¿Te imaginas que te inviten a una boda y no te digan dónde va a celebrarse? Eso decidieron hacer Ana y Dani para sorprender a sus familiares y amigos el pasado 2 de agosto. Bajo el nombre de 'La gran noche del verano', esta pareja dejó claro desde el inicio que su enlace iba a ser diferente a todo lo que hubieran visto anteriormente los invitados, y es que no podía ser de otra manera dedicándose ambos al sector de la organización de eventos. Las invitaciones fueron unos macarons de vainilla y chocolate que incluían un código QR con acceso a una cuenta de Instagram en la que se desvelaba la fecha y hora de la boda, así como el punto de recogida de los autocares, pero la iglesia ni el lugar de celebración. Misterio absoluto.
Cuando, finalmente, llegó el gran día, los asistentes se quedaron boquiabiertos al ver que llegaban al monasterio más antiguo de la Comunidad de Madrid, un enclave único que se encuentra en ruinas y que los novios decoraron inspirándose en el Mar Mediterráneo que baña la Mallorca natal de Ana: manteles en forma de olas, montones de sal marina, velas artesanales hechas con conchas de ostras, marcasitios en nácar... detalles únicos para una noche muy especial.
En lo relativo al vestido de novia, Ana siempre ha tenido claro que lo más importante es elegir lo que tú quieras y te apetezca para tu gran día. "Puedes pedir opinión, por supuesto, pero si te apetece llevar algo en concreto, que nadie te quite la idea" sentencia. En su caso, nunca había imaginado cómo sería su diseño como tal, pero sí sabía lo que no quería, algo que, reconoce, le ayudó a ir enfocando el estilismo hasta dar con el look final.
Para ella, era fundamental que su vestido fuera muy veraniego, ya que la boda fue en agosto y sabía que, evidentemente, haría calor. Además, la frase que definió su enlace y que se pudo ver reflejada en distintos momentos del mismo era, precisamente, "La gran noche del verano". También tenía claro que quería llevar tres looks diferentes, pero, eso sí, sin cambiar de vestido, sino sumándose a la moda de los diseños transformables que tanto triunfan a día de hoy.
Para plasmar esas ideas iniciales y darles forma confió en la firma Oh Qué Luna, con cuyas diseñadoras tuvo un flechazo desde la primera visita. "Son maravillosas, María me transmitió confianza y saber hacer. Yo no sabía lo que quería, pero desde la primera cita fue personalizando mi vestido con miles de opciones, ideas… fue muy divertido" recuerda.
El proceso de su vestido '3 en 1'
Al tener tan claro el concepto de que quería tres diseños diferentes -del más dulce al más sofisticado, como ella misma explica-, lo primero era buscar el vestido que sirviera como base. Desde el inicio vieron claro que el escote sería halter, puesto que, tras hacer varias pruebas en aquella primera cita, vieron que era el que más le favorecía, y que llevaría la espalda al descubierto.
Posteriormente, añadieron una sobrefalda de gasa con cola de tres metros para la parte de la ceremonia. "Quería un look, como yo les decía, 'más novia' pero sin cargarlo mucho porque quería mantener el estilo fresco de verano. Ahí fue cuando apareció también una de las principales características de mi look de novia, las flores. Me enseñaron un velo corto que tenía bordadas unas margaritas, en ese momento me enamoré" explica Ana.
Luego, siguiendo con esos motivos de margaritas, incorporaron un fajín realizado a base de pequeñísimas flores en relieve, que aportaban un toque diferente y original sin alejarse del minimalismo ni la elegancia.
Para el cóctel, buscaba algo diferente, pero que todavía diera pie a transformarse más aún, porque posteriormente quería llevar un tercer estilismo para la fiesta. "Después de valorar lazos, volúmenes y demás, me propusieron utilizar la propia cola de la falda para darle ese cambio, y la verdad que me encantó, era muy fácil de reconvertir y el resultado era diferente". Asimismo, retiró el velo y añadió al peinado unas flores de tela que rodeaban el moño, las mismas que llevaban las sandalias. Para la cena, se quitó la sobrefalda y se quedó únicamente con la base del vestido, dándole protagonismo a la espalda.
