¿Has experimentado alguna vez una conexión inexplicable con un país que no es el tuyo? Estos flechazos geográficos se manifiestan cada vez más en el universo de las bodas y el mágico enlace de Charlotte y Julian, los protagonistas de esta historia, es un ejemplo perfecto del fenómeno. “Ambos vivimos en Suiza, pero tenemos un fuerte vínculo personal con Irlanda, así que decidimos casarnos allí. Sus asombrosos paisajes y su gente cálida siempre nos hacen querer volver”, nos contó la novia. Algo similar le ocurrió también al momento de diseñar su vestido: la moda española se robó su corazón.
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En Suiza, así como en muchos otros países de Europa o en el propio mercado anglosajón, no es lo más común que las novias se hagan su diseño a medida de la mano de un modisto especializado. “Vas a una tienda y escoges entre una variedad de vestidos. Sin embargo, no encontraba lo que estaba buscando y muy temprano en el proceso me encontré con firmas españolas que me gustaron”. Finalmente, se decantó por Romancera.
Charlotte tenía una idea de lo que quería, pero nada concreto hasta que se reunió con Tamara, de Romancera, quien le ayudó a dar forma al estilo de su vestido. “Sus diseños son tan delicados y femeninos. Además, solo una fibras naturales, algunas de las cuales están tejidas a mano. La atención al detalle es absolutamente increíble”. Esta clase de artesanía queda palpable en el diseño final de Charlotte, una creación de lo más romántica que nos hace viajar en el tiempo.
Si bien casarse estaba en la lista de pendientes de nuestra novia viral, le costó definir el tipo de traje con el que quería desfilar hacia el altar. Por suerte, su musa estaba más cerca de lo que pensaba, en su propia casa. “Siempre había querido un vestido elegante, romántico, atemporal, pero con cierto giro. El vestido de novia de mi madre, de 1975, inspiró la silueta de mi vestido con las mangas largas”.
El resultado fascinó a Charlotte, tanto así que no quiso quitárselo, incluso acabada la ceremonia. En su lugar, optó por un formato desmontable, una tendencia que solo crece entre las clientas de moda nupcial. “Pude retirar mi cola, lo cual me dio más libertad de movimiento en la pista de baile. Era importante para mí llevar el vestido a lo largo de todo el día porque se puso mucho esfuerzo a su realización”.
Concebir el look con el que quieres darte el ‘sí, quiero’ definitivo no es tarea sencilla. Suele tomar meses, a veces incluso más de un año dar con el diseño indicado. A ello tenemos que sumar el hecho de que Charlotte se encontraba a más de 1000 kilómetros de distancia del taller de Romancera, ubicado en Madrid: “Había intercambiado ideas por teléfono con Tamara. También le mandé fotos mías, siluetas que me gustaban”. Fue en su primera reunión presencial cuando la diseñadora le presentó el primer boceto. ¡Y fue un éxito! “Aparte de algunos detalles menores, ese es el vestido que veis”.
A partir de ese momento, Charlotte comenzó a viajar a Madrid cada tantas semanas, durante las cuales se iba perfeccionando el prototipo. Lo más importante, no obstante, fue la sensación de cercanía que le transmitió Tamara, directora creativa de Romancera, en todo momento: “Siempre nos reíamos. Pasábamos tantas horas juntas que nos hacíamos amigas”.
“Me enamoré de ella desde la primera vez que hablamos. Me entendió, entendió mis necesidades y convirtió el proceso de hacer este vestido en una experiencia que todavía a día de hoy recuerdo con cariño”, explicó nuestra novia.
Fiel a sí misma, Charlotte hizo caso omiso las miles de tendencias que inundan los catálogos de novias: “Era más importante para mí llevar un vestido del que siga enamorada en el futuro, no solo en ese momento”. Escogió unos pendientes y un anillo que Julian, su marido, le había regalado en fechas clave para ella y que, por esta razón, guardaban un gran valor sentimental.
“Las flores jugaron un papel central en nuestra boda en Irlanda”. Ya que los novios se decantaron por celebrar su día especial en una isla famosa por sus paisajes color verde intenso, tanto el ramo de la novia como la decoración debía encajar con este ambiente silvestre y natural, “pero todo en blanco para mantenerlo elegante”, insiste Charlotte. Escogió un arreglo monocromático de anémonas japonesas, una flor que igualaba la delicadeza de su vestido.
