Después de 10 años de noviazgo, el pasado 6 de junio Anna y Ròmul dieron el paso para pronunciar el 'sí, quiero' en un entorno muy especial, en la Masía familiar de ella, situada en El Bruc, a unos cuantos kilómetros de Barcelona. Un gran día en el que la lluvia sorprendió pero no frenó la celebración del amor, y en el que el vestido de novia blanco roto y asimétrico, obra de la marca The Muse Collective, fue el secreto mejor guardado hasta los últimos minutos antes de dar comienzo la ceremonia civil.
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Cuando le preguntamos qué fue fundamental a la hora de elegir el look entre todas las opciones que tenía, nos responde: "que sea un vestido con el que te sientas cómoda, identificada, ¡muy tú! Hay que disfrutar del proceso, por ello es importante escoger una tienda en la que te sientas escuchada y que te acompañe con mucho mimo en cada prueba. Para mi también era muy importante la elección de los tejidos; que fuesen de calidad, suaves, que no se arrugasen…".
Hay quienes llegan al atelier con miles y miles de ideas plasmadas en fotografías de inspiración, pero en el caso de nuestro protagonista, sabía muy bien lo que quería llevar para su boda soñada. "Tenía claro que quería que fuese asimétrico y que jugase con varios tejidos. Que fuese desestructurado y de color blanco roto/beige", una propuesta original y de lo más inspiracional que encajó a la perfección con el entorno natural.
Sentir la conexión con las diseñadora es parte esencial si quieres crear desde cero tu traje nupcial, y esa fue su experiencia al elegir a The Muse Collective, una tienda multimarca que diseña a medida, nació en 2016 con el objetivo de ser las hadas madrinas de las novias contemporáneas como ella. "Desde que entré en la tienda me trataron con mucho cariño, escucharon mis gustos e ideas y se implicaron al 100%" explica.
El proceso de creación es uno de los más bonitos que vivir, y más cuando te dejas en manos de grandes expertas como hizo Anna. "Entré con una idea bastante clara de lo que quería. Cris me captó muy rápido y vimos que, al ser tan único, teníamos que hacer un vestido completamente a medida. Estuvimos probando con algunos vestidos de colección y jugando con varios tejidos por encima para ir definiendo el concepto. En la siguiente prueba ya cerramos el diseño de la base con crepe de seda y fuimos haciendo ajustes y superponiendo el tul. Fue un proceso de unas seis pruebas en total, muy laborioso, ¡requirió mucha dedicación!" relata.
Un vestido convertible
Tanto le apasionaba su vestido que hoy ocupa nuestras líneas, que decidió no llevar un segundo. "Quería aprovecharlo el máximo tiempo posible, por lo que opté por hacerlo convertible en vez de cambiarme completamente. Para la cena, pude sacar la manga de tul y el broche que la ataba, de manera que estuve más cómoda para bailar. No me arrepiento para nada de esta decisión porque se me pasó volando y me encantaría poder volverlo a llevar" cuenta.
A veces, entre tantas opciones que vemos en las redes sociales, es normal caer en las redes de las tendencias punteras, pero para Anna nunca llegaron a tener un peso significativo para su boda, ya que según nos reflexiona, no considera que sea esencial seguirlas. "Creo que debes llevar un vestido y complementos con los que te sientas cómoda y segura. Que cuando pasen los años, no te cansen y no te pase que no entiendas el por qué los escogiste".
Nos cuenta que no suele ser mucho de tradiciones, pero "me hacía mucha ilusión tener presentes a personas importantes para mí". Y a raíz de este propósito, optó por lucir piezas muy especiales. "Llevé un broche de mi abuela materna con una aguamarina que había pertenecido a mi bisabuela. Aunque la tradición marque que la novia debe llevar algo azul, fue casualidad que llevase una piedra de este color. De hecho, decidí cambiar el broche por este que llevé la semana antes de la boda, ya que me sentía más identificada con el diseño".
Además, sigue relatándonos, "la cajita donde pusimos las alianzas también tenía mucho significado para mí porque perteneció a mi abuela paterna", y con estos dos gestos consiguiótenerles más cerca en este día para el recuerdo.
