cuestión de protocolo (únicamente), es cuestión de educación.
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Levantarse en el banquete no está permitido
Sea una boda con uno o dos platos, celebrada al mediodía o por la noche, levantarse en el banquete no es apropiado (salvo que sea para acudir al baño). Si todos los invitados se pusieran en pie, el servicio sería muy complicado y el catering tendría problemas para hacer llegar todos los platos en su momento justo. Solo hay una excepción: el momento de la entrega de ramos, que hace que esas invitadas con suerte reciban un ramo de flores (y que las de su alrededor las animen) y, por tanto, se pongan en pie.
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Tras la boda, agradece la invitación
Dice el refranero popular español que es de bien nacido ser agradecido y por ello es conveniente que tras la boda, al día siguiente, los invitados agradezcan a la pareja la ejecución de un día inolvidable. Es habitual que una boda sea motivo de recuerdo con el tiempo y posiblemente haya momentos que pasen a la historia de esa amistad, por ello dar las gracias no debería ser algo complicado entre amigas.