Muchas novias, como Charlotte, apuestan por resaltar sus facciones con los trucos que les funcionan mejor en el día a día. “Elegí un look de belleza natural, es como normalmente lo prefiero. La galardonada maquilladora Anette O’Brien utilizó deliberadamente poca cobertura y colores suaves”, explica. En cuanto a su melena, un corte bob con flequillo, el estilista Reto Holzer, de Zurich, agregó unas ondas sutiles para generar algo de movimiento.
Estos novios se conocieron hace cinco años y rápidamente se dieron cuenta de que la cosa iba para largo. Según nos dice Charlotte, el inicio fue “bastante poco convencional”. Una semana después de su primera cita, se fueron de escapada de fin de semana. Tres semanas después, se mudaron juntos. ¡Así de fácil!
El resto es historia para la feliz pareja, que sí esperó al menos dos años antes de comprometerse. “Hablamos sobre el matrimonio desde el principio de nuestra relación, pero sin sentir ninguna presión. Parecía que era el momento adecuado”.
Nos cuenta que le han fascinado las bodas desde que tiene uso de razón, especialmente todo lo que tiene que ver con el vestido. Ya de adulta, se dio cuenta de que el verdadero reto era otro: ”Es más difícil encontrar la pareja adecuada que el vestido adecuado”, bromea. El broche final para este hermoso look fueron unos salones blancos, de Jimmy Choo, adornados con perlas.
De todos los momentos especiales que podría destacar, se le viene a la mente uno: “Tener a todos nuestros seres queridos con nosotros. Incluso a mi abuela,de 93 años, y la abuela de Julian, de 90, viajaron hasta tan lejos para celebrar a nuestro lado. Ver a todos los que son importantes para ti divirtiéndose, disfrutando, y que solo estuvieran allí por nosotros, es algo que permanecerá en nuestros corazones”.
A las futuras novias, Charlotte deja un consejo que, por repetido, no deja de ser útil sino todo lo contrario. Es necesario que no se olvide: “¡Hay que estresarse menos y disfrutar más! La boda en sí acaba en un abrir y cerrar de ojos y lo último que debería preocuparte son los pequeños detalles”.
Sobre el diseño del vestido, añade: “Sé fiel a ti misma y encuentra algo que te haga verdaderamente feliz. No se trata de interpretar el papel de alguien más, seguir tendencias o complacer a otros”.
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Charlote y Julian se casaron en una pequeña localidad irlandesa llamada Killarney, de menos de 15.000 habitantes, en septiembre de 2023. Sus invitados llegaron un viernes por la tarde y tuvieron tiempo para recorrer el hermoso parque y los alrededores del hotel Dunloe Castle & Gardens, montar a caballo, prepararse para la boda en el spa e incluso probar suerte en la pesca. Llegada la noche, todos se dirigieron a la ciudad, donde les esperaba una auténtica velada irlandesa en el J.M. Reidy's Pub. Cantaron y bailaron, acompañados por músicos locales que calentaron los motores para la noche siguiente.
El sábado por la tarde, se dieron el 'sí, quiero' definitivo en la iglesia de St. James, en Killorglin, un pueblo vecino. La recepción tuvo lugar en el jardín de la finca Ard Na Sidhe Country House, ubicada junto al lago Caragh. El nombre de la casa de campo, con sus 18 habitaciones, se traduce como "colina de las hadas". Nuestra novia asegura: "Le hace mucha justicia". Los exuberantes jardines, que se extienden hasta el lago, así como la casa de huéspedes, que tiene más de cien años, parecen sacados de un cuento de fantasía.
Al caer la noche, los invitados volvieron al hotel Dunloe Castle & Gardens para degustar de una cena a la luz de las velas en su restaurante principal, que tiene una fantástica vista al parque nacional Gap of Dunloe. Fue decorado con cientos de flores blancas silvestres que hacen guiño al precioso ramo de la novia.
La boda fue el resultado del arduo trabajo del increíble equipo del Dunloe Hotel and Gardens. Nos ayudaron a planificar y organizar toda la boda. Como vivimos en Suiza, nuestras visitas al lugar fueron limitadas, pero debido a su experiencia y experiencia en bodas, siempre estuvimos seguros de que todo será perfecto. Además, Gotcha Covered, un especialista en decoración y gestión de eventos de Dublín, nos ayudó con la visualización y realización de la decoración de la boda.
¿Has experimentado alguna vez una conexión inexplicable con un país que no es el tuyo? Estos flechazos geográficos se manifiestan cada vez más en el universo de las bodas y el mágico enlace de Charlotte y Julian, los protagonistas de esta historia, es un ejemplo perfecto del fenómeno. “Ambos vivimos en Suiza, pero tenemos un fuerte vínculo personal con Irlanda, así que decidimos casarnos allí. Sus asombrosos paisajes y su gente cálida siempre nos hacen querer volver”, nos contó la novia. Algo similar le ocurrió también al momento de diseñar su vestido: la moda española se robó su corazón.