Las citadas sandalias son un par de Flor de Asoka: "En cuanto vi sus sandalias con unas flores de tela, lo tuve claro, eran las que complementaban mi look. Las elegí en color marfil porque al ser verano, me apetecía que el look de novia fuera completamente blanco" explica.
En cuanto a las joyas, llevó únicamente el anillo de pedida, que su ya marido ideó en Brasil con una joyera de allí, y unos pendientes muy especiales. "Me los diseñó Gisele de La Unike Novias. Como la boda estaba inspirada en el mar, quería que mi tierra, Mallorca, estuviera presente en mi look, buscaba algo especial, pero tampoco quería que fuera una joya muy llamativa. Me propuso unas piezas largas inspiradas en el mar: llevaban unas pequeñas piezas de nácar, unas piedrecitas transparentes que representaban los reflejos del sol en el mar y como pieza principal una flor, pues también quería que siguieran el motivo principal del vestido".
Ana considera que las tradiciones en este tipo de eventos son muy bonitas, y quiso cumplir con algunas de las más famosas en toda boda. "En mi caso, llevé algo nuevo, que eran el vestido y los zapatos. Lo prestado y lo azul fueron muy especiales para mí: me hice una cinta muy finita en color azul para rodearla en el ramo, de la cual colgué una medalla de la virgen que mi abuela, que nos había dejado unos meses atrás, me regaló. Además, para lo prestado, mi prima me dejó otra medallita de un cristo especial para mi familia y que a su vez también se la había regalado nuestra abuela".
Como ramo, quería algo de estilo silvestre, tan de tendencia ahora, pero prefería darle un toque un poco más sofisticado, por lo que le añadieron tres grandes rosas de jardín, que aportaban elegancia. Aunque en resto del look era muy neutro, aquí quiso meter algo de color y las eligió en tono amarillo, su preferido.
Y, si en cuanto al vestido no tenía una idea clara y se dejó guiar totalmente, en lo que al look de belleza respecta la cosa cambia. "Lo tenía clarísimo. Me gusta el maquillaje y mi estilo siempre incluye ojos marcados, aunque sea para un look básico del día a día, así que decidí que seguiría con el mismo estilo: smokey eyes en tonos marrones y piel muy bien trabajada. Para el peinado, opté por un moño de bailarina bajo, sencillo, no quería era pasar calor y la espalda pedía pelo recogido".
El inicio de su historia
La historia de Ana y Dani comenzó ¡en el trabajo! Se conocieron en el sector de eventos, y estuvieron unos años coincidiendo hasta que surgió el amor. "Yo le había estado insistiendo mucho días atrás en unas rosas blancas que tenía que traer al evento y ese día, me regaló unas para mí y ahí empezó todo" recuerda ella, nostálgica. Él es madrileño, y ella, aunque lleva bastantes años viviendo en la capital, es mallorquina, por lo que el hecho de que Dani le pidiera matrimonio en su isla después de 7 años de relación era muy simbólico para ellos.
La pedida fue en su playa favorita de Mallorca, y a Ana le pilló totalmente por sorpresa. "Me dejó unas rosas blancas (las mismas que me regaló en el evento la primera vez), un vestido blanco, unos pendientes y un dibujo de un faro con: 'te invito a cenar en nuestra playa favorita, te espero allí a las 20 horas'. Desapareció de casa y no me cogió el teléfono en todo el día, yo no entendía nada, ¡la playa está a casi una hora caminando! Y, después de pasar todo el día nerviosa, sin saber a qué se debía esa sorpresa, me puse el precioso vestido blanco, los pendientes y eché a andar por el camino que lleva a la playa virgen que tanto nos gusta. Cuando lo vi a lo lejos, vestido de blanco, con el sol cayendo y un precioso picnic que había montado, no me lo podía creer. Al llegar a él, no pudo esperar más, se arrodilló y me puso el anillo en el pecho. No hizo falta ninguna palabra".