Joyas creadas para el gran día
Al igual que el vestido, la elección de las joyas para completar el look, cobra gran importancia. "Además del broche, llevé el anillo de prometida con el que me pidió matrimonio mi marido. Para nosotros es muy especial porque lo mandó hacer totalmente a medida y mezcla brillantes y baguettes".
A lo que nos continúa contando que lució unos pendientes largos, "fueron un regalo de mi abuela y mis padres y se fabricaron en base a un diseño que realicé yo misma con unos brillantes que fueron de mi bisabuela. Además, los zapatos fueron de Flor de Asoka y me lo regaló una amiga. Tenía claro que los quería de terciopelo y con un tacón que fuese cómodo. No me equivoqué, ¡porque aguanté toda la boda con ellos puestos!".
Siguiendo con la idea contemporánea del traje, Anna optó por un maquillaje muy favorecedor. "Tenía muy claro que quería contar con Vicky Brea. Es una maquilladora excelente, que sabe sacar lo mejor de cada una. También maquilló a mi madre, a mi suegra y a mi cuñada. En mi caso, le comenté los tonos de maquillaje que me gustaban y el peinado que tenía en mente".
Un peinado desenfadado
En cuanto al peinado, para dejar el protagonismo total a la pieza nupcial, se decantó por una elegante coleta con raya, bien peinada y ondulada sin ser demasiado formal, "así después podría soltarme el pelo. ¡Lo captó super rápido e hizo magia!" explica sobre las indicaciones que le dio a la estilista.
Tras una década de relación, el pasado 6 de junio se convirtieron Anna y Ròmul se convirtieron en marido y mujer. "Llevábamos tiempo comentándolo, pero no teníamos claro cuándo daríamos el paso porque fueron habiendo otras prioridades. Finalmente, decidió sorprenderme dando el paso". Una alianza por la que han cambiado incluso su dirección postal, "yo soy de Barcelona y él es de Terrassa. Pensaba que viviría toda la vida en la capital pero el amor te hace hacer cosas inesperadas, y ha conseguido que ahora vivamos en Terrassa. Le he encontrado el punto a estar más cerca de la naturaleza y a llevar una vida menos ajetreada".
Un ramo de novia olvidado
Entre las anécdotas de aquel momento, nos confiesa una. "La noche antes de la boda decidimos ir a cenar fuera mano a mano y acabamos demasiado llenos por lo que, junto con los nervios, no nos fue nada fácil conciliar el sueño" recuerda riéndose.
Asimismo, nos cuenta que diseñó un bonito ramo con caída muy bonito, principalmente de verdes y que mezclaba algunas flores blancas, pero... "Con la lluvia y los nervios olvidé llevarlo en la ceremonia; por eso entré con él en la cena".
Decidieron celebrar este momento en un rincón único, en la Masía familiar que pertence a los abuelos maternos de la novia, situada en El Bruc, "Mis abuelos y mis padres también se casaron allí" nos dice. Y le preguntamos si contó con una wedding planer, "al ser en nuestra casa familiar y ser interiorista de profesión, creía que yo misma era la mejor persona para encargarme de escoger los proveedores y definir todos los detalles. Así lo hice y no dejé ningún cabo suelto. Pero para los días previos y el día de la celebración sí que contamos con Bárbara, que se dedica a organizar todo tipo de eventos, y coordinó las entradas y salidas de proveedores y los timing del día de la boda. Se encargó de que todo saliese tal y como deseábamos".
Y este es el consejo que quieren trasladar a los futuros novios, "que relativicen a la hora de tomar decisiones; no todo es tan importante y que disfruten mucho del día, ¡porque pasa muy rápido!"
Anna quiere agradecer especialmente su trabajo a los proveedores que estuvieron junto a ellos el día de la boda:
- Vestido de novia: The Muse Collective
- Traje novio: Old Jeffrey
- Zapatos: Flor de Asoka
- Pendientes: Teresa Q
- Maquillaje y peluquería: Vicky Brea Make Up
- - Fotografía: Lucky Elevens by Sandra Orrego
- Flores: Bouquet Bcn
- Catering: Sibaris
- Material: Lloguers Bosch
- Iluminación, sonido y DJ: En’A DJS
- Organizadoras: Bárbara Martín, Carla Pérez