El pasado 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional, la infanta Cristina fue testigo de una de las bodas más elegantes celebradas en Sevilla. En concreto, la localidad de Marchena acogió el emocionante y sofisticado enlace entre Fernando Möller Andrada-Vanderwilde, hijo de Fernando Möller y Puig-Sureda y María Andrada-Vanderwilde Borrajo, y Sara de Eusebio, la hija mayor de Emilio de Eusebio y Susana Martínez Vidal, exdirectora de la revista ELLE.
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Un paso tomado con absoluta seguridad que los novios daban tras cinco años de noviazgo coincidiendo con el aniversario de cuando se conocieron en México en 2019.
Entre los detalles del enlace, que ofreció en exclusiva ¡HOLA! en sus páginas, tiene especial mención el vestido de la novia. Un diseño hecho a medida del que también conocemos todos los secretos que nos ha narrado en primicia la propia diseñadora, Paula Matthei.
“Cuando Sara me contacto para hacer su vestido me hizo muchísima ilusión, ya que conocer a la novia me hace más fácil poder leerla y poder plasmar su personalidad en el vestido, algo que procuro que pase con cada una de mis clientas, pero con Sara ya teníamos una parte avanzada al conocernos de antes y tener ese feeling. Ella estaba todavía en Miami, por lo que hicimos una videollamada para ver más o menos lo que tenía en mente, aunque no tenía nada muy claro, sabía que quería algo fuera de lo común, con mucho movimiento y que tuviera un aire rústico, ya que la boda sería en el campo”. Dicho y hecho, en cuanto la novia llegó a Madrid, rápidamente se pusieron manos a la obra. “Barajamos diferentes ideas con ella y su madre Susana, en un inicio tenían la idea de hacer dos vestidos, uno para la ceremonia y otro para la fiesta, les aconsejé que centremos la creatividad y la energía en un sólo vestido que tuviera diferentes caras. Confiaron en mi consejo y seguimos por ese camino”.
El resultado, un favorecedor vestido con escote halter, mangas desmontables para cambiar de la iglesia a la fiesta y una falda “hecha a partir de triángulos que sobran de gasa bambula de las faldas y colas que hacemos en el taller”. “El movimiento que entrega esta tela es brutal, pero además al ser cientos de triángulos con vida propia, se logra un movimiento suave y cautivador a la hora de caminar y bailar con el vestido”, continúa la diseñadora.
Confeccionado en una tela rústica de algodón orgánico color marfil, hecha artesanalmente y bambula del mismo tono para potenciar la transparencia de las partes desmontables, crearon uno de los vestidos más originales que hemos visto a lo largo de este 2024. “Una novia radiante, ideal con una vibra de gracia y elegancia única”.
Unas joyas cargadas de significado
Para aderezar el look, además de unos comodísimos zapatos de Dior con un tacón sensato ideal para aguantar toda la boda sin cambiarse, escogió varias joyas con un gran significado sentimental tanto para ella como para ambas familias.
Para empezar, las alianzas de la boda, fueron regalo de Susana, hermana de la novia, en señal de lo unidas que están las dos.
En cuanto a la sortija de pedida, proviene del joyero familiar de la familia del novio, ya que originalmente fue el anillo de pedida de su suegra y madrina del enlace, María Andrada-Vanderwilde.
“Fernando y María siempre tuvieron claro que la sortija de pedida de Sara no debía ser simplemente una joya comercial, sino una joya cuyo valor incontestable fuera además de del valor material, el valor emocional y que contara la historia de la familia Möller Andrada-Vanderwilde” aseguran fuentes de la familia. Fernando, el novio, realizó minuciosamente el nuevo diseño de la sortija con la estrecha colaboración de la prestigiosa diseñadora de joyas Berta González.
La piedra central es un diamante talla brillante de 1.36 ct montado en garra de seis puntas y orlado por 16 diamantes en talla brillante. Todo realizado en oro blanco de 18 quilates. De la orla central sale el doble haro que finaliza cerrando la parte trasera y que aporta este toque de modernidad sobre la idea clásica original.
Además de la alianza y la de pedida, Sara quiso lucir una tercera sortija de gran valor sentimental para ella: el último regalo de su abuela materna, Isabel, antes de morir. “Y también bordó su nombre en el forro del vestido para tenerla aún más presente”, recuerdan desde el entorno de la novia.
La novia, por supuesto, también llevó algo del joyero de su familia. En concreto, los pendientes que su padre le regaló a su madre por sus bodas de plata. Un detalle que emocionó muchísimo a su madre, muy implicada en los preparativos de la boda de su hija.
Sin duda, un look nupcial para el recuerdo.