En Suiza, así como en muchos otros países de Europa o en el propio mercado anglosajón, no es lo más común que las novias se hagan su diseño a medida de la mano de un modisto especializado. “Vas a una tienda y escoges entre una variedad de vestidos. Sin embargo, no encontraba lo que estaba buscando y muy temprano en el proceso me encontré con firmas españolas que me gustaron”. Finalmente, se decantó por Romancera.
Charlotte tenía una idea de lo que quería, pero nada concreto hasta que se reunió con Tamara, de Romancera, quien le ayudó a dar forma al estilo de su vestido. “Sus diseños son tan delicados y femeninos. Además, solo una fibras naturales, algunas de las cuales están tejidas a mano. La atención al detalle es absolutamente increíble”. Esta clase de artesanía queda palpable en el diseño final de Charlotte, una creación de lo más romántica que nos hace viajar en el tiempo.
Si bien casarse estaba en la lista de pendientes de nuestra novia viral, le costó definir el tipo de traje con el que quería desfilar hacia el altar. Por suerte, su musa estaba más cerca de lo que pensaba, en su propia casa. “Siempre había querido un vestido elegante, romántico, atemporal, pero con cierto giro. El vestido de novia de mi madre, de 1975, inspiró la silueta de mi vestido con las mangas largas”.
El resultado fascinó a Charlotte, tanto así que no quiso quitárselo, incluso acabada la ceremonia. En su lugar, optó por un formato desmontable, una tendencia que solo crece entre las clientas de moda nupcial. “Pude retirar mi cola, lo cual me dio más libertad de movimiento en la pista de baile. Era importante para mí llevar el vestido a lo largo de todo el día porque se puso mucho esfuerzo a su realización”.
Concebir el look con el que quieres darte el ‘sí, quiero’ definitivo no es tarea sencilla. Suele tomar meses, a veces incluso más de un año dar con el diseño indicado. A ello tenemos que sumar el hecho de que Charlotte se encontraba a más de 1000 kilómetros de distancia del taller de Romancera, ubicado en Madrid: “Había intercambiado ideas por teléfono con Tamara. También le envié fotos mías, siluetas que me gustaban”.
Fue en su primera reunión presencial cuando la diseñadora le presentó el primer boceto. ¡Y fue un éxito! “Aparte de algunos detalles menores, ese es el vestido que veis”.
A partir de ese momento, Charlotte comenzó a viajar a Madrid cada tantas semanas, durante las cuales se iba perfeccionando el prototipo. Lo más importante, no obstante, fue la sensación de cercanía que le transmitió Tamara, directora creativa de Romancera, en todo momento: “Siempre nos reíamos. Pasábamos tantas horas juntas que nos hacíamos amigas”.
“Me enamoré de ella desde la primera vez que hablamos. Me entendió, entendió mis necesidades y convirtió el proceso de hacer este vestido en una experiencia que todavía a día de hoy recuerdo con cariño”, relata nuestra novia.
Fiel a sí misma, Charlotte hizo caso omiso las miles de tendencias que inundan los catálogos de novias: “Era más importante para mí llevar un vestido del que siga enamorada en el futuro, no solo en ese momento”. Escogió unos pendientes y un anillo que Julian, su marido, le había regalado en fechas clave para ella y que, por esta razón, guardaban un gran valor sentimental.
Nos cuenta que le han fascinado las bodas desde que tiene uso de razón, especialmente todo lo que tiene que ver con el vestido. Ya de adulta, se dio cuenta de que el verdadero reto era otro: ”Es más difícil encontrar la pareja adecuada que el vestido adecuado”, bromea.
Charlotte es una novia aparentemente sencilla, pero cada detalle está cuidado al milímetro sin que apenas parezca intencional. Es el caso de los canutillos bordados sobre el vestido, que crean relieves con un efecto acrislatado para definir el escote o ceñir los puños de las mangas. No le costó seleccionar un par de zapatos que encajara con la estética vintage, mas no performativa, de su estilismo nupcial: unos salones blancos, de Jimmy Choo, que se distinguen por sus sofisticadas aplicaciones de perlas sobre el empeine.
