Él, colchonero de corazón; ella, una ferviente madridista, y verlos juntos transmite más emociones que un partido de Champions. Natalia y Gonzalo se conocieron en el trabajo y lo que comenzó siendo una bonita amistad terminó en una preciosa boda en Cantabria, donde Natalia ha pasado sus mejores veranos.
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El norte también fue testigo de su compromiso. Para el gran día, la novia eligió un original vestido de Castellar Granados: “Tenía muy claro que quería algo diferente, no me quería casar con el típico vestido de novia tradicional, y viendo los diseños de Castellar Granados, lo supe”. El día comenzó en la Iglesia de Nuestra Señora de Latas (Somo).
“Es la iglesia donde mi familia va a misa y, además, el párroco es tío de otra de mis amigas del colegio de toda la vida, y nos casó él. Todo quedaba en casa”, nos comenta Natalia. Allí, en el altar, la esperaba Gonzalo, sonriente, nervioso y emocionado, mirando fijamente a la que iba ser su mujer, que caminaba radiante hacia la mejor y más emocionante aventura de su vidas.