Este sábado tuvo lugar una espectacular boda en Sevilla que reunió a la familia de Luis Astolfi Pérez de Guzmán, puesto que Joaquín, sobrino del Jinete, le dio el 'sí, quiero' a su pareja, Alba Valenzuela. Como es tradición, el novio llegó primero junto a su madre, la madrina del enlace. A las 18.30 hizo lo propio la novia, quien entraba en la Real Parroquia de Señora Santa Ana -un histórico templo de estilo gótico mudéjar construido por mandato del rey Alfonso X El Sabio en el Barrio de Triana- del brazo de su padre y padrino. Fue entonces cuando pudimos descubrir el secreto mejor guardado de toda boda: su vestido, un diseño minimalista pero muy especial que le sentaba como un guante.
En los últimos tiempos, la tendencia general de las novias más elegantes es apostar por el minimalismo más absoluto, pero eso no significa llevar looks aburridos o sosos, y Alba es el claro ejemplo de ello. En su caso, se decantó por un modelo que nos recordó al inolvidable vestido de novia de Meghan Markle gracias a su escote Bardot, un tipo de corte muy favorecedor que, al dejar la clavícula al descubierto, genera un efecto estilizador. Eso sí, en lugar de llevar manga larga como hiciera la duquesa de Sussex, esta novia prefirió lucir sus brazos.
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Un look transformable
Este diseño, confeccionado en un tejido de crepé con acabado satinado, cuenta con un favorecedor cuerpo corsé que realza la figura, marca la cintura y cae hasta la cadera, de donde parte una bonita falda en línea 'A' finalizada en una gran cola desmontable. De esta forma, Alba siguió otra de las tendencias nupciales más punteras actualmente, la de los vestidos que se transforman tras la ceremonia o la cena para mayor comodidad y que la novia pueda disfrutar de la fiesta sin que el diseño le pese o le dificulte el movimiento.
En cuanto al look de belleza, recogió su melena castaña en un moñito bajo estilo bailarina, pulido y con raya al medio, que despejó su rostro y nos permitió apreciar a la perfección los pendientes, unas impresionantes piezas de diamantes y esmeraldas que aportaban el toque de color a estilismo. Además, llevó, como es habitual, su anillo de pedida, y sorprendió con un colgante en forma de cruz brillante. Completó con un velo de tul clásico que, a su llegada al templo, le cubría la cara.
Como ramo, llevó un bouquet de peonías blancas rodeado por hojas verdes y atado con una cinta de terciopelo verde agua que completaba a la perfección la estética minimalista y sofisticada del conjunto.