novia portada© Instantánea & Tomaprimera

Ana, la novia que viajó de Suiza a Madrid para crear el vestido sencillo que llevó con mantilla familiar

La historia de la jerezana que ahora vive en Basilea y encontró su hada madrina en la capital madrileña para diseñar el traje de sus sueños


18 de junio de 2024 - 11:17 CEST

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"A los dos nos hacía mucha ilusión el viaje a Venezuela para que conociera su país y a su familia que vive allí. Fue un viaje espectacular, allí me pidió matrimonio, concretamente en Los Roques, un archipiélago en el caribe con unas playas espectaculares, ¡fue precioso!" nos cuenta Ana sobre uno de los momentos más especiales que ha vivido junto a su ahora marido, Andrés. El 27 de mayo apareció vestida de novia con un diseño obra de Navascués, para dar un paso más en la iglesia de Santiago, situada en Jerez de la Frontera, en la que se casaron sus padres, ¡y lo demás es historia!

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Nos cuenta que no tenía muy claro qué tipo de diseño llevaría para el gran día. "¡Hay tantas opciones tan bonitas y tan distintas! Sí sabía lo que no quería, y que buscaba algo más bien sencillo y elegante, pero con algunos detalles, no totalmente liso. Quería un diseño que marcase mi figura. Al final, algo en lo que sentirme cómoda y que fuese con mi estilo, sin arriesgar demasiado", y para ello acudió a las manos y la experiencia de la casa Navascués para crear todo lo que había en su imaginación.

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Nuestra protagonista vive en Suiza, pero quiso volver a España para dar con su hada madrina. "Tenía claro que quería un diseñador español por el estilo de vestidos de novia que hacen, así que para la búsqueda estuve varios días en Madrid con mi madre. Destino que elegí por las muchísimas opciones que hay, además he vivido en la capital, así que cualquier excusa para visitarla me parece buena, y las conexiones con Basilea son geniales, dato que tenía en cuenta para los viajes que tenía que hacer de cara a las pruebas. Fuimos a varios diseñadores y cuando visitamos Navascués, fue la que más nos gustó a las dos sin dudarlo. Fui con varias ideas que había visto en un sitio y en otro, entendieron muy bien mi estilo y me encantaron las diferentes ideas que me dieron para ir añadiendo esos pequeños detalles que yo quería tener en mi vestido y hacer uno que fuese 'muy yo'. Esto me dio mucha confianza así que me decanté por ellos" explica. 

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El proceso de creación del vestido

A Ana le sorprendió el detalle y cariño que el equipo le ponían a todo, incluso que el proceso de creación girase en torno a la mantilla familiar que iba a llevar. "Había pequeños cambios en cada prueba e iban ajustando todo. Desde el principio sabíamos la forma del vestido, el drapeado, y la apertura en la espalda. A lo largo de las visitas definimos el escote, las mangas... Tenía claro que quería llevar mangas, y esa opción más ligera me encantaba como quedaba, ya que un 27 de mayo en Jerez, podría haber hecho mucho calor, y le daba un toque distinto. En una de las últimas pruebas nos dieron la idea de incluir el encaje de las mangas y añadirlo también al drapeado, así fuimos encajando todo el look para que estuviese en sintonía con los accesorios que ya tenía elegidos". 

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Le preguntamos qué fue lo más importante a tener en cuenta para dar con el modelo perfecto. "Elegir un vestido que refleje tu estilo, tu personalidad, que incluya los detalles que te apetezcan y ¡que te sientas tu misma llevándolo!", y así lo hizo ella. Entre las pocas ideas que la jerezana tenía por seguro, es que iba a llevar dos piezas familiares cargadas de simbolismo, una diadema y la mantilla."Quería usar la mantilla en vez del velo de tul, porque en general me gustan mucho las novias con ella, en mi familia paterna había una antigua y llevarla me hacía mucha ilusión" confiesa sonriente.

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Una mantilla familiar

Cumpliendo con algunas de las tradiciones, en este caso dejó a un lado el 'algo azul', pero sí siguió la costumbre de optar por 'algo viejo', que en este caso se trató de una auténtica joya que robó todo el protagonismo. "La mantilla, que ahora la tiene una tía mía, me la dejó para la boda. Me hizo muchísima ilusión llevarla ya que tenía un gran valor sentimental al ser de la familia de mi padre". 

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A diferencia de otras novias, en sus planes no entró cambiarse de vestuario, aunque según nos confiesa sí hubo un momento en el que esa idea estuvo presente. "Durante el proceso, inicialmente iba a tener un detalle convertible, pero al final decidimos que no porque me veía más favorecida con la versión única, y al final para unas horas que lo vas a llevar, lo prefería así. Lo que si era desmontable era la cola, que era bastante grande, y fue súper cómodo. Tanto la cola como el velo, me los quité después de abrir el baile" cuenta.

