Una boda rodeada de sus seres queridos y con los bellos paisajes de Cantabria como escenario de fondo. Fue el día soñado para Carmen Ballesteros , hija de Carmen Botín O’Shea y el golfista Severiano Ballesteros, que el pasado sábado 11 de mayo dio el ‘sí, quiero’ a su novio y prometido, el farmacéutico Juan Diego García. Tuvo lugar en la finca ‘Puente San Miguel’, situada en el municipio cantabro de Reocín, y propiedad de la familia de Carmen, donde ella ha pasado muchos veranos de su vida y se han celebrado otras bodas familiares de generaciones anteriores. A lo largo de estas líneas, analizamos al detalle el vestido de novia de Carmen Ballesteros.
Dicen que la clave para acertar con tu vestido de novia es que refleje al cien por cien tu personaldidad y consiga transmitir tu esencia, siempre buscando la comodidad y la elegancia. Para su gran día, Carmen tenía claro qué era lo que quería, y huyó de los vestidos minimalistas y de líneas sencillas que tan a menudo estamos viendo en las bodas de esta temporada. En cambio, apostó por un diseño romántico , exclusivo de Rosa Clará, que se convertiría en dos looks diferentes: para la ceremonia y la posterior celebración.
Carmen lució un vestido de corte sirena y escote corazón, con cuerpo ajustado y confeccionado en encaje bordado a mano con micropedrería. El vestido se ceñía en la zona de la cintura para estilizar aún más la figura de la novia, y tenía un ligero vuelo en la parte inferior de la falda, realizado con una superposición de encajes. Para el momento de la ceremonia, Carmen completó el look con un original bolero, hecho con el mismo encaje que el vestido y con ligeras transparencias; y una sobrefalda extraíble de organza de seda natural con más de tres metros de cola.
La novia siguió la tradición de entrar velada a la capilla, y escogió un doble velo en tul ilusión que medía más de tres metros y medio, sujeto en un moño bajo. Como joyas, lució unos pendientes de brillantes muy sencillos y una fina gargantilla a juego, y llevó un detalle en el pelo, un broche de brillantes rematado con una esmeralda. En cuanto al calzado, Carmen llevó unas sandalias blancas de tacón y con plataforma.
Para el segundo look nupcial, Carmen conservó el vestido pero ‘desmontó’ algunas piezas para ganar en comodidad. En primer lugar, se quitó la falda extraíble, consiguiendo un look que bien podría parecer un vestido completamente diferente, con un corte más ceñido y de sirena ; y después, se despojó del bolero para destacar aún más su favorecedor escote.