Ana siempre se ha dejado llevar por la vida, es de esas personas que confía en que cada uno tiene su momento y el de ella, como nos cuenta, “fue cuando menos pude esperármerlo”. Ana e Íñigo se conocieron hace cinco años fruto de una noche de verano inesperada. La gran pregunta llegó de sorpresa en Egipto, tras la boda de unos amigos: “El último día de los siete que estuvimos en total me llevó a una playa increíble para ver el atardecer y, entre palabras de emoción, me lo pidió”. El resultado fue una preciosa boda en la finca del Hotel Valdepalacios, donde Ana brilló con un espectacular diseño de Diego Estrada: “Cuando lo descubrí a él y a su equipo me conquistó nada más entrar en su atelier. Esa elegancia tan característica y su frescura a la hora de diseñar y confeccionar sobre tejidos excepcionales me capturó”, nos cuenta Ana sobre su vestido de novia.
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