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Continuando con la tendencia de la naturalidad, Ana optó por un maquillaje sencillo ya que en su día a día suele hacerlo de la manera más simple. "Quería algo natural, fiel a mi estilo y que me diera luminosidad. Confié totalmente en la maquilladora, me había peinado y maquillado para la boda de mi hermano, así que nos entendíamos perfectamente. El pelo sabía que quería llevarlo recogido pero no tan tirante como los típicos moños de bailarina (¡aunque lo llevo siempre suelto!), y su propuesta de peinado me gustó desde el principio" creando así una imagen más desenfada que equilibró con el atuendo. 

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Joyas cargadas de significado

La joyas de Ana guardaban un gran valor sentimental, y encajaban a la perfección con la imagen que quería transmitir para (hasta ahora) el día más importante de su vida. "No suelo llevar muchos accesorios de diario y soy más bien minimalista. Los pendientes de oro blanco, brillantes y perla australiana me los dejó mi madre, me encantaban y me encajaban muy bien. De anillo, elegí el solitario de Suárez que me había regalado Andrés cuando me pidió matrimonio" explica. Pero uno de los complementos más importantes resulta ser una joya con gran historia: "la diadema era la pulsera de pedida de mi abuela materna que la convertimos en tiara, así que fue muy bonito poder llevarla, y junto con la mantilla antigua que es de mi familia paterna, fue de gran valor sentimental para mí, por mis dos abuelas, que ya no están, así las tuve más cerquita en ese día tan importante" recuerda emocionada. 

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Es cierto que Ana barajó varias posibilidades ahora supertendencia, como ramos de un mismo color como el blanco, pero finalmente lució uno mucho más divertido. "Quería un ramo colorido porque me parece que alegra el look, así que al final no lo pensé mucho y me decanté por un ramo silvestre, colorido y primaveral". 

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Como todo cuento de hadas, para ellos su amor tuvo más peso que la distancia que vivieron durante un largo tiempo.  "Nos conocimos en Madrid, los dos trabajábamos en la misma empresa pero no juntos, así que fue más de afterwork como nos encontrramos. Justo cuando empezamos a salir, a Andrés lo trasladaron a Medio Oriente, así que al principio nos tocó estar a distancia unos años porque yo seguía viviendo en Madrid, no fue fácil, pero ¡lo conseguimos. Tras ese tiempo, tomamos juntos la decisión de apostar por Suiza ya que él había vivido allí, tuvimos una buena oportunidad y decidimos irnos. A mi me gustó mucho la idea porque ya había vivido en el extranjero y me encantaba la idea de hacerlo en otro país y añadir esa experiencia" relata. 

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Y después de cinco años de noviazgo, la pareja dio el paso más importante de su historia. "Después de llevar más de año y medio viviendo juntos en Suiza, y sin planes de volver a estar a distancia por fin, ya era el paso que los dos queríamos dar". Se casaron el 27 de mayo, "nos encajaba muy bien para prepararlo todo con tiempo y la primavera es la estación que siempre me ha gustado más para una boda en Jerez" explica nuestra protagonista. Lo celebraron en las Bodegas González-Byass, "al entrar suele haber una bandera de España y para ese día, nos permitieron también poner una bandera de Venezuela, para empezar así con toda la fusión que queríamos que fuese nuestra boda y que nos define a los dos" cuenta sobre cómo cada detalle fue esencial.

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Nos explica que la elección de al celebración no fue casualidad, todo estaba pensado. "Yo soy de allí, y la bodega fue uno de los sitios a los que llevé a Andrés cuando visitó Jerez por primera vez. Le encantó desde el principio la idea de casarnos allí, en ese sitio tan único, tan de Jerez, con ese olor a Sherry… Teníamos invitados viniendo de todas partes del mundo, así que muchos aprovecharon para quedarse varios días por Jerez y conocer toda la zona de Cádiz. Estaban encantados, les gustó mucho todo y yo feliz de poder enseñarles de dónde vengo y saber que disfrutaron tanto" cuenta.

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En cuanto a organización la pareja contó con una wedding planner muy especial según nos dicen. "Queríamos contar con ayuda durante el proceso, con la elección de proveedores y la gestión, porque lo organizamos todo a distancia y pensamos que nos iba a facilitar mucho todo. Además, aunque la boda fuese más española al ser en España, no queríamos que dejase de ser venezolana. Por eso, nos decantamos por Red Velvet, son venezolanas y tienen mucha experiencia en bodas tanto venezolanas y latinas en general como españolas, ya que trabajan mucho en España. Fueron clave para conseguir esa fusión que queríamos, estuvieron el día de la boda y nos ayudó a que estuviésemos súper relajados en nuestro día". 

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Ana quiere agradecer especialmente su trabajo a los proveedores que estuvieron junto a ellos el día de la boda:

  • Foto y vídeo: Instantánea & Tomaprimera
  • Vestido Novia: Navascués
  • Ramo: Florenea
  • Decoración bodega: Florenea
  • Seating: Kuramae
  • Wedding planner: Red Velvet producciones
  • DJ: Manu Ramos
  • Música cóctel: Astrum
  • Música barra libre: Los Alpresa
  • Vestidos niñas: Labubé
  • Chaqué Novio: Pugil 
  • Vestido madrina: Lorena Merino
  • Vestido madre de la novia: Manuel Obando
  • Catering: La Buganvilia
  • Bata: Lidya F. Díaz