“Las flores jugaron un papel central en nuestra boda en Irlanda”. Ya que los novios se decantaron por celebrar su día especial en una isla famosa por sus paisajes color verde intenso, tanto el ramo de la novia como la decoración debía encajar con este escenario silvestre, “pero todo en blanco para mantenerlo elegante”, insiste Charlotte. Se decidió por un arreglo monocromático de anémonas japonesas, una flor que igualaba la delicadeza de su vestido.
Muchas novias, como Charlotte, apuestan por resaltar sus facciones con los trucos que les funcionan mejor en el día a día. “Elegí un look de belleza natural, es como normalmente lo prefiero. La galardonada maquilladora Anette O’Brien utilizó deliberadamente poca cobertura y colores suaves”, explica. En cuanto a su melena, un corte bob con flequillo, el estilista Reto Holzer, de Zurich, agregó unas ondas sutiles para generar algo de movimiento.
Estos novios se conocieron hace cinco años y rápidamente se dieron cuenta de que la cosa iba para largo. Según nos dice Charlotte, el inicio fue “bastante poco convencional”. Una semana después de su primera cita, se fueron de escapada de fin de semana. Tres semanas después, se mudaron juntos. ¡Así de fácil!
El resto es historia para la feliz pareja, que sí esperó al menos dos años antes de comprometerse. “Hablamos sobre el matrimonio desde el principio de nuestra relación, pero sin sentir ninguna presión. Parecía que era el momento adecuado”.
La fantasía de casarse en las verdes montañas de Irlanda
Charlote y Julian se casaron en una pequeña localidad irlandesa llamada Killarney, de menos de 15.000 habitantes, en septiembre de 2023. Sus invitados llegaron un viernes por la tarde y tuvieron tiempo para recorrer el hermoso parque y los alrededores del hotel Dunloe Castle & Gardens, montar a caballo, prepararse para la boda en el spa e incluso probar suerte en la pesca. Llegada la noche, todos se dirigieron a la ciudad, donde les esperaba una auténtica velada irlandesa en el J.M. Reidy's Pub. Cantaron y bailaron, acompañados por músicos locales que calentaron motores para la noche siguiente.
El sábado por la tarde, se dieron el 'sí, quiero' definitivo en la iglesia de St. James, en Killorglin, un pueblo vecino. La recepción tuvo lugar en el jardín de la finca Ard Na Sidhe Country House, ubicada junto al lago Caragh. El nombre de la casa de campo, con sus 18 habitaciones, se traduce como "colina de las hadas". Nuestra novia asegura: "Le hace mucha justicia". Los exuberantes jardines, que se extienden hasta el lago, así como la casa de huéspedes, que tiene más de cien años, parecen sacados de un cuento de fantasía.
Al caer la noche, los invitados volvieron al hotel Dunloe Castle & Gardens para degustar de una cena a la luz de las velas en su restaurante principal, que tiene una fantástica vista al parque nacional Gap of Dunloe. Fue decorado con cientos de flores blancas silvestres que hacen guiño al precioso ramo de la novia.
Organización a distancia
"La boda fue el resultado del arduo trabajo del increíble equipo del Dunloe Hotel and Gardens", admite Charlotte. Puede que alguna que otra valiente se aventure a planificar todos estos pormenores por su cuenta. No obstante, lo más habitual entre las novias que residen lejos del lugar donde piensan celebrar su enlace es delegar las tareas principales a un experto. "Como vivimos en Suiza, nuestras visitas al lugar fueron limitadas, pero debido a su experiencia con bodas, siempre estuvimos seguros de que todo iba a salir perfecto". Asimismo, contraró a un servicio especialista en decoración basado en Dublín, Gotcha Covered, para que trabajase mano a mano con el personal de la finca.
De todos los momentos especiales que podría destacar, se le viene a la mente uno: “Tener a todos nuestros seres queridos con nosotros. Incluso a mi abuela,de 93 años, y la abuela de Julian, de 90, viajaron hasta tan lejos para celebrar a nuestro lado. Ver a todos los que son importantes para ti divirtiéndose, disfrutando, y que solo estuvieran allí por nosotros, es algo que permanecerá en nuestros corazones”.
A las futuras novias, Charlotte deja un consejo que, por repetido, no deja de ser útil sino todo lo contrario. Es necesario que no se olvide: “¡Hay que estresarse menos y disfrutar más! La boda en sí acaba en un abrir y cerrar de ojos y lo último que debería preocuparte son los pequeños detalles”.
Sobre el diseño del vestido, añade: “Sé fiel a ti misma y encuentra algo que te haga verdaderamente feliz. No se trata de interpretar el papel de alguien más, seguir tendencias o complacer a otros”.