Finalmente, decidieron celebrar su enlace a las afueras de Madrid, huyendo de la ciudad y de los sitios más convencionales. La ceremonia religiosa fue en una pequeña ermita casi a la orilla del Pantano de San Juan y, posteriormente, se trasladaron a un enclave absolutamente único para celebrar el banquete y la fiesta junto a sus seres queridos.
Un lugar único para una boda de ensueño
Elegimos el monasterio más antiguo de la Comunidad de Madrid, que está en ruinas. "Nos pareció un lugar mágico" explica Ana "los invitados no sabían dónde era la boda, así que los citamos a todos en Atocha para que se subieran al autocar y se dejaran llevar".
Eso sí, el hecho de escoger un lugar como este para la celebración puede complicar bastante el tema de la organización, ya que no se trata de una finca tradicional en la que todo está estudiado al detalle. "Hay que pensar en todo, y requiere de una producción increíble, sin embargo, contamos con el mejor equipo para hacerlo, beChic Catering, que tienen mucha experiencia organizando eventos de este tipo tan personalizados y en espacios efímeros, por lo que gran parte de la organización, coordinación de proveedores y montaje fue a su cargo".
"De la mano de Silvia, diseñamos el evento, queríamos que tuviera un hilo conductor y que todo tuviera consonancia. La boda la quisimos personalizar al máximo, toda la música, los detalles y los momentos especiales del evento los elegimos y organizamos nosotros". Y así fue, basta echar un vistazo a las fotografías para comprobar que todo estaba cuidado al detalle y a su gusto.
El cóctel tuvo lugar en la nave central del monasterio, presidida por el antiguo altar y su enorme bóveda, donde se ubicó un grupo de música antes de la cena. La decoración contaba con tótems de diferentes alturas regados de adornos florales en tonos blancos y el naranja tostado, recordando las puestas de sol de Mallorca. Telares de lino colgando en las bóvedas y unas barras de bebida de espejo. El banquete se celebró en el claustro del monasterio, donde, como explica la novia, "se unió de forma perfecta la delicadeza del mar mediterráneo con la majestuosidad de los arcos de piedra y corpulentos muros que parecía que iban a tocar las estrellas de un cielo de verano".
Al preguntarle a esta mallorquina por el mejor consejo para parejas que están planificando su enlace, lo tiene claro: hay que disfrutar de todo el proceso de preparar la boda, no solo ese día. "Recuerdo la emoción de quedar con alguien para contarle que nos casábamos. La entrega de invitaciones, las videollamadas con proveedores, la prueba de menú, las pruebas del vestido y la búsqueda de complementos, hablar con tus amigas y con tu madre de sus looks, ayudarles a elegirlos… es un tiempo superespecial, sientes el cariño de todo el mundo y hay que disfrutarlo desde el principio, a pesar del estrés".
Para Ana y Dani, sobre todo fue muy especial la semana previa al 'sí, quiero'. "Ya nos alojamos en la sierra para poder preparar todo. La decoración de la ermita la hicimos los dos con la ayuda de nuestras madres, hermanos y sobrinas pequeñas, fue muy divertido. La mañana antes de la boda, estuvimos todos juntos en la casa donde nos quedábamos: nuestras madres, mis mejores amigas, la hermana de Dani y nosotros dos".
LOS PROVEEDORES DE SU BODA EN MADRID
- Catering y montaje: Be Chic Catering
- Decoración: Susana Freire
- Flores: Javim.san
- Fotografías: Louvila Photography
- Video: Older Garcia
- Vestido: Oh Qué Luna
- Zapatos: Flor de Asoka
- Pendientes: La Unike Novias
- Maquillaje y peluquería: Joel Bittencourt
- Traje del novio: Lander